A 10 semanas de la elección provincial en la que el peronismo cordobés enfrenta la bisagra de la renovación generacional y el desafío de trascender los 24 años en el poder, el reloj electoral del oficialismo se aceleró a fondo y el de la oposición apenas empieza a mover el segundero.
Los opositores sostienen que lo de Hacemos por Córdoba no es anticipación sino ansiedad. Y aseguran que bastan 60 días de campaña profesional, efectiva y bien financiada para que Luis Juez sea gobernador. El viernes pasado Juntos por el Cambio dio un paso importante con la formalización de la alianza, un hecho que no es noticia cuando se trata de otras fuerzas pero sí resulta significativo para unos socios que nunca terminan de desconfiarse. “El PRO está adentro; que Mauricio Macri haga lo que quiera”, recitaban a coro radicales y juecistas encolumnados mayoritariamente detrás de la precandidatura presidencial de Horacio Rodríguez Larreta.
Los oficialistas consideran que Juntos por el Cambio no arranca porque no tiene liderazgo ni proyecto y que eso será evidente cuando Juez empiece a hablar de Córdoba. La figura de Macri volvió a ser central para el PJ cordobés: consideran que el enfrentamiento entre el expresidente y Rodríguez Larreta no tendrá efecto neutro en la coalición opositora y que las tres semanas que restan hasta el cierre de listas dejarán en claro que tampoco esta vez habrá lugares expectables para el PRO en el reparto de los cargos que se disputan radicales y juecistas. El peronismo les ofrece lugar a todos y espera.
La alianza opositora seguramente celebrará hoy un nuevo triunfo municipal en General Cabrera y considera controlados los dos frentes que más le preocupaban en el interior: Río Tercero y Jesús María, los dos municipios más importantes de la UCR, ambos en manos de referentes de Rodrigo de Loredo. Además, los opositores están exultantes por el daño que el kirchnerismo pretende concretar en Punilla y Calamuchita. Consideran que los candidatos que Federico Alesandri y Carlos Caserio están plantando en todos los municipios de esos departamentos restarán chances a Hacemos por Córdoba y les obsequiarán resonantes triunfos a Juntos por el Cambio. Cuánto le quita eso a Llaryora en la elección provincial y cuánto le suma a Juez está por verse.
Duda Capital
En cambio, la incertidumbre opositora es total en la Capital. Lo será mientras De Loredo no diga si será candidato a vice de Juez o a intendente de Córdoba. De Loredo no definirá hasta que esté la fecha de la elección municipal, pero sigue pensando estrategias judiciales y justificaciones discursivas para una doble candidatura.
La realidad es que se trata de una opción cada vez más compleja para el diputado radical, que sigue encabezando las encuestas en la carrera a la intendencia y que siente la presión creciente de todo Juntos por el Cambio para que secunde a Juez. Se sabe que en las jugadas de riesgo se puede ganar todo, pero también puede suceder lo contrario: para apostar por todo, De Loredo debe salir a reclamar una doble candidatura. Esa es la definición más importante que la falta al tablero de Córdoba. Y mientras no mueva De Loredo, el reloj opositor seguirá a media máquina.
En cambio, en los últimos siete días la acelerada del peronismo incluyó una contundente demostración de poder territorial. El martes pasado se puso en marcha la maquinaria que suma a más de 200 intendentes apoyando con elecciones municipales simultáneas la candidatura de Llaryora. Hacemos por Córdoba ya definió una estrategia para todo el mapa, con especial protagonismo de Juan Schiaretti y de los intendentes garantizando la continuidad en el interior, y con Llaryora y Daniel Passerini defendiendo la Capital con la gestión municipal.
El peronismo conoce como nadie al electorado cordobés. También ha tenido oportunidad de aprender sobre campañas electorales: sabe que el nivel de conflictividad que exhibe la administración provincial con los empleados públicos no es compatible con la búsqueda de votos. El viernes pasado, la Provincia suspendió hasta fin de año el diferimiento de los aumentos para 87 mil jubilados que cobran menos de 250 mil pesos y esta semana buscará cerrar un acuerdo salarial con el SEP y acercar posiciones con la UEPC. Eso difícilmente resuelva las demandas de los docentes y médicos autoconvocados –cuestionan a las representaciones gremiales tanto como al Gobierno– pero es probable que el reclamo pierda la masividad que tiene hoy.
Llaryora hace un mes que reclama aumentos para los docentes y en los últimos días también asumió como propio el reclamo gremial contra el diferimiento a los jubilados. Lo hizo antes en público que en privado y logró incidir contra el criterio sagrado del superávit operativo: Schiaretti está tomando decisiones en ese sentido y su candidato está oficiando de gestor de esos cambios.
El intendente también exhibe las escuelas municipales frente a las críticas por la calidad de la educación provincial y desplegará desde esta semana un esquema de seguridad municipal en respuesta a un desesperado reclamo vecinal. La estrategia del PJ garantiza tanta continuidad como sea posible y tanto cambio como sea necesario, y también admite críticas propias si son para callar las críticas opositoras.