“Será mi tercero y último intento. Si estamos todos juntos, esta vez podemos ganar”, les dijo José Manuel de la Sota a un grupo reducido de peronistas que venían golpeados luego de cuatro derrotas consecutivas en elecciones provinciales.
Para muchos peronistas, en aquella reunión -mediodía de un domingo invernal de 1998- en la casa que De la Sota compartía con Olga Riutort, a orillas del lago San Roque en Villa Carlos Paz, se comenzó a gestar la larga estadía del PJ en el poder provincial, que hoy, 12 de julio, cumple 24 años.
Una estadía que ya tiene una extensión asegurada hasta el 10 diciembre de 2027, luego del triunfo de Martín Llaryora en los comicios del pasado 25 de junio.
Serán 28 años consecutivos de hegemonía peronista, pese a que el gobernador electo habla de “nueva generación” y de “empezar de cero”.
Volvamos al pasado. Aquel asado en el quincho de De la Sota se comenzó a cocinar la unidad del PJ cordobés, luego de años de peleas internas, en el llano, mientras el radicalismo gobernó durante 16 años.
En ese encuentro gastronómico-político se selló una estrategia, que el PJ mantuvo hasta ahora. Además de la unidad de los sectores internos, la mayoría de los intendentes peronistas hacen coincidir los comicios locales con los provinciales.
La reunión de la “unidad” en Carlos Paz tuvo su continuidad unos meses después, con un golpe de efecto que llevó el sello De la Sota.
En agosto de 1998, De la Sota le pidió una audiencia al gobernador radical Ramón Bautista Mestre, que la concedió de inmediato. Se generó una gran expectativa política porque no se conocía el contenido del encuentro oficial.
La reunión duró tres minutos. De la Sota llegó a la entonces Casa de las Tejas acompañado por varios dirigentes peronistas. Luego de un frío saludo, el entonces senador le preguntó a boca de jarro.
-Gobernador, ¿cuándo confirmará la fecha de las elecciones?.
-Es mi potestad. Y aún no lo tengo decidido, respondió secamente el sucesor de Eduardo Angeloz.
-Bueno, entonces no tenemos más nada que hablar, dijo De la Sota, quien se levantó y enfiló presuroso hacia la puerta de salida.
Mestre y los peronistas miraron asombrados, mientras los mozos se aprestaban a servir los cafés. La reunión que tantas expectativas había generado duró un suspiro.
Pareció una anécdota, pero para quienes tenían una lectura fina, aquel episodio marcó lo que vendría. De la Sota había generado un hecho político, instalándose como la principal amenaza al poder radical.
Además, fue otro empujón para que todo el PJ se encolumnara con el candidato a gobernador.
Lo que siguió después es historia conocida. Mestre creyó que sorprendería al PJ y adelantó las elecciones provinciales para el 20 de diciembre de ese año, siete meses antes de la entrega del poder.
Consciente de que se trataba de una provincia “radical”, como decía en la intimidad, De la Sota conformó la alianza Unión por Córdoba. El peronismo era la columna vertebral, pero la integraban otros partidos.
De la Sota ganó las elecciones con el 49,6%, contra el 40,5% del gobernador radical. De este modo, se convirtió en el primer gobernador peronista de esta era democrática, que arrancó en diciembre de 1983, luego de cuatro mandatos radicales: tres de Angeloz y uno de Mestre.
Traspaso y fiesta peronista
El 12 de julio de 1999, Mestre le traspasó el poder a De la Sota, quien preparó un gran festejo. Llegó a Córdoba hasta el entonces presidente Carlos Menem, quien había impuesto que el compañero de fórmula fuera el ucedeísta Germán Kammerath, un exfuncionario suyo.
De la Sota arrancó su primer mandato, firmando el decreto para cumplir su principal promesa de campaña: rebaja del 30% de los impuestos provinciales.
También impulsó algunas medidas de fuerte impacto, como construir 100 nuevas escuelas, que fueron 500 al final de su tercer mandato no consecutivo (2011-2015). Designó a Río Cuarto como capital alterna. Convirtió en Unicameral el Poder Legislativo, que estaba conformado por la Cámara de Diputado y de Senadores provinciales. E impulsó la construcción de barrios-ciudades en la Capital, levantando más de 10 mil viviendas sociales, en su dos primeros mandatos consecutivos.
En 2007, al finalizar su segunda gestión, De la Sota impulsó la candidatura de Juan Schiaretti, su vice que no tenía reelección. De ese modo se aseguró la posibilidad de volver al poder en 2011.
En 2007, Schiaretti le ganó por sólo 17 mil votos a Luis Juez, quien denunció fraude. Fue un momento de incertidumbre para el PJ.
Pese a sus matices y diferencias, De la Sota y Schiaretti construyeron una sólida sociedad política, que finalizó el 15 de septiembre de 2018, cuando el exgobernador falleció en un accidente automovilístico, paradójicamente en la autovía 36, una de sus obras más emblemáticas de su tercer mandato (2011-2015).
En las tres gestiones no consecutivas, Schiaretti se ganó el liderazgo en el PJ desde la gestión. Impulsó un ambicioso plan de obras que le permitió consolidarse en el poder y ganar con comodidad las elecciones de 2015 y 2019.
El PJ cumple 24 años en el poder provincial, con la certeza de que su estadía se extenderá por otros cuatro años. Con Llaryora como el abanderado de la nueva generación de peronistas, algunos de los cuales, como el propio Schiaretti, arrancó en el primer gabinete delasotista, que juró un día como hoy, 12 de julio, hace 24 años.
