Faltan poco más de cinco meses para el cierre de listas para las elecciones legislativas. El 17 de agosto quedará expuesto el menú de candidatos y de opciones políticas. Diez días antes, el 7 de ese mes, habrá un primer corte con el vencimiento del plazo para la inscripción de alianzas. Ambos días están marcados con resaltador en el almanaque del oficialismo provincial. Pero el plan para llegar de la mejor forma posible a ese momento y encarar esa batalla legislativa está en marcha desde hace semanas en el Panal.
Mientras Martín Llaryora ecualiza su relación con el presidente Javier Milei, evitando apoyar cualquier cosa que pueda ser leída como oposición explícita al libertario –como no acompañar iniciativas en el Congreso que impliquen debatir el criptoescándalo de $Libra–, hay otros actores del peronismo ocupados en la tarea específica de ampliar el margen de maniobra electoral en octubre.
El primer paso de esa jugada fue ejecutado en el Congreso. La senadora Alejandra Vigo y los diputados y diputadas alineados al gobernador Martín Llaryora y al exgobernador Juan Schiaretti votaron con decisión la suspensión de las Paso.
El ahorro económico que representaba esa “cara encuesta” es apenas un detalle secundario en la argumentación del peronismo cordobés. En el fondo, hay un planteo estratégico. El punto es pragmático y funcional, y nunca será reconocido como un aspecto decisor para apoyar la pausa de las Paso. Sucede que, sin primarias, la oferta electoral será más amplia para los comicios fijados para el 26 de octubre. Y eso es precisamente lo que quiere Llaryora. Es una llave clave para ampliar las posibilidades de hacer una mejor elección en un contexto general siempre complejo para el oficialismo cada vez que hay comicios nacionales de medio término.
Chau, piso; hola, fragmentación
La caída de las primarias supone, entre otras cosas, eliminar el corte de 1,5% de votos válidos necesarios para que una fuerza política o alianza supere el filtro y se gane el derecho de pugnar por las bancas en juego.
Sin Paso, entonces, proliferarán los sellos partidarios. Quienes tengan partidos políticos en regla, podrán competir sin la restricción del 1,5% que ha sido un duro tamiz en las elecciones pasadas para la mayoría de las nuevas fuerzas políticas. La Libertad Avanza, de más está decirlo, es una excepción del sistema.
Por ejemplo y para tener una dimensión de lo que representa la eliminación de las Paso en cuanto al menú electoral, vale repasar lo que sucedió en 2023. En esos comicios, que son la última referencia, para la categoría “diputados” hubo 15 partidos y/o alianzas que se anotaron y participaron de las elecciones primarias por el distrito Córdoba. Sin embargo, sólo cinco pasaron el corte del 1,5% (La Libertad Avanza, Hacemos por Nuestro País, Juntos por el Cambio, Unión por la Patria y el Frente de Izquierda). Ese quinteto terminó jugando “por los puntos”, que fueron las nueve bancas para la Cámara Baja, el mismo botín que estará en disputa este año. La gran diferencia es que ahora podrán participar –si así lo desean– los 15 espacios políticos en la única elección general que habrá. Se terminó el filtro. Todos juegan. Entonces, hay margen para operar en ese tablero.
Manos a la obra
Los estrategas del oficialismo provincial tienen bien claro este panorama que abrió la suspensión de las Paso, y ya están manos a la obra identificando partidos y peinando el perfil de cada agrupación.
Algunos de estos espacio son verdaderos sellos de goma que sólo buscaban en cada elección hacer negocios con la impresión de las papeletas pagadas por el Estado. Ese curro se terminó con la implementación de la boleta única nacional, pero ahora se armó otro quiosco para los que estén dispuestos a alquilar sus rótulos partidarios. A esos apunta el oficialismo.
Con La Libertad Avanza como máximo favorito, la idea inicial del oficialismo es intentar fragmentar el voto libertario. Para eso, alentará y ¿financiará? candidaturas de dirigentes libertarios no contenidos por la estructura que en Córdoba comanda Gabriel Bornoroni. Hay varios heridos y marginados que ya hablan con operadores del peronismo.

Atomizar el voto que pueda ser afín al oficialismo nacional es un objetivo trazado en el Centro Cívico. También se busca “comerle” votos a otras fuerzas de centroderecha. Todos suma, razonan en el oficialismo. Ya hubo contactos con titulares de partidos y con posibles candidatos para esas aventuras.
Hay pocas cosas tan viejas en la política como la idea dividir en varias canastas el voto del rival. El peronismo es experto en esto menesteres. Y lo ha usado para beneficio propio y también para influir en escenarios en los que no tenía chances de ganar. Un ejemplo de ese manejo se dio en 2015, cuando Ramón Mestre fue por la reelección en la Capital. El PJ no sólo no quería ganar esa elección con su candidato Esteban “Tito” Dómina. José Manuel de la Sota todavía pensaba que el bipartidismo era lo mejor para mantenerse en el poder. Por eso en el tramo final de ese aquel proceso electoral, el fallecido gobernador se asustó con la posibilidad de que el outsider Tomás Méndez se quedara con el triunfo. Preocupado, mandó a sumar candidatos para fragmentar el voto. El resultado terminó siendo favorable para Mestre, que logró su segundo mandato municipal.
En el Panal imaginan un escenario parecido. De muchos candidatos en el tablero y un peronismo cordobesista fuerte y unido. Es parte del combo que tienen en mente operadores llaryoristas para mostrarle a Schiaretti que no es imposible ganar la elección legislativa y torcer su negativa de postularse. Como siempre, el intento por moldear al rival está en marcha.