En su último artículo, titulado “De aquí al 26 de octubre y después…”, Domingo Cavallo ofreció un balance crudo de la situación económica bajo Javier Milei y lanzó un conjunto de advertencias y comparaciones históricas que buscan iluminar la coyuntura.
Lejos de especular sobre el resultado electoral del próximo 26 de octubre, Cavallo colocó la lupa en lo que considera el verdadero desafío: definir un rumbo económico que evite repetir errores y permita a la Argentina acercarse hacia 2027 con estabilidad y crecimiento, como ocurrió tras el Plan de Convertibilidad en 1991.
Y entre las sugerencias más importantes, el exministro le aconseja al Gobierno nacional dejar que el tipo de cambio flote.
El límite de los “conejos de la galera”
El primer diagnóstico de Cavallo apunta al ministro de Economía, Luis Caputo, a quien reconoce habilidad para evitar sobresaltos con maniobras financieras de corto plazo. La más reciente (la eliminación transitoria de retenciones) generó un ingreso extraordinario de U$S 7.000 millones en apenas tres días, lo que permitió acumular reservas y contener el dólar.
Pero Cavallo advierte que ese alivio es fugaz y costoso:
- Impacto fiscal: más de U$S 1.000 millones de pérdida para las arcas públicas.
- Efectos distorsivos: tanto los productores argentinos como los estadounidenses quedaron descontentos.
- Reversión rápida: el dólar comenzó a repuntar apenas días después de la medida.
El problema de fondo, subraya, es que este tipo de “trucos” debilitan la confianza en las reglas de juego y dejan secuelas de mayor inestabilidad futura.
Otro punto neurálgico del texto es la interpretación del respaldo de Donald Trump. Cavallo sostiene que el apoyo del expresidente estadounidense no debe confundirse con una validación del plan económico libertario. Según él, el vínculo se basa en afinidades ideológicas y políticas (anti-woke, anti-China) más que en un compromiso real con la estabilidad argentina.
De hecho, recuerda que Trump siempre rechazó el uso de dinero de los contribuyentes norteamericanos para rescatar a terceros países. En ese marco, el paquete anunciado por el secretario del Tesoro, Scott Bessent -que incluía un swap por U$S 20.000 millones y apoyo financiero adicional- debería leerse más como un reemplazo del swap chino que como un salvataje generoso.
Para Cavallo, insistir en que la corrida cambiaria reciente fue provocada solo por el “riesgo Kuka” (la amenaza electoral kirchnerista) es un error que oculta la raíz verdadera: la política monetaria y cambiaria defectuosa del gobierno, que incubó atraso cambiario y reservas insuficientes para pagar la deuda.
El talón de Aquiles del programa de Milei
Aun reconociendo el “impresionante ajuste fiscal” logrado en estos primeros veinte meses, Cavallo es categórico: sin un cambio profundo en el régimen monetario y cambiario, la Argentina seguirá atrapada en crisis recurrentes.
Propone:
- Eliminación inmediata del cepo cambiario, para personas y empresas.
- Libre flotación del tipo de cambio, sin bandas ni controles.
- Acumulación de reservas suficientes para cubrir servicios de deuda.
- Nueva legislación monetaria y financiera, que prohíba emisión para financiar déficit, habilite la intermediación en dólares y ordene el crédito según el tamaño y tipo de empresa.
En su visión, este viraje no solo es recomendable: será inevitable, porque el FMI y el Tesoro estadounidense lo exigirán como condición cuando reaparezcan las tensiones cambiarias y el riesgo país.
Comparaciones históricas: De la Rúa o Menem
Cavallo también interviene en el debate sobre analogías históricas. Rechaza la comparación con el final de Fernando de la Rúa en 2001, que según él no guarda relación con la situación actual.
En aquel entonces, recuerda, existía un consenso político y económico a favor de la pesificación y el default, empujado por sectores empresarios y dirigentes como Duhalde y Alfonsín, lo que terminó dinamitando el sistema.
La comparación válida, afirma, es con el gobierno de Carlos Menem en 1989-1991. Allí también se enfrentó una herencia catastrófica, inflación altísima y recesión.
Tras veinte meses de incertidumbre, Menem optó por un giro pragmático y lanzó el Plan de Convertibilidad, acompañado de reformas estructurales y eliminación definitiva de retenciones.
Cavallo subraya que Milei atraviesa una encrucijada similar: su éxito dependerá de abandonar dogmatismos y organizar una nueva arquitectura monetaria, cambiaria y financiera, como lo hizo Menem.
El texto cierra con reflexiones políticas. Cavallo contrasta el pragmatismo de Menem, capaz de sumar colaboradores de orígenes diversos y negociar con la oposición, con el dogmatismo de Milei, a quien acusa de carecer de flexibilidad y olfato político.
Mientras Menem evitaba remover ministros por capricho y cultivaba un estilo cordial para lograr consensos, Milei parece atrapado en la exigencia de lealtad ideológica y personal.
Cavallo sugiere que si Milei logra imitar la apertura y capacidad de negociación de Menem, podría conducir al país hacia un nuevo ciclo de reformas duraderas. Si persiste en la rigidez y en medidas de corto plazo, corre el riesgo de repetir el fracaso de gobiernos anteriores.
Una hoja de ruta hacia 2027
El exministro concluye delineando un marco legislativo que considera indispensable:
- Prohibición de emisión para financiar déficit.
- Libre convertibilidad del peso.
- Intermediación financiera en cualquier moneda.
- Depósitos y créditos en dólares regulados con encajes.
- Mercado de capitales como fuente principal de financiamiento empresarial.
Ese andamiaje, asegura, tendría un efecto similar al de la Ley de Convertibilidad en 1991: crear un clima de estabilidad para encarar un ciclo de crecimiento sostenido.