El Archivo General de la Nación (AGN), dependiente de la Vicejefatura de Gabinete del Interior, puso a disposición este lunes de toda la ciudadanía una serie de documentos desclasificados que incluyen información sobre las operaciones nazis en Argentina, así como decretos presidenciales secretos y reservados, ahora disponibles al público en general.
Tras un trabajo de restauración, digitalización y descripción, el organismo publicó en su página web toda la documentación desclasificada alojada en su acervo documental.
Los archivos sobre actividades nazis en nuestro país consisten en alrededor de 1.850 piezas documentales, corpus que el Estado argentino entregó en copias al Centro Simón Wiesenthal, que actualmente se encuentra investigando las vinculaciones del banco Credit Suisse el nazismo.
La entrega de la documentación fue solicitada luego de una reunión que las autoridades del Centro mantuvieron con el presidente Javier Milei en Casa Rosada, en febrero de este año.
Josef Mengele en Argentina
Una de las revelaciones más fuertes incluye a Josef Mengele, el llamado “Ángel de la Muerte” de Auschwitz, quien logró escapar de Europa tras la derrota nazi en 1945.
Según los archivos, su paso por América Latina, y especialmente por la Argentina, estuvo envuelto en redes de protección, indiferencia estatal y complicidades ideológicas.
A partir de documentación desclasificada de los servicios de inteligencia argentinos (decreto 232/1992), es posible reconstruir sus movimientos, apoyos y estrategias de ocultamiento.
Mengele, dicen los archivos, ingresó a la Argentina el 20 de junio de 1949.
Utilizó un pasaporte falso a nombre de Helmut Gregor, identidad construida para esquivar la persecución internacional por crímenes de guerra.
El documento que facilitó su entrada fue emitido por el Comité Internacional de la Cruz Roja, que en esa época, muchas veces de forma negligente o deliberada, extendía papeles a nazis prófugos.
Inicialmente, se alojó en un hotel céntrico de Buenos Aires y luego en domicilios particulares.
El arribo se dio en un contexto favorable: el gobierno de Juan Domingo Perón mantenía una política permisiva —y en ocasiones promotora— del ingreso de científicos, militares y funcionarios nazis, bajo la premisa de aprovechar sus conocimientos y fortalecer alianzas estratégicas.
Vida en Buenos Aires
Una vez instalado en Buenos Aires, Mengele se movió con cierta libertad dentro de la comunidad alemana. Las investigaciones de inteligencia muestran que residió primero en zonas céntricas de Capital Federal y más tarde en barrios periféricos, como Vicente López y otras localidades del conurbano bonaerense.
Se desempeñó profesionalmente en Fadro Farm, una empresa farmacéutica vinculada a alemanes radicados en Argentina. Allí trabajó como asesor técnico, aprovechando sus conocimientos en medicina, genética y farmacología, adquiridos de manera criminal en Auschwitz.
Su rutina se caracterizaba por un perfil bajo. Evitaba grandes concentraciones sociales y solo se reunía con círculos de confianza compuestos, en su mayoría, por alemanes veteranos o simpatizantes nazis.
Su paso por Córdoba
Según la documentación, habría trabado además como vendedor de maquinaria agrícola en varias provincias argentinas, además de su vinculación con Fadro Farm. Los informes detallan viajes de ventas a Santa Fe, Entre Ríos, y Córdoba, lo que le permitía moverse y “desaparecer” por periodos sin levantar sospechas.
Redes de protección
El legajo revela que Mengele contó con una red de protección sólida, tejida por compatriotas alemanes, exiliados políticos de ultraderecha y algunos miembros de la colectividad germano-argentina que simpatizaban con el régimen hitlerista.
Se documentan contactos regulares con Adolf Eichmann, quien también residía en Buenos Aires bajo una identidad falsa (Ricardo Klement). Compartían no solo amistades, sino también nexos con redes de apoyo que les proporcionaban refugio, documentos falsos y financiamiento.
Estas redes incluían:
- Asociaciones de ayuda a inmigrantes alemanes.
- Instituciones educativas y religiosas de orientación alemana.
- Pequeñas empresas propiedad de expatriados nazis.
La Side (Servicio de Inteligencia del Estado) conocía al menos parte de estas conexiones, pero, de acuerdo con los documentos, no tomó acciones para desmantelarlas.

La actitud del Estado argentino
La documentación muestra que los organismos argentinos estaban al tanto de la presencia de Mengele en el país desde, al menos, 1953.
Sin embargo, prevaleció una combinación de negligencia, encubrimiento y falta de interés político en capturarlo o extraditarlo. Los informes dan cuenta de pedidos de captura internacionales, especialmente provenientes de Alemania Occidental e Israel, pero fueron sistemáticamente ignorados o demorados.
En varios pasajes de los informes se sugiere que Mengele y otros nazis eran considerados “inofensivos” por las autoridades argentinas de entonces, debido al paso del tiempo desde la guerra y su bajo perfil actual.
El cambio de residencia
La situación cambió drásticamente en 1960, tras el exitoso operativo del Mossad israelí que secuestró a Adolf Eichmann en Buenos Aires y lo llevó a Israel para ser juzgado.
Según la información, escapó por vía terrestre.
Ese golpe dejó en evidencia la vulnerabilidad de los prófugos nazis en Argentina. Alertado, Mengele decidió huir inmediatamente.
Primero se trasladó a Paraguay, donde obtuvo protección del régimen dictatorial de Alfredo Stroessner. Allí se movió bajo nuevas identidades, gracias a documentos paraguayos obtenidos con facilidad en esos años.
Aunque hay datos que afirman que podría haber sacado un documento a nombre de “José Mengele”.
Según los informes, vivió en una estancia rural (se dice que en Pedro Caballero), alejado de centros urbanos.
Sin embargo, la presión internacional persistía. Por ello, a mediados de los años 60, Mengele volvió a moverse, esta vez hacia Brasil.
Características físicas y modus operandi
La documentación detalla minuciosamente la descripción física de Mengele:
- Estatura media (alrededor de 1,72 metros).
- Complexión delgada.
- Cabello oscuro, con entradas pronunciadas.
- Ojos claros, color azul.
- Una cicatriz notoria en el mentón, consecuencia de un accidente de motocicleta en su juventud.
Además, se lo describe como:
- Extremadamente reservado y desconfiado.
- Muy inteligente y adaptativo.
- Obsesionado con su seguridad personal.
- Reacio a establecer relaciones estables que pudieran delatarlo.
Estos rasgos le permitieron sostener el ocultamiento durante décadas.

La muerte de Mengele
La Side registró informes cruzados que, hacia finales de los años 70, daban cuenta de que Mengele habría muerto en Brasil.
La versión más aceptada —confirmada años más tarde— indica que Mengele falleció ahogado en 1979, en una playa de Bertioga, São Paulo. Un accidente cerebrovascular lo habría dejado inconsciente en el mar, provocando su muerte.
Sus restos fueron enterrados bajo el nombre falso de Wolfgang Gerhard. Durante años, su fallecimiento fue objeto de dudas y teorías conspirativas.
En 1985, tras excavaciones y estudios de ADN, se pudo confirmar oficialmente que los restos hallados en Brasil pertenecían efectivamente a Mengele.
Conexiones internacionales
El informe también hace referencia a:
- La colaboración paraguaya: Stroessner ofreció a Mengele no solo refugio, sino garantías frente a posibles extradiciones. Esto incluyó cambios de identidad y documentación oficial paraguaya.
- La colaboración brasileña: aunque más limitada, hubo sectores de ultraderecha brasileña que también apoyaron su ocultamiento.
- La actuación de los servicios israelíes y alemanes: el Mossad e instancias judiciales de Alemania Federal buscaron activamente a Mengele, pero sin lograr su captura en vida.
Consideraciones finales
Mengele logró eludir la justicia humana gracias a:
- Una red internacional de protección nazi.
- La pasividad —y en ciertos casos, complicidad— de autoridades estatales en Argentina, Paraguay y Brasil.
- Su inteligencia para moverse y construir nuevas identidades.
- La falta de voluntad internacional para desplegar operativos similares al que permitió capturar a Eichmann.
Así, los documentos desclasificados demuestran que su paso por Argentina no fue breve ni accidental: duró más de una década y contó con el apoyo de sectores locales.
Nota realizada con la ayuda exploratoria del Chatgpt.com en base al documento desclasificado Legajo 7-3771, Carpeta 2 y al Legajo 7-3772, Carpeta 1.