Uno de los ejercicios más refinados de quienes viven de la política es el arte de la simulación. Se simula trabajar denodadamente por el país, discutir temas de interés público, defender el bien común. Pero sobre todo, se simula honestidad.
Lo más difícil de fingir, como decía Laurence Olivier: “El secreto de una buena actuación es la honestidad; una vez que se logra fingirla, el resto es fácil”.
La postergación del tratamiento de la ley de “ficha limpia” en el Senado volvió a mostrar esa lógica. Amparados en el duelo nacional por la muerte del papa Francisco, los legisladores patearon la discusión para el 7 de mayo. Y lo que debería ser un avance importante para sanear la democracia -impidiendo que candidatos con condena firme puedan postularse- se empantana una vez más en el juego de intereses cruzados.
El verdadero temor que crece en estos días no es tanto la demora en la fecha, sino que, llegado el momento, el oficialismo y sectores de la oposición acuerden modificaciones al dictamen original.
Si eso ocurre, el proyecto deberá volver a Diputados, postergando aún más su sanción y enterrándolo, en los hechos, para este año electoral.
La senadora cordobesa Alejandra Vigo puso en palabras esa sospecha. “Ficha limpia debe ser ley el próximo 7 de mayo. Cualquier intento de modificar el dictamen del proyecto implica dilatar su aprobación. Si se agregan cambios, vuelve a Diputados y retrasa la sanción, lo que dejaría en claro el acuerdo entre el kirchnerismo y el Gobierno nacional”, advirtió en sus redes.
El escenario que describe Vigo no es improbable. A esta altura, en el Senado nadie espera que el tema altere el curso de un año marcado por la economía y el desgaste institucional.
Y como para no defraudar la desconfianza ciudadana, los senadores apenas llevan cinco sesiones realizadas en lo que va de 2025.
Más allá de la retórica pública, en los pasillos del Congreso se percibe el verdadero nudo del problema: “ficha limpia” podría dejar fuera de competencia a dirigentes de todos los partidos.
La existencia de antecedentes judiciales en muchos casos convierte a esta ley en una amenaza transversal, que iguala en la trastienda a oficialistas y opositores. Aunque nadie desconoce que la dirigente que más consecuencias tendrías es Cristina Kirchner.
Por eso, detrás de las dilaciones, las excusas y los supuestos “perfeccionamientos”, subyace una sola verdad: hay intereses poderosos para que “ficha limpia” no sea ley.
Y como ya enseñó Olivier, el mayor desafío no es actuar, sino fingir honestidad. En eso, nuestros políticos parecen ser verdaderos maestros.