El retador en esta elección, Luis Juez, subió por última vez al ring de esta campaña a las 20.47, cuando el Quality Arena explotaba de fervor, aunque no lucía repleto. Su tercer intento por ser gobernador fue un verdadero rally, repleto de barro, que corrió sin hoja de ruta: hace pocas semanas, en su lanzamiento, estuvieron junto a él Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, los dos precandidatos a presidente. Anoche, el escenario lució sin dirigentes nacionales, aunque quedó claro que Bullrich es la preferida entre los militantes de Juntos por el Cambio: la ovacionaron cuando apareció en un video de respaldo a la candidatura del líder del Frente Cívico.
“Borombombón, borombombón, el que no salta es un traidor”, fue el cántico que eligió el colectivo juvenil de Juntos por el Cambio para amenizar la espera. Horas antes se había confirmado que el exdiputado nacional del PRO y exintendente de Jesús María, Gabriel Frizza, también tropa de Rodríguez Larreta, había pasado a las filas de Martín Llaryora.
Marcos Carasso, el candidato a vicegobernador, fue el encargado de abrir el fuego contra el Gobierno provincial: “Al interior no llega ningún servicio: no hay gas, la electricidad es de mala calidad, en algunos lugares no hay agua. Pero ampoco tenemos una educación que prepare a los jòvenes para insertarse en el desarrollo productivo regional, porque hay un ministro de Eduacación que es un puntero que nos hacía paro todas las semanas y ahora le descuenta los días a los docentes que reclaman por los salarios indignos”, en directa alusión a Walter Grahovac.
En un mismo tren, apuntó a la falta de médicos especialistas y de efectivos policiales en el interior provincial, todo como parte de una estrategia política para despoblar las pequeñas y medianas localidades. “Operan con encuestas truchas diciendo que van ganando. Pero cuando uno recorre la provincia no queda dudas de que hay una amplia mayoría que queremos vivir en paz y con seguridad, que una amplia mayoría quiere que este ciclo termine en Córdoba, y que el 80 por ciento que no quiere que el kirchnerismo entre a Córdoba de la mano de Llaryora”, dijo para encender a la militancia de Juntos.
De Loredo, la previa
Rodrigo de Loredo recibió al público eufórico luego de que Carasso repasara los hitos de los próceres del radicalismo: Raúl Alfonsín, Eduardo Angeloz y Ramón Mestre, el último gobernador radical.
En ese marco de efervescencia, De Loredo dijo que no tenía dudas de que el peronismo estaba “poniendo en marcha la maquinaria que empobrece, porque son la cara de la misma moneda que los kirchneristas”, en relación con la supuesta distribución de prebendas y subsidios. “Esto están haciendo estos tipos”, dijo De Loredo en clave de denuncia.
En esa misma línea, aseguró que el PJ “compró todos los carteles publicitarios”, pese a que la campaña del postulante radical tiene una fuerte presencia en vía pública en desmedro de los carteles de Juez.
Sin dar nombres propios, abonó que el Gobierno provincial “compró periodistas”. Y en un mismo tono agradeció al peronismo por “haber comprado” a los dirigentes de Juntos por el Cambio que emigraron a Hacemos Unidos, como la radical Myrian Prunotto y el “amarillo” Javier Pretto, candidatos a vicegobernadora y a viceintendente por el oficialismo.
Con la vehemencia que lo caracteriza, definió a Martín Llaryora como un “hijo del poder” que “subestimó al pueblo de Córdoba”, y vaticinó un “batacazo” el próximo domingo.
Juez, a escena
A las 21.30, Juez tomó la palabra en su último acto de campaña. Con un cambio de look tras rasurarse la barba que portó en los últimos años, dijo que está “a 48 horas de jaquear al poder”.
Insistió en la tesis de De Loredo: que hay un “relato” construido sobre la base de publinotas. “Nos han hecho creer que alguien puede valorar más una plaza que la seguridad en la parada del colectivo, donde te matan como un perro”, dijo Juez y volvió a la carga contra la prensa.
Igual que De Loredo, Juez enfocó su discurso en críticas al actual Gobierno provincial. “No voy a ser director de espacios verdes, no me vengan con boludeces, después de 25 años de cosmética no hay ningún indicador que nos haga sentir orgullos; son 25 años de corrupción ininterrumpidos”, dijo Juez.
“Por esa altanería propia de los cordobeses, nadie quiere admitir la Córdoba que duele, que ofende, que lastima. Córdoba no está tan lejos de Chaco, ya nadie habla del Neonatal, nadie habla de Blas Correas”, dijo Juez en el clímax de su discurso.
En ese momento, una mujer –presuntamente militante en contra del aborto legal– exhibió un cartel contra Brenda Austin, candidata a legisladora y con un rol activo en la sanción de esa ley cuando era diputada nacional. La situación generó una escaramuza entre el público.
Ofuscado por la situación, Juez dijo una grosería celebrada por la militancia: “Por qué no me chupan un h...; no me arrodillé nunca y menos ahora que voy a ser gobernador de Córdoba”. Dio a entender que el “escrache” había sido montado desde el peronismo.
La devolución del 82% a los jubilados, el aumento salarial a docentes, a policías y a personal de salud y asumir el rol figurativo de ministro de Seguridad fueron las promesas pronunciadas por Juez en su discurso. Pero el foco siempre estuvo puesto en Llaryora: “No elegimos al director de parques y paseos, sino a un gobernador con huevos; no necesitamos un timorato, sino un tipo con autoridad”, dijo Juez de sí mismo.
“Se van a comer una cagada el domingo; el domingo es la hora nuestra, el domingo me toca ganar, el domingo nos toca a quienes venimos a devolverles la alegría a los cordobeses; el peronismo son 25 años de nada”, dijo Juez para cerrar su tercera campaña a gobernador, la primera que encara con todo Juntos por el Cambio unificado detrás de él. Sólo resta contar los votos.
