Luis Juez volvió a hacerlo. En política nada le sale mejor al senador que el arte de la centralidad mediática y otra vez lo concretó saltando de un espacio político a otro. Nunca dejó de hacerlo: desde el momento en que abandonó el delasotismo para ser el primer antidelasotista hasta este paso desde la presidencia de la bancada del PRO que acaba de abandonar para asumir el rol de “aspirante a gobernador de Milei”.
En el medio hubo un recorrido de indescifrable signo ideológico: defendió las políticas económicas de Domingo Cavallo y fue soldado de Carlos Menem. Se acercó a Néstor Kirchner en busca de apoyo en 2007, después fue progresista con Hermes Binner y con Pino Solanas, y cuando Córdoba se hizo amarilla, Juez se volvió macrista. Hasta ahora, cuando Córdoba apoya con fuerza las políticas libertarias y se volvió el primer mileísta.
Lo real es que las carambolas de Juez en busca de respaldo nacional nunca alteraron la línea recta de su trayectoria en el escenario provincial: desde el día en que se fue del delasotismo dando un portazo, nunca dejó de ser el principal opositor al peronismo cordobés. Lo fue cuando sacó muchos votos y también cuando apenas logró una banca de concejal.
Jamás tuvo más estructura que la de su incansable voluntad de destronar a ese peronismo que lo expulsó de su seno. La sociedad que durante la última década logró consolidar con el radicalismo y con el PRO para sostener Juntos por el Cambio fue la más duradera en toda la carrera de Juez y lo dejó a apenas tres puntos de la gobernación en 2023. Pero ese agrupamiento muestra claros signos de agotamiento luego de una larga competencia sin tregua entre el propio Juez y Rodrigo de Loredo.
La desconfianza manda
Hoy entre el juecismo y el radicalismo manda la desconfianza. De Loredo se queda sin banca el 10 de diciembre y lograr uno de los primeros puestos en una lista es vital para su carrera hacia 2027. De más está decir que quiere encabezar una lista que tenga el aval de Milei. En el entorno del diputado radical, aseguran que Juez hace denodados esfuerzos para que eso no ocurra.
En el juecismo, en tanto, desconfían de las muchas terminales del radicalismo en diálogo permanente con el gobierno de Martín Llaryora. La tarea del ministro Manuel Calvo es sistemática y permanente. Los intendentes de la UCR tienen línea directa con el Panal, que desde que la Nación abandonó toda acción en las provincias es la única fuente de asistencia para los municipios. Pero, más allá de los intendentes y de los discursos explosivos en la Unicameral, las negociaciones de muchos radicales con el peronismo son incansables: sea para lograr cargos, para conseguir fondos para “cortesías” o para viajar. Todo está bastante expuesto en la Legislatura.
Quienes desde el juecismo intentan explicar el salto de Juez hacia el mileísmo apelan principalmente a ese argumento: consideran altamente improbable que la sociedad con el radicalismo logre resistir los embates del peronismo cordobés. Juez optó por precipitar ese proceso en un intento por posicionarse primero ante los ojos de Milei.
Es una jugada de riesgo. No hay garantías de que Milei llegue a 2027 con la fortaleza que exhibe en la actualidad y nadie sabe qué pretende hacer La Libertad Avanza en las provincias: el Presidente encarna un proyecto nacional, concentrado en el orden macroeconómico y centralista en la administración. Está claro que quiere más legisladores propios en el Congreso; no está tan claro que le interesen tanto las gobernaciones. Tampoco hay garantías de que sea ilimitada la tolerancia de los votantes cordobeses al zigzagueo político de Juez.
Peronismo expectante
El peronismo intuye que una vez más se encuentra cerca de lo que siempre procuró en el cuarto de siglo que lleva en el poder provincial: que la política cordobesa sea una mesa de tres. No da nada por hecho y no descansa nunca en la tarea de convocar a radicales y a dirigentes del PRO.
No obstante, lo que manda en el llaryorismo es el ejercicio puro y duro del poder. No hay pausa estival para las decisiones más controvertidas y el miércoles próximo empieza a definirse una serie de cambios profundos en el juego, tanto en las slots como en los casinos tradicionales. CET ya no será el único jugador, pero los lugares de apuestas se multiplicarán. La Lotería se sacará de encima a los casinos que dan pérdidas –casi todos a excepción del de Villa Carlos Paz–, pero los privados tendrán posibilidades de poner tragamonedas en locales de cualquier localidad a excepción de la ciudad de Córdoba, siempre que cuenten con el aval de la propia Lotería y del municipio local.
El Ejecutivo fundamenta esa precipitada licitación de Lotería –el contrato de las slots vence en tres años– en la necesidad de armonizar con las concesiones de los hoteles donde hay tragamonedas y de generar nuevas inversiones vinculadas al juego. Además, apuesta a transferir personal a los privados a los fines de reducir el gasto de Lotería.
Nada de eso quita que en la práctica todos estos cambios representan un nuevo espaldarazo al casino tradicional y electrónico, a poco de poner a andar el juego virtual en la provincia. Es la primera decisión de Llaryora objetada de manera unánime por toda la oposición.
El sábado 1º de febrero, Llaryora innovará en el inicio del año legislativo. Abrirá sesiones en Deán Funes, donde estrenará un nuevo eje de gestión: el desarrollo productivo del norte cordobés. Una señal al interior y otra señal a los legisladores, que deberán trasladarse 130 kilómetros para escucharlo.
Todo indica que insistirá también en sus señales al Poder Judicial. El controvertido proyecto de un tribunal de Casación Penal presentado a fin de año por el legislador libertario Agustín Spaccesi quedará en el archivo, pero el oficialismo trabaja en la propuesta de una cámara de Casación Penal y en el Ejecutivo descuentan que Llaryora no se privará de reclamar a la Justicia más cercanía con la realidad y menos internismos. Insistirá en el despliegue territorial del Ministerio Público Fiscal.
Además, repasará cada uno de los puntos que lo diferencian de la política libertaria. Anunciará nuevas obras públicas, repasará los planes de expansión de la Universidad Provincial y reiterará los dos reclamos históricos del peronismo cordobés: el fin de las retenciones a las exportaciones agrícolas y el envío de los recursos que Anses le adeuda a la Caja de Jubilaciones.
Diferenciarse de Milei sin que se enojen los cordobeses es el mandato principal del Panal desde antes que Juez se postulara como el primer mileísta.