En un cierre de año convulsionado en el Congreso, Martín Menem va por la reelección como presidente de la Cámara de Diputados. La sesión preparatoria se realizará el próximo miércoles y el riojano no tendría dificultades para ser revalidado en el cargo, aunque llega incómodo por las denuncias de un supuesto pacto con el kirchnerismo y el fracaso de la Ficha Limpia que promovía el PRO.
Menem tiene la confianza absoluta de la secretaria general de Presidencia, Karina Milei, a quien recibe en su despacho y acompaña en las giras por el país. A diferencia de la vicepresidenta Victoria Villarruel, totalmente distanciada de los hermanos Milei, Menem mostró lealtad al Gobierno y siguió a rajatabla el libreto oficial desde un ámbito que, producto de la inexperiencia, le costó maniobrar.
Aunque la figura de Menem no despierta gran entusiasmo en la oposición, ningún bloque parece dispuesto a voltearlo. Si bien hay versiones que desde hace meses hablan de Cristian Ritondo, Miguel Pichetto o Emilio Monzó como posibles sucesores, ninguna termina de cobrar fuerza y el ánimo predominante es dejar que el tercer escalón de la línea sucesoria presidencial siga en manos de La Libertad Avanza.
Incluso el PRO se muestra, hasta el momento, en esa actitud. “El PRO siempre fue institucionalista. No está en discusión ni en duda apoyar a Menem para que presida la Cámara. Es una decisión que toma el presidente de la Nación”, aseguró una fuente del bloque conducido por Ritondo, que descartó que las diferencias por la Ficha Limpia hayan alterado el escenario.
Unión por la Patria definirá su postura en una reunión prevista para el martes a las 18. Tanto el jefe del bloque, Germán Martínez, como Menem niegan de forma rotunda que haya existido un acuerdo para la reelección del riojano a cambio de “blindar” a Cristina Kirchner con el boicot a la sesión por la Ficha Limpia, tal como denunciaron diputados como Nicolás Massot.
La UCR, al mando de Rodrigo De Loredo, y Encuentro Federal, el bloque de Pichetto, también discutirán posición, con más voces a favor de no poner palos en la rueda. Los radicales disidentes de Democracia para Siempre se encaminan a la abstención, al igual que el Frente de Izquierda, que históricamente adopta esa postura.
El papel de Menem
La relación de Menem con los bloques dialoguistas fluctuó a lo largo del año. Las fricciones más fuertes se dieron con Encuentro Federal, donde lo acusaron en varias oportunidades de “romper acuerdos” y de no poner “orden”. Los desencuentros más fuertes se produjeron a mitad de año, cuando Monzó fue excluido de la Bicameral de Inteligencia y el bloque frustró sorpresivamente una sesión.
Ahora, cerca de Menem destacan que el vínculo con los bloques es “óptimo” y resaltan que existió un “aprendizaje” desde las primeras fricciones por la Ley Bases hasta hoy. En ese camino, el titular de la Cámara se rodeó de una “mesa chica” integrada por tres personas: su primo, Eduardo “Lule” Menem, en la parte política; su sobrino Sharif Menem en la parte administrativa y logística; y el secretario Parlamentario de la Cámara, Adrián Pagán, en la parte técnica y reglamentaria.
En la última semana de ordinarias, Menem cumplió con los cuatro pedidos de sesión de diferentes bloques (incluso uno dudoso, el del radical Martín Tetaz, que pretendía tratar una reforma sindical que no contaba con dictamen). También se jactó de ser imparcial en la ejecución del reglamento, al no dar lugar a ningún pedido de prórroga una vez superada la media hora de tolerancia para reunir el quórum.
Los gestos políticos fueron acompañados por otros de convivencia cotidiana. “Hubo un cambio de actitud”, reconoció un experimentado legislador. “De repente empezaron a andar los aires acondicionados, los ascensores, y nos dan salones”, ironizó otro. “Está más permeable y pragmático”, reconocen cerca de Menem.
Mientras tanto, no descuidó el leitmotiv libertario y aplicó un fuerte ajuste en la Cámara. “No hubo motosierra; hubo una topadora”, se enorgullecen en Presidencia de Diputados. Allí preparan un informe de unas 400 páginas, que difundirán en la previa de la sesión preparatoria, con los números de los recortes y también de la actividad parlamentaria.
Menem avanzó con una poda de contratos, la eliminación de cargos jerárquicos, la reducción de la flota oficial de vehículos y de pasajes aéreos, y la supresión de la pauta publicitaria de la Cámara, que su antecesor Sergio Massa había engordado. También puso fin a un contrato para acceder a “salones VIP” en aeropuertos, entre otras medidas.
La austeridad llegó a su extremo con el congelamiento de las dietas de los diputados, a contramano de los polémicos aumentos que se dieron los senadores. Aunque luego Menem otorgó incrementos discrecionales, la brecha con la Cámara alta sigue siendo grande y es motivo recurrente de quejas de legisladores del interior del país, que ven complicarse su estadía en Buenos Aires.
Por otra parte, en la sesión del miércoles también deberán renovarse las restantes autoridades de la Cámara, que se mantendrían intactas: Cecilia Moreau (Unión por la Patria) en la vicepresidencia primera, Julio Cobos (UCR) en la segunda y Silvia Lospennato (PRO) en la tercera, además de secretarios y prosecretarios.