El expresidente Mauricio Macri protagonizó un curioso momento periodístico este miércoles cuando, en slow motion, enfrentó una entrevista en Infobae.
Notablemente apagado y con los ojos “achinados”, Macri contó que estaba así porque en la madrugada había regresado su esposa, Juliana Awada, de un viaje a República Dominicana y ella le recomendó tomar unas gotas para dormir, que terminaron generando el efecto deseado.
Por ese motivo, durante la entrevista se pudo ver a un Macri en “slow motion” -cámara lenta en inglés-, según él mismo definió.
“Yo (estoy) en tres cilindros”, fue lo primero que dijo Macri al comenzar la nota.
“Lo noto un poco dormido. Está como rec”, le dijo el periodista.
“Es que anoche llegó mi mujer muy tarde de República Dominicana y quería dormir, porque venía pasada... y me hizo tomar unas gotas de Neuryl que me dejaron...¿No sé si tomaron ustedes alguna vez? Te dejan medio...“, describió.
Y pidió: “No se abusen de mí”.
Los periodistas le agradecieron haber ido a la nota, y Macri les aclaró que “no era tan gave como para no venir”, pero que estaba como en “slow motion”.
Qué es el Neuryl
El Neuryl (nombre comercial de Bagó) es un medicamento psicotrópico cuyo principio activo es el clonazepam, una benzodiacepina de acción prolongada.
Se utiliza principalmente para tratar trastornos de ansiedad, ataques de pánico, epilepsia y ciertos trastornos del sueño.
Actúa sobre el sistema nervioso central, potenciando el efecto del ácido gamma-aminobutírico (GABA), un neurotransmisor que disminuye la actividad cerebral, lo que genera un efecto sedante, anticonvulsivo y ansiolítico.
Por eso, el Neuryl puede producir somnolencia, relajación muscular y reducción de la tensión nerviosa.
Sin embargo, su uso prolongado o sin control médico puede generar tolerancia, dependencia física y síndrome de abstinencia. En Argentina, está incluido entre los psicofármacos de venta bajo receta archivada.
El consumo indebido, especialmente combinado con alcohol u otras drogas, puede tener consecuencias graves para la salud. Por eso, su administración debe estar siempre supervisada por un profesional de la salud.