La vicepresidenta Victoria Villarruel metió bisturí en su estructura política y desplazó a importantes funcionarios del Senado de la Nación, incluyendo las tres patas de su mesa chica: Juan Martín Donato, Gaspar Bosch y el cordobés Emilio Viramonte Olmos.
Viramonte Olmos se había incorporado al equipo de la vicepresidente a mediados de 2024. Primero, colaboró en la coordinación de las direcciones generales y en febrero de este año se hizo cargo de un resorte clave en el Senado: la Secretaría Administrativa.
Sin embargo, por falta de sesiones, su cargo de formalizó en la sesión del 7 de mayo, el día en que se trató el proyecto de ficha limpia. Estuvo en su puesto 16 días: el 23 avisó que dejaba el cargo. Ahora, Villarruel debe buscar un reemplazo que tenga el aval del pleno de la Cámara Alta.

También dejaron sus cargos Donato, quien fue jefe de los “villarruelines” y director de Atención Ciudadana del Senado, y Bosch, director de Comunicación Insitucional. Ambos tenían posiciones críticas hacia la Casa Rosada y fueron centrales en la escalada de la interna entre la vicepresidenta y Javier Milei.
Villarruel parece haber regresado a la pata militar para esta nueva etapa. Incorporó al círculo chico al consultor “Pato” Russo y a los exmilitares Claudio Gallardo y Juan Manuel Gestoso Presas.
Gallardo fue director de Inteligencia del Ejército y desde noviembre de 2024, ocupa la Dirección de Seguridad del Senado. Se sospecha que con él llegarán al entorno vicepresidencial exoficiales de Inteligencia.
Como subdirector de Control de Gestión del Senado fue designado Gestoso Presas, quien ordenó destruir dos libros de la guardia del Hospital Militar de Salta en el que se habían registrado nacimientos entre principios de los ’70 hasta mediados los ’90, por lo que estuvo imputado por obstruir la investigación judicial respecto de los bebés desaparecidos por la dictadura. Fue sobreseído por la prescripción del delito.