Cristina Kirchner instaló una nueva agenda de discusión en el Frente de Todos (FDT) con la sorpresiva decisión de no sumarse a la contienda electoral del 2023. Ahora la continuidad en el poder de la alianza oficialista quedó atada a una definición de extrema complejidad, porque las propuestas presidenciales son limitadas y porque el resultado de la batalla contra la inflación será determinante.
El tablero de juego, por ahora, es limitado y cualquier apuesta deberá contemplar una variable de riesgo: “Cristina no transfiere los votos”, tal como advierten en la mesa chica del kirchnerismo duro.
Las primeras especulaciones permiten barajar una serie de nombres, entre los que figuran un desdibujado Alberto Fernández; un Sergio Massa atado a la suerte de la economía; algún gobernador peronista como el chaqueño Jorge Capitanich que en algún momento expuso su intención de aventurarse; y laderos de la Vicepresidenta como el ministro Eduardo “Wado” De Pedro y el gobernador bonaerense Axel Kicillof.
Se sabe que las deliberaciones arrancaron el mismo martes cuando Cristina recibió la condena del Tribunal Oral Federal 2 en la causa Vialidad, a 6 años de prisión y la inhabilitación perpetua a desempeñar cargos públicos, y sorprendió al anunciar que no será candidata en las próximas elecciones.
La vicepresidenta encabezó una cumbre con varios de los referentes del kirchnerismo que pusieron en marcha el operativo clamor para llevarla a la Presidenta en 2023. En el encuentro se escucharon las quejas con el peronismo y se asumió el nuevo camino de construcción.
“No le podemos pedir más a ella. Hay muchos dirigentes políticos dentro de este frente al que pertenecemos que se quedaban tranquilos con la posibilidad de que Cristina fuera candidata. Hay que dejar de pedirle y de vivir de los beneficios que tiene Cristina en términos electorales”, dijo la intendenta de Quilmes y referente de La Cámpora, Mayra Mendoza, una de las presentes en aquel encuentro.
Los nombres, movimientos y límites
En los últimos días, el Presidente aclaró que piensa en su reelección. Lo hizo atento al estado de agitación que se instaló en el FDT a partir del paso a costado que dio Cristina. “Con todos los problemas que usted me plantea, yo estoy pensando sólo en resolver problemas del país, no estoy pensando en la reelección”, respondió ante la consulta de un periodista de The Financial Times.
Lo cierto es que, más allá del respaldo de algunos de sus ministros como Aníbal Fernández (Seguridad), Alberto Fernández no cuenta grandes consensos en el FDT para pelear por un segundo mandato. La interna con Cristina y con el kirchnerismo duro lo dejó con un rol simbólico, que aprovecha sí para mantener aceitados sus vínculos con gobernadores, quienes supieron darle contención en los momentos de máxima tensión con Cristina. Recientemente, el primer mandatario retomó esos contactos con Omar Perotti (Santa Fe), Alberto Rodríguez Saá (San Luis), Raul Jalil (Catamarca) y Gustavo Bordet (Entre Ríos), entre otros.
El caso de Massa también es indescifrable, no sólo porque el líder del Frente Renovador y uno de los eslabones clave del FDT comenzó a repetir que transita sus últimos años de la vida política sino porque quedó a cargo de la cruzada contra la inflación, donde predominan los obstáculos.
El actual ministro de Economía tiene llegada directa a Cristina y al núcleo de La Cámpora a través de Máximo Kirchner y también garantiza la convivencia con los gobernadores: vale recordar que les concedió un aumento en las partidas para subsidiar el transporte público que, a pesar de ser menor a la exigida, permitió ponerle fin a las protestas de la UTA paralizaron el servicio en varias provincias.
Entre los gobernadores peronistas existen otras referencias, que se entusiasmaron cuando Alberto Fernández les prometió abrir la interna en el FDT, pero que no logran tomar vuelo en la vidriera nacional. Capitanich fue uno de ellos, que en mayo pasado se postuló al afirmar que posee la “formación, experiencia y voluntad”.
Pero las dificultades en el frente electoral mantienen ahora a los mandatarios provinciales ocupados con sus necesidades para perder territorios. Chaco se sumó a Salta, San Juan, Río Negro y suspendió las Paso, y Entre Ríos decidió adelantar las elecciones para despegarse del plano nacional, tal como lo hicieron en Salta, Jujuy, Tucumán y Río Negro.
Dentro del kirchnerismo puro se barajan algunas alternativas que aún dependen de su maduración. El caso más referencial es el del ministro del Interior Wado De Pedro, que demostró aptitudes para relacionarse con los gobernadores, empresarios y representantes diplomáticos pero también para representar a Cristina Kirchner en el seno del gobierno nacional.
“Creo que le falta”, dijo la vicepresidenta en mayo pasado, lo que en los tiempos políticos de la argentina constituye una eternidad, cuando recordó que Alberto Fernández quería al joven ministro como Jefe de Gabinete. Pero los acontecimientos hicieron que el referente de La Cámpora se convierta en una figura determinante que incluso algunos sectores sociales, como el que lidera Juan Grabois, postulan como presidenciable.
Por lo pronto, Wado repite la misma respuesta que el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, cuando le preguntan sobre su futuro político. “El lugar que ocupe va a ser el que mi fuerza política, de manera colectiva, decida cuál es el mejor”, aclaran.
Las deliberaciones serán complejas también porque los últimos meses también expusieron el éxodo oficialista para esquivar la toma de riesgos. El tucumano Juan Manzur decidió volver a su provincia para ser candidato a vicegobernador y varios de los funcionarios del gobierno nacional como Jorge Ferraresi (Avellaneda) y Juan Zabaleta (Hurlingham) retornaron a sus distritos para retener las intendencias.