Desde hace varias semanas, las sesiones de la Legislatura de Córdoba se convirtieron en un escenario montado sobre gritos, show y mucho reels de Instagram. Y lejos de aplacarse, oficialistas y opositores reconocieron que la pirotecnia podrá empeorar de cara a las elecciones legislativas de octubre.
En la última semana en el recinto se dieron dos sesiones: una especial en la que se aprobó el apoyo a Córdoba para que se sancione en el Congreso nacional una ley de financiamiento universitario; y una ordinaria, en la que se adhirió al acuerdo Nación-Provincia por el pago de la deuda de Anses a la Caja de Jubilaciones.
Pero ambos temas quedaron marginados por debates políticos con cargada pirotecnia de verbal.
El País, de España, publicaba hace seis meses un artículo que daba cuenta que “cuando se abre el telón” en el Poder Legislativo, “comienza la teatralización de la política por sobre el debate parlamentario”. La semana pasada, en el Congreso argentino una diputada nacional trató de “gatos” a legisladoras opositoras. Sólo por dar unas muestras.
¿Qué tan lejos está la Legislatura de Córdoba de eso? ¿O eso está pasando? En la sesión del miércoles, cansada de los cuestionamientos de la UCR, la vicegobernadora Myrian Prunotto repitió varias veces: “No voy a permitir que me falten el respeto”.
Primero, un legislador de la oposición y, luego, una oficialista plantearon las llamadas “cuestiones de privilegio”. Una herramienta usada cuando un integrante se ve afectado o deshonrado.
Esto que no pasa de ser un par de pedidos, por ahora, se convirtió en una práctica que los legisladores plantean en cada sesión, principalmente desde la oposición.
La UCR repite hasta el cansancio que Prunotto no les da la palabra, mientras que el PJ está convencido que “hay destrato” hacia quien hoy es la que preside.
A eso se le suma la pirotecnia verbal. Llegó a tal punto que el legislador Omar Tamis (PRO) dijo, antes de hablar de la Caja de Jubilaciones, que se sentía “avergonzado” de ver en lo que se había convertido el recinto.
Se estaba refiriendo a los gritos sobre si se abría o no el debate a dos proyectos sobre la confirmación de la condena a Cristina Kirchner.

Uno de esos proyectos era de la radical Graciela Bisotto, que reconocía la decisión de la Corte; y otro del justicialista disidente Federico Alesandri, que repudiaba el fallo.
El PJ intentó primero no abrir el debate, pero ante la insistencia acordaron las consideraciones. En ese momento, el juecismo ya había dejado el recinto y denunciaba que se “cercenaba la palabra”.
“Hacen circo”, expresó el presidente del bloque de Hacemos Unidos por Córdoba, Miguel Siciliano para criticar al juecismo. Lo hizo un día después de haber regalado bananas a sus pares de la UCR, para tratarlos de “gorilas”.
Lejos de cerrar ese capítulo, el miércoles pidió: “Tráiganme más bananas si hacen falta”.
Qué pasa
¿Por qué se acentuó esta situación? Algunos legisladores que son los que menos se “prenden” en estos cruces aseguran que se hace “mucho lío para las redes sociales”.
“Se pasa de rosca Miguel (Siciliano), esto no pasaba antes”, reconoció un oficialista en relación a la puesta en escena del peronista.
Mientras que otra legisladora del PJ lo defendió: “Tiene que contener la tropa y ser un guerrero para enfrentar a una oposición desorganizada. Lo de las bananas fue su estilo”.
También hay opositores que no se suben al tren. “No nos podemos dejar atropellar”, dijo un radical.
La politóloga española Cristina Monge habla habitualmente de la “democracia de audiencias”. Y repara en que “los políticos priorizan el impacto mediático y la viralización por sobre el contenido y la profundidad del debate”.
Mucho de esto puede verse en la actualidad en la Unicameral: legisladores que llegan con sus community managers, se graban y suben reels a sus redes sociales. Incluso, algunos montan escenarios con carteles y todo.
Se trata de un debate más para las audiencias que se reflejará en las redes. Cada vez son los menos los que no tienen un asesor que les tome fotos o imágenes.
En esta tensión -que no parece disminuir- aparecen dos posturas. Un oficialismo que denuncia que no se respeta el orden del día, ni el acuerdo previo en la Comisión de Labor; y una oposición, que dice sentirse “cercenada en la palabra”.
“Doble vara”
“No tengan doble vara, no sean hipócritas. Nosotros en Córdoba somos coherentes y mantenemos el respeto a las instituciones hace muchos años”, publicó Siciliano esta semana al responder a las acusaciones de la oposición por el silencio de Llaryora y el oficialismo sobre la condena a Cristina.
“Mientras algunos trabajamos con seriedad y con la camiseta de Córdoba puesta, otros siguen apostando al show y a la obediencia partidaria”, se sumó Facundo Torres.
Nadia Fernández, legisladora del PJ, fue un poco más allá. “Vemos que están en una carrera a octubre para congraciarse con Milei... pero es difícil generar una planificación cuando del otro lado tienen jefes como (Luis) Juez y (Rodrigo) De Loredo, de los que dependen pasar saber qué decir y en qué diferenciarse”, le dijo a La Voz.
“Ellos están con la agenda política y no con la agenda de la gente. Jamás se los quiere cercenar, pero o discuten cosas de fondo. Hay falta de oficio y de profesionalismo, no se respeta el orden del día y tienen un alto fraccionamiento interno. Más estudio de los temas y menos Tik Tok”, insistió Fernández.
También Leonardo Limia, legislador justicialista, habló que la Legislatura tiene “discursos agresivos” y alejados del debate de leyes.
“Juntos por el Cambio entró unido y quedó dividido en bloques. Cada uno juega su partido personal, hay mucha interna, ya sea por el posicionamiento De Loredo o de Juez”, aseguró.
La oposición pide acuerdos y la palabra
Walter Nostrala, presidente del bloque del Frente Cívico, remarcó que la Legislatura “tiene un problema de conducción”, y acusó al PJ de no darles la palabra. Aseguró que las sesiones “son caóticas”.
“La responsabilidad de que la Legislatura funcione con normalidad es del cordobesismo porque ellos la presiden. Las sesiones son caóticas por problemas de conducción. El oficialismo con su escasa mayoría alquilada, porque no le sobra nada, por incapacidad, por la soberbia de estar hace 26 años en el poder, no logra acuerdos mínimos”, expresó.
“El motivo principal es que Llaryora no quiere que funcione la Legislatura. Hay paridad, no quiere que se convierta en una caja de resonancia de las críticas a la pésima gestión. Tiene el peor equipo de los últimos 42 años y ningún plan, solo improvisación. Un año y medio y todavía no arrancó. No se banca una Legislatura que controle, que discuta seguridad, salud, educación, la Apross, la obra pública sin rendir cuentas”, insistió.
Alejandra Ferrero, presidenta del interbloque de Juntos por el Cambio, aseguró que hay “acuerdos que no se respetan”.
“La vicegobernadora confronta permanentemente, el presidente del bloque agrede y tira bananas, una falta de respeto tan grande... No hay códigos de una convivencia armónica para que se puedan expresar distintas opiniones y que puedan salir leyes”, expresó Ferrero.
Matías Gvozdenovich, titular de la bancada de la UCR, también apuntó a la falta de acuerdos. “Hay parcialidad ejercida por Prunotto en la conducción. Por ejemplo, en el uso de la palabra: cuando un legislador está fundamentando un proyecto del radicalismo, se escuchan desde el peronismo gritos, insultos, murmullos. La vicegobernadora nunca llama el orden”, se quejó.
“Y a la oposición nunca le aceptó una sesión especial, como por Apross o la inseguridad, jubilados”, resumió.