El volcán Carrió entró en erupción. La lava de su lengua denunciante quemó a figuras demasiado importantes en Juntos por el Cambio y abrió una grieta con consecuencias todavía impredecibles en el conglomerado opositor.
La líder de la Coalición Cívica escupió ácido. Sin más, aseguró que primeras líneas del PRO –socios de Patricia Bullrich, presidenta del partido– y del radicalismo –apuntó contra el presidenciable y titular de la UCR, Gerardo Morales– están unidas a través de “negocios” con el superministro Sergio Massa, el nuevo hombre fuerte del Frente de Todos.
Carrió dijo en público lo que en charlas informales había asegurado hace algunas semanas cuando visitó Córdoba. “No me calló más”, lanzó ahora, incontenible, en un set de televisión. Como hacía mucho no sucedía, las acusaciones en forma de carpetazos están haciendo crujir al principal espacio opositor. Sus adversario internos aseguran que extorsiona para tener lugares en las listas en 2023.
La “unidad garantizada” de la que habla Carrió al mismo tiempo que denuncia con ferocidad a sus compañeros de espacio quedó asentada sobre un vértice demasiado frágil. El peligro de derrumbe existe, por más intento de contención de daños que se explore en los próximos días.
Es que Carrió tocó acaso la fibra más sensible que le da sentido a Juntos por el Cambio tras la reciente experiencia en el poder: la sospecha de actos ilegales en connivencia con terminales filokirchneristas.
La línea que abrió la exdiputada y que celebra el oficialismo es en extremo peligrosa. Una cosa es que el gobierno de Cambiemos haya fracasado en materia económica, pero otra bien diferente es asegurar que hubo o hay Adanes y Evas mordiendo la manzana podrida de la corrupción. No es difícil imaginar a Javier Milei frotándose las manos, arrodillado frente al altar de la casta crucificada.
Los dichos de la líder Cívica no podrían ser más inoportunos. Se producen en el preciso momento en que los argentinos observan en tiempo real cómo se amontona evidencia por efecto de un alegato judicial que se parece mucho a una autopsia televisada. Se amontonan sobre la camilla pruebas y expedientes donde parece cada vez más evidente que se está frente a un monumental atraco de las arcas públicas perpetrado por Néstor y Cristina Kirchner desde la lejana Santa Cruz en sociedad con el otrora humilde cajero de banco Lázaro Báez.
Un ataque que celebra el PJ cordobés
Como si se tratara de una contratista rural, Carrió fumigó el terreno en el que crece la principal propuesta opositora con chances de llegar al poder nacional en 2023. Parte de esa maleza indeseada forma parte de la dirigencia con la que el gobernador Juan Schiaretti pretende estructurar un espacio nacional “nuevo” y “por arriba” de la grieta, noción que comparte con el radical Facundo Manes, otro de los señalados por “Lilita”, molesta por los supuestos vínculos que el neurólogo tendría con empresario ligados a Massa.
Emilio Monzó y Rogelio Frigerio son dos peronistas de reciente pasado macrista apuntados por Carrió y que tienen coincidencias políticas y varias charlas compartidas con el gobernador cordobés. La líder de la Coalición dijo que el exministro del Interior de Cambiemos “manejaba la caja” de Aysa, la empresa estatal que distribuye agua subsidiada en el Amba y que hoy está bajo el control de Malena Galmarini, la esposa de Massa.
Manes y ese “panperonismo” al que alude Carrió tienen desde ayer más motivos que antes para salirse de Juntos por el Cambio y explorar otras opciones. Es lo más parecido a una lluvia divina del cielo para los incipientes planes de Schiaretti. Además, cualquier fractura de la casa matriz opositora podría generar impacto en la siempre inestable filial local, un frente al que el Panal le presta mucha atención.
Esa nueva puerta que podría abrirse, sin embargo, no sería la única. Con mucho sigilo, referentes de peso de Hacemos por Córdoba se entusiasman con otra posibilidad que hoy no está en el radar de nadie, pero a la que algunos le empiezan a prestar atención.
La semana pasada y desde usinas porteñas llegó la versión de que en algunos importantes despachos del Frente de Todos se estaría evaluando la posibilidad de patear el tablero electoral de 2023. ¿Cómo? La jugada de alto impacto sería derogar las Paso del cronograma electoral.
Hay radicales cordobeses con roce nacional al tanto del ensayo. Creen que, sin primarias obligatorias, la unidad de Juntos por el Cambio sería casi imposible de sostener, lo que mejoraría las chances del oficialismo, en caso de que Massa logre evitar el desbarranque económico y pueda recrear expectativas electorales en el Frente de Todos.
“Hoy no hay nada de eso. Donde se toman estas decisiones dicen que no está en consideración. Es un globo de ensayo. Además, sería imposible de llevar adelante, porque el peronismo también necesita las Paso para contener a los propios, especialmente en el conurbano”, descarta con seguridad un juecista enterado de la versión.
En cambio, en importantes despachos de Hacemos por Córdoba hay algunos que se entusiasman con la posibilidad. Sería, de concretarse, otro volcán en erupción, como Carrió.
