Es probable que no se haya enterado, pero Javier Milei tuvo otro motivo para festejar, además de sostener su veto a la ley que les otorgaba para este año más fondos a las universidades públicas: el debate por la anulación de la ley produjo grietas en el PJ cordobés y en el radicalismo. Luis Juez también quedó incómodo en esta discusión política.
La ausencia por enfermedad de la diputada Alejandra Torres, acreditada con dos certificados médicos, produjo una inesperada grieta entre los cinco diputados que responden al gobernador Martín Llaryora y al exgobernador Juan Schiaretti.
Salvo el schiarettista Carlos Gutiérrez, los otros tres diputados (el llaryorista Ignacio García Aresca, el democristiano Juan Brügge y la delasotista Natalia de la Sota) no quedaron convencidos de los argumentos de Torres para justificar su ausencia.
Mejor dicho, no descreen de que haya tenido Covid, pero suponen que podría haber hecho “un esfuerzo” para ir a la sesión, en la que los oficialistas cordobeses votaron en contra del veto presidencial.
Consideran que la ausencia de Torres le produjo un costo político a Llaryora, quien, como pocas veces hizo antes, ahora pidió de manera expresa a sus legisladores que rechazaran el veto de Milei.
La banca vacía que dejó la diputada cordobesa generó interpretaciones y especulaciones, algunas disparatadas, sobre todo en medios porteños.
Desde el kirchnerismo, se alertó de un supuesto acuerdo de Llaryora con la Casa Rosada para colaborar con una ausencia. Esta versión, tal vez, se alimentó por los elogios del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, al PJ cordobés, en una entrevista exclusiva con La Voz, el martes pasado.
Distintas fuentes del oficialismo negaron de plano estas versiones. Y hay hechos que corroboran esta negativa. Por ejemplo, la áspera charla telefónica que el llaryorista García Aresca tuvo con la propia Torres.
Es decir, el gobernador Llaryora quería que los cinco rechazaran el veto libertario.
No obstante, cuando se habla con los protagonistas, asoman las diferencias. Y es que los roces entre los diputados que responden al oficialismo cordobés no son nuevos ni se produjeron por el debate del veto al aumento a las universidades.
Los cinco diputados tienen matices ideológicos. Y también, distintas referencias políticas. Por ejemplo, García Aresca es uno de los dirigentes de mayor confianza de Llaryora. Como Gutiérrez lo es de Schiaretti.
Natalia de la Sota no tiene relación con el último exgobernador, y preserva un diálogo distante con el mandatario provincial. El democristiano Brügge llegó al oficialismo provincial de la mano de José Manuel de la Sota y hoy es un líbero, aunque alineado con el poder cordobés.
Alejandra Torres fue funcionaria de Schiaretti y de Llaryora, pero su pensamiento ideológico está más cerca del de Milei que del de los dos referentes peronistas cordobeses.
Matices que el veto libertario convirtió en una grieta, que existe aunque en el oficialismo se esmeren en tratar de desdramatizarla.
Interna radical
Por su parte, los cuatro radicales que votaron en contra de la ley de financiamiento universitario (otro se abstuvo) alimentaron la fuerte interna en el radicalismo nacional, y también cordobés.
Rodrigo de Loredo, presidente del bloque radical en Diputados, quedó otra vez en el ojo de la tormenta. El cordobés no pudo evitar que cinco miembros de su bancada fueran claves en el nuevo triunfo político de los libertarios en el Congreso.
De Loredo se ilusionó con que los cinco “rebeldes” se ausentaran o se abstuvieran, como indicaba un acuerdo de palabra en el bloque. No fue así. Cuatro –entre ellos, el cordobés Luis Picat– votaron en contra de la ley que impulsó el propio radicalismo.
El bloque radical tendrá desprendimientos. Es poco probable que estos cinco diputados sigan bajo la conducción de De Loredo.
Dicen que De Loredo habló mucho con Picat. Trató de convencerlo de que no votara en contra de la ley, norma que el propio De Loredo fogoneó. No lo consiguió.
Más temprano que tarde, sus propios correligionarios ven al exintendente de Jesús María sumarse a las “fuerzas del cielo”, es decir, a La Libertad Avanza.
Los cinco radicales colaboracionistas con el Gobierno están más cerca de armar su propio bloque. Habrá que ver.
Por su parte, Luis Juez –como senador que es– no participó de este debate que terminó en Diputados. Sí votó en coincidencia con la oposición cuando la ley se trató en la Cámara Alta, pero hace equilibrio para sostener la relación personal que construyó con el presidente Milei.
Juez preside el bloque del PRO en el Senado. Su postura antikirchnerista lo acercó al Presidente, pero su estrategia legislativa está más cerca del “apoyo crítico” que muestra Mauricio Macri con el Gobierno que del alineamiento incondicional que exige, por ejemplo, el poderoso asesor presidencial Santiago Caputo.
El veto a la ley presidencial produjo ruido en el PJ cordobés, en la UCR y en el juecismo. Ahora se viene una discusión más profunda, y tal vez más decisiva: el debate por el Presupuesto 2025.
Sin buscarlo, Milei generó grietas en los principales espacios políticos cordobeses. Las secuelas no terminaron, cuando todos están mirando el año electoral que se avecina. Y la moneda está en el aire cuando se habla de estrategias y de alianzas electorales.
