Con duras críticas al sistema judicial y un diagnóstico demoledor sobre la calidad de los jueces y las sentencias, el ahora exministro de la Corte Suprema Manuel José García-Mansilla presentó este lunes su renuncia al máximo tribunal, apenas tres meses después de haber asumido el cargo al que llegó por un DNU delpresidente Javier Milei.
Lo hizo, además, luego de que el Senado de la Nación rechazara su pliego el pasado viernes (junto al de Ariel Lijo).
En una carta dirigida al presidente Milei, García-Mansilla argumentó motivos personales y profesionales, pero centró su despedida en una extensa reflexión sobre el estado de la Justicia. El tono del escrito, alejado del protocolo habitual, deja en claro su frustración: “El Poder Judicial no está funcionando bien”, escribió, y dejó en evidencia un fuerte desencanto con lo que encontró puertas adentro de Tribunales.
La renuncia de García-Mansilla a la Corte Suprema
García-Mansilla, un jurista de perfil técnico, había sido designado en febrero - en comisión- como parte del plan del Gobierno libertario para renovar la Corte. Doctor en Derecho y especialista en derecho constitucional, había sido decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Austral. Su llegada fue celebrada por el oficialismo como un giro hacia la excelencia académica.
Sin embargo, su estadía fue breve.

En su carta, el juez adujo que su decisión se basa en dos razones centrales: una vocación más marcada por la vida académica y un diagnóstico crítico sobre el Poder Judicial. “No es un secreto que la Justicia argentina necesita una reforma integral. Años de parches y reformas incompletas han generado un sistema judicial ineficiente, lento y poco confiable”, afirmó.
Pero el punto más filoso de su renuncia apunta directamente a los propios jueces: “Muchos de sus integrantes carecen de la idoneidad técnica y moral que exige la responsabilidad de impartir justicia. No se trata sólo de conocimientos jurídicos, sino de una vocación profunda por servir a la sociedad con honestidad y profesionalismo”, opinó.
“Nivel de excelencia”
A lo largo del texto, García-Mansilla remarca que no encontró en el Poder Judicial el nivel de excelencia que consideraba necesario para cumplir su tarea. Y desliza que, en ese contexto, su aporte era limitado: “He llegado a la conclusión de que puedo contribuir más al país desde el ámbito académico y la formación de futuras generaciones de juristas que desde un sistema que, en muchos aspectos, está estancado”.
Aunque evita mencionar directamente a sus colegas de la Corte o al Gobierno, el tono de la carta deja en claro un malestar profundo con la estructura judicial en su conjunto. “Hay una desconexión creciente entre el Poder Judicial y la ciudadanía. Las sentencias, muchas veces, son difíciles de entender y no logran dar respuestas claras a los problemas concretos de la gente”, señaló.
Su renuncia, que será efectiva a partir del 15 de abril, deja al oficialismo con un nuevo vacío en la Corte, justo cuando buscaba consolidar una mayoría más afín a su programa. La salida de García-Mansilla, más allá del impacto político, pone en el centro del debate la calidad institucional del sistema de Justicia.
El cierre de la carta también tiene una carga simbólica fuerte. “Me voy con la convicción de que es necesario un cambio profundo. Y con la esperanza de que algún día el Poder Judicial esté a la altura del pueblo argentino al que debe servir”.