En medio de la crisis económica y de la incertidumbre que genera el ajuste fiscal de la gestión libertaria, para el escenario político nacional, un año es un siglo. Es lo que falta para las definiciones de las candidaturas de los distintos espacios partidarios para las elecciones de diputados y senadores nacionales, de octubre del año próximo.
Las elecciones legislativas de medio término son una prueba de fuego para el Presidente de la Nación de turno.
En este caso, Javier Milei será quien deberá sortear ese primer desafío electoral. El Presidente no oculta su optimismo, pese a que falta mucho para las urnas.
Ha dicho de manera reiterada que La Libertad Avanza “arrasará” a los partidos tradicionales, a los que el Presidente considera “la casta”.
Si bien se trata de una elección nacional, como es por distrito, también es un examen para los gobernadores en cada provincia.
Martín Llaryora es consciente de esta situación. Está trabajando y tiene una estrategia para los lejanos comicios legislativos de 2025: que su antecesor Juan Schiaretti encabece la lista oficialista, en Córdoba.
“Tiene ganas”, le dijo el gobernador a La Voz sobre la posible postulación a diputado del exgobernador que, por ahora, se mantiene en silencio.
En Córdoba se elegirán a nueve diputados nacionales. No habrá aquí elección de senadores. Sí, en otras ocho provincias.
Hoy es imposible pronosticar cómo se conformará el escenario electoral en Córdoba, aunque está la certeza de que habrá un nuevo protagonista: La Libertad Avanza, el espacio que fundó y lidera el presidente Milei.
No obstante, el gobernador tiene otra elección que lo involucra, ya que participa activamente de la campaña: el 23 de junio se elige intendente en la ciudad de Río Cuarto.
Llaryora va todas las semanas a la capital alterna provincial para respaldar al candidato oficialista Guillermo de Rivas, que tiene una pulseada muy reñida con la peronista disidente Adriana Nazario y el radical Gonzalo Parodi. La división del PJ es lo que genera preocupación en el oficialismo.
Se trata de comicios municipales, pero es la capital alterna, que gobierna el PJ provincial desde hace ocho años, y una eventual derrota tendría impacto político negativo para el Centro Cívico.
También una eventual victoria del candidato oficialista sería festejada por el gobernador, quien no dudó en ir a respaldar al postulante que bendijo el intendente Juan Manuel Llamosas, quien no pudo ir por su reelección, después de dos períodos consecutivos.
Mirando al futuro
La recesión económica, la poda de recursos a las provincias que implementó Milei, al ritmo de la motosierra y la mencionada elección municipal en Río Cuarto no le hacen perder de vista al gobernador lo que está en juego en Córdoba en las elecciones legislativas de 2025.
El PJ provincial pone en juego sólo dos bancas: la del llaryorista Ignacio García Aresca y la de la oficialista crítica Natalia de la Sota.
Los comicios legislativos suelen posicionar a dirigentes para la pulseada por el poder provincial, dos años después.
Fue lo que ocurrió en 2021, cuando la alianza opositora encabezada por Luis Juez y el radical Rodrigo de Loredo ganaron aquellos comicios.
Ambos perdieron en las elecciones provinciales y de la Capital, pero aquel triunfo en las legislativas los encumbró como los principales opositores, más allá que luego el PJ cordobés retuvo las dos administraciones.
Las campañas para las legislativas, habitualmente son con discursos y propuestas nacionales. Suelen ser un escenario complicado para el PJ provincial, que nunca tuvo referencias nacionales.
En esta encrucijada es en la cual el gobernador Llaryora está trabajando, por ahora, en lo discursivo: tratar de instalar a Schiaretti como un dirigente nacional, con chances de volver a ser candidato presidencial en 2027.
El propio Schiaretti dio una señal en ese sentido, la semana pasada, cuando se mostró en Capital Federal en una reunión con dos peronistas federales: Miguel Ángel Pichetto y Florencio Randazzo.
Fue sólo una foto. El exgobernador no hizo ninguna mención sobre ese encuentro, ni siquiera en sus redes sociales.
En una estrategia consensuada con Llaryora, el exgobernador no quiere interferir en la negociación del gobernador con la Casa Rosada por la “ley bases”.
Los schiarettistas dicen que el exgobernador hablará de política una vez que la ley –que tanto necesita Milei– sea aprobada. Esto recién ocurrirá el mes próximo.
Necesidad política
De todas maneras, la reaparición en el escenario nacional, según sus dirigentes más cercanos, no significa que Schiaretti esté dispuesto a competir en las elecciones legislativas del año próximo, encabezando la lista del oficialismo provincial.
“El Gringo es muy cuidadoso. El armado de la lista es responsabilidad de Llaryora, en su condición de gobernador y jefe del PJ provincial. Lo que te puedo decir es que él ya fue diputado nacional y no le gusta mucho la actividad legislativa. Ya demostró que es hombre de gestión”, argumentó un schiarettista puro, sobre las intenciones de su jefe político.
Llaryora habla seguido con su antecesor. Sabe que no será fácil convencerlo para que sea candidato a diputado, un cargo que, como dicen los propios schiarettistas, no le genera expectativas.
En este contexto, Llaryora tiene un argumento para convencer a Schiaretti a que vaya al Congreso: liderar en la Cámara Baja al bloque federal, que intenta ser una alternativa a los dos extremos que hoy representan los libertarios y el kirchnerismo.
“Hay que leer entrelíneas. Cuando Martín (Llaryora) habla de la candidatura presidencial del “Gringo” (Schiaretti) es porque tiene que competir el año que viene. Tenemos al mejor candidato para Córdoba”, analizó un funcionario llaryorista de primera línea.
El anhelo y la necesidad política de Llaryora tendrán que coincidir con las ganas y la decisión de Schiaretti, que ya una vez, en un escenario parecido, dejó desairado a José Manuel de la Sota.
En el año 2005, en las elecciones legislativas de aquel año, el entonces gobernador De la Sota había acordado con el presidente Néstor Kirchner que Schiaretti, quien era vicegobernador, encabezara la lista del PJ en Córdoba.
El entonces vicegobernador se negaba a dejar la vicegobernación para ir a la Cámara de Diputados, en su aspiración de ser candidato a gobernador, dos años después, en 2007.
Aquellos fueron días de tensión entre De la Sota y su vice. En el momento de oficializar las listas, Schiaretti armó una gira por Rusia, por lo cual, el gobernador debió recurrir a su ministro de Gobierno, Eduardo Accastello, para encabezar la lista en la provincia.
Fue la última alianza que el PJ provincial compartió con el kirchnerismo. Ganaron en Córdoba, obteniendo cuatro bancas (Accastello, Patricia Vaca Narvaja, Alberto Cantero y Arturo Miguel Heredia), pero con una gran elección del Frente Cívico de Luis Juez, que consiguió tres lugares: Daniel Giacomino, Norma Morandini y Francisco Delich.
Schiaretti hoy está en el llano, pero demostró que no se apartó de la política. No tendría argumentos concretos para no aceptar la propuesta de Llaryora.
No obstante, 12 meses parece una eternidad en este contexto de crisis. Por ahora, lo concreto es que el exgobernador se seguirá asomando al escenario nacional, mientras Llaryora es optimista de que podrá convencerlo de que se vuelva a exponer en las urnas.
