Desde que asumió como Papa, Jorge Bergoglio incomodó a las élites económicas del norte global. Habló de “una economía que mata”, denunció la idolatría del dinero y pidió poner al ser humano por encima del mercado.
Su mirada sobre la economía no surgió en el Vaticano, es una herencia que llevó al papado desde Argentina.
Una de las frases más citadas del papa Francisco apareció en su primera exhortación apostólica, Evangelii Gaudium (2013), donde lanzó una crítica directa al modelo económico dominante: “Así como el mandamiento de ‘no matar’ pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir ‘no a una economía de la exclusión y la inequidad’. Esa economía mata”.
Traducido, el mensaje decía: el sistema global produce pobreza estructural, y no por accidente.
Desde entonces, Francisco repitió esa denuncia en discursos, entrevistas y cartas encíclicas. En lugar de poner el foco en el mérito individual, apeló a la justicia distributiva y al rol del Estado en garantizar derechos básicos.
El mercado como ídolo
En más de una ocasión, criticó la lógica de mercado como absoluto. En Laudato Si (2015), su encíclica sobre medioambiente y desarrollo, escribió: “El mercado por sí mismo no garantiza el desarrollo humano integral ni la inclusión social. La especulación financiera con la comida es un escándalo que amenaza la seguridad alimentaria de millones”.
La idea de que el mercado “todo lo resuelve” fue una de las grandes oposiciones filosóficas entre Francisco y los defensores del liberalismo económico. No casualmente, figuras de la ultra derecha lo calificaron de “comunista”, “nefasto” y “enemigo de la libertad”.
Justicia social y pensamiento latinoamericano
Formado en el peronismo socialcristiano y en contacto estrecho con curas villeros y movimientos populares, Bergoglio llevó al Vaticano una visión marcada por la experiencia latinoamericana.
Su noción de “pueblo” como sujeto político y su defensa del trabajo como derecho esencial conectaron con el pensamiento de teólogos como Lucio Gera, Helder Câmara y Enrique Dussel.
En una reunión con movimientos sociales en Bolivia (2015), dijo: “Queremos un cambio, un cambio real, un cambio de estructuras. Este sistema ya no se aguanta. No lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan los pueblos”.
Y agregó: “La tierra, el techo y el trabajo, por lo que ustedes luchan, son derechos sagrados”.
Una “nueva economía” para los jóvenes
Francisco promovió espacios de discusión y formación. En 2020 impulsó el evento “La economía de Francisco”, un encuentro con jóvenes economistas y emprendedores de todo el mundo para pensar modelos alternativos de desarrollo.
Allí afirmó: “Necesitamos una economía diferente, una economía que haga vivir y no mate, una economía que incluya y no excluya, una economía que humanice y no deshumanice”.
El mensaje apuntó a romper con la lógica de la maximización de beneficios como único objetivo, y llamó a integrar variables como la sostenibilidad, la equidad y el bien común.
¿Un papa de izquierda?
Para muchos en Europa y Estados Unidos, el mensaje económico de Francisco resultó incómodo. Lo acusaron de populista, antiliberal o directamente de marxista. Pero el propio Papa se defendió: “Los comunistas nos han robado la bandera. La bandera de los pobres es cristiana”. lo dijo en una entrevista con Il Messaggero en 2014.
Este es un fragmento de esa entrevista, donde el Papa responde sobre cómo lo calificó un medio económico muy influyente.
-Usted pasa por ser un Papa comunista, pauperista, populista. The Economist, que le ha dedicado una portada, afirma que habla como Lenin. ¿Se reconoce en estos modelos?
-Yo digo solo que los comunistas nos han robado la bandera. La bandera de los pobres es cristiana. La pobreza está en el centro del Evangelio. Los pobres están en el centro del Evangelio. Tomemos Mateo 25, el protocolo sobre el que seremos juzgados: tuve hambre, tuve sed, estuve en la cárcel, estaba enfermo, desnudo. O miremos a las Bienaventuranzas, otra bandera. Los comunistas dicen que todo esto es comunista. Sí, como no, veinte siglos después. Así que cuando hablan, se les podría decir: pero vosotros sois cristianos (se ríe).
Un papa del sur
Más que un papa de izquierda, Bergoglio actuó como un “papa del sur”, coinciden muchos. Su experiencia en una región con altos niveles de desigualdad, informalidad laboral y concentración de la riqueza definió su modo de leer la economía.
En ese sentido, propuso una crítica moral y política al sistema, anclada en la dignidad de los excluidos.
A diferencia de otros pontífices más diplomáticos, Francisco eligió incomodar. Su modo directo de hablar de economía generó entusiasmo en movimientos sociales, sectores progresistas y grupos eclesiales de base, pero lo enfrentó a buena parte del poder político y financiero mundial.