Con el dólar anclado y los costos fijos que continúan en movimiento, aunque a un ritmo menor, son numerosos los sectores necesitados de mejoras en su competitividad sobre todo para poder afrontar mercados del exterior.
En esa línea está, quizás en primer lugar, el sector agropecuario que reclama una baja o eliminación de las retenciones para poder afrontar el dólar bajo frente a los costos y también el efecto de la sequía.
También se encolumna en esa demanda de impuestos más bajos, la industria manufacturera y autopartista, cuya carga tributaria global sin IVA oscila entre el 32% y el 40%, de acuerdo con un reciente informe de entidades fabriles.
En el sector comercial, de acuerdo con un reporte de la Cámara Argentina de Distribuidores y Autoservicios Mayoristas (Cadam), por cada $1000 que se gastan en un comercio, $490 son impuestos.
En su momento, el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, le dijo a los empresarios: “No nos pidan que bajemos impuestos, pídanos que bajemos el gasto”.
Tasas superiores a la región
Pero ahora se agrega uno con fuerte presencia en Córdoba: el tecnológico cuya competencia puede aparecer por una doble vía: la oferta de servicios de firmas extranjeras en la Argentina y el achicamiento de posibilidades afuera.
“El sistema impositivo en Argentina es uno de los más altos de la región y afecta severamente la competitividad de las compañías que ofrecen Servicios Basados en el Conocimiento (SBC) y particularmente los servicios de BPO donde el componente salarial alcanza al 70% del costo total del servicio”, describe Javier Serafini, CEO de CAT Technologies.
La carga impositiva sobre el empleo puede alcanzar hasta el 50%, mientras que el promedio regional es del 30%. Además, el Impuesto al Valor Agregado (IVA) en Argentina también está entre los más altos de la región, solo superado por Uruguay, “con tasas muy superiores al promedio regional del 12% o 13%”, puntualiza.
Estos impuestos “distorsivos incrementan los costos de las operaciones locales, y afectan el poder adquisitivo de los salarios de los trabajadores”, recalca Serafini. Como resultado de esto, tanto los trabajadores como las empresas “se ven negativamente afectados”.
“Por otro lado un historial de movimientos bruscos en los tipos de cambio y también los enormes cambios en ese sentido (épocas de dólar barato y épocas de dólar caro) eliminan la previsibilidad necesaria para contratos a largo plazo, factor crucial en esta industria”, resalta el ejecutivo.
La situación dista con la estabilidad de países competidores directos de la industria tecnológica nacional, apuntó.
A nivel contratación de talentos para servicios de BPO en modalidad offshore y nearshore Argentina compite principalmente con mercados como Paraguay, Perú, Colombia, Costa Rica y República Dominicana, “países que se destacan por tener estructuras de costos mucho más bajas, lo que les permite ofrecer servicios a precios competitivos”, subrayó.
Salarios versus salarios
Serafini puso de ejemplo, en ese sentido, el caso de Colombia. Aunque el salario promedio en es similar al de Argentina en términos nominales (alrededor de $ 1 millón de pesos), equivale a sólo 233 dólares frente a los 980 dólares en Argentina debido a diferencias en el tipo de cambio. “Sin embargo, cuando observamos la carga impositiva y el Impuesto al Valor Agregado (IVA) entre Colombia y Argentina, el país pierde toda la competitividad”, dijo.
Con regímenes especiales de promoción de empleo, esos países pueden ofrecer servicios por debajo de los U$S 10 la hora, mientras que en Argentina los costos no bajan de los U$S 14 o U$S 15.
“Mejorando las condiciones la industria de BPO podría volver a generar más de 30.000 puestos de trabajo para servicios offshore, tal como ocurrió en los primeros años del siglo 21″, expuso.