No se trató de una declaración de guerra, porque no es parejo el nivel de beligerancia de las distintas provincias y porque el Presidente sigue teniendo más imagen positiva que negativa. Pero en la última semana los gobernadores le mostraron las armas al gobierno de Javier Milei. Y lo hicieron en bloque.
El día después de la foto de los 23 mandatarios provinciales “preocupados” por la caída en el envío de recursos y la falta de obras nacionales, hubo una demostración en el Congreso de lo que pueden hacer los lejanos jefes provinciales a los que el Presidente sólo se refiere para decirles que bajen los impuestos y a quienes con frecuencia trata de “degenerados fiscales”. El ministro de Economía, Luis Caputo, volvió a llamarlos de ese modo el miércoles.
Pese a la amenaza de veto, ratificada una y otra vez por el Gobierno, la Cámara de Diputados dio media sanción a un aumento para los jubilados, reactivó la moratoria previsional y declaró la emergencia del maltratado sistema de atención a la discapacidad.
Quedó en evidencia que los gobernadores instruyeron con precisión a sus diputados, y el caso de Martín Llaryora fue de los más explícitos: los cinco votos cordobesistas se unieron a la oposición, incluyendo por primera vez en 18 meses el alineamiento de Natalia de la Sota –opositora permanente de Milei– y el del dirigente del PRO Oscar Agost Carreño, alineado al llaryorismo. Ese es el máximo poder de fuego del oficialismo provincial.
¿Llaryora abandonó el dialoguismo? En el Panal aseguran –como lo hicieron desde el primer día de Milei– que seguirán apoyando las iniciativas vinculadas al ordenamiento macroeconómico, siempre que no vayan en contra de los intereses de Córdoba. Ahora agregan que votarán en defensa de los sectores afectados por el ajuste, que no son pocos.
“No somos kirchnerismo y tampoco anarcocapitalismo, no nos corren más con esa polarización”, repiten los llaryoristas, al tiempo que recuerdan que hubo apoyo en numerosas medidas del Gobierno y que ahora mismo la Provincia adhiere a la reglamentación para facilitar el uso de los “dólares del colchón”.
En cambio, hay críticas cada vez más duras del Panal a la Nación por el desfinanciamiento de la asistencia a la discapacidad, que pone en jaque a instituciones tan señeras como Apadim o el Cottolengo Don Orione. También se observan estrategias cada vez más marcadas para manifestar el rechazo al ajuste en las universidades, a la desarticulación del Inta o al abandono de las rutas nacionales.
La Legislatura de Córdoba sesiona cada 15 días porque escasean los proyectos de ley, pero continuará con sesiones especiales para declararse en contra de Milei: días atrás fue una sesión especial contra las retenciones; ahora viene otra contra el desfinanciamiento de la educación nacional. No está claro si el objetivo principal es marcar distancia con el proyecto libertario o incomodar a radicales y juecistas, que mayoritariamente evitan criticar a La Libertad Avanza porque aspiran a una lista conjunta en octubre.
Todo indica que el acuerdo de los gobernadores fue forzar en el Congreso la negociación que Milei negó de manera permanente a las provincias. Seguramente el Senado transformará en leyes la suba jubilatoria y la emergencia en discapacidad, y luego llegarán los anunciados vetos presidenciales.
Llaryora, como muchos de sus pares, cree que ahí puede comenzar la primera negociación de las provincias con la Nación. O al menos el primer diálogo en el que no los traten de “degenerados fiscales”. Claro que, para entonces, es probable que varias provincias no puedan pagar sueldos.
Octubre ya es presente
Rodrigo de Loredo colaboró el miércoles con el Gobierno ordenando a su bloque radical que no diera cuórum –le obedecieron parcialmente– y después maniobró para respaldar algunos artículos aislados de los proyectos, para no desdecirse de las propuestas del radicalismo ni generar rispideces con el mileísmo.
Es cada vez más compleja la decisión electoral de la UCR de Córdoba, y De Loredo corre el riesgo de terminar con su partido en llamas para quedar en tercero o quinto lugar de la lista de Milei. “Puede ir primero con la lista 3″, responden con sorna los armadores libertarios. Es un claro ejemplo de que negociar con Santiago Caputo no siempre supone contar con el aval de Karina Milei. El universo libertario es indescifrable para todo el arco político.
En los últimos días también fue complicado para Luis Juez el intento por mantener su discurso en respaldo de los programas de asistencia a las personas con discapacidad sin cuestionar al Gobierno nacional. Su ductilidad discursiva es lo que más valoran los libertarios. Mucho más que “la estructura” que el senador les promete a los mileístas para la elección de octubre. Claro que Juez tiene muchos menos problemas que De Loredo: no necesita renovar su banca y tampoco hay nadie que lo contradiga en su partido.
Lo real es que en la oposición cordobesa unos y otros dependen de la lapicera libertaria. En el oficialismo cordobés, en cambio, a la lapicera la tiene Llaryora, pero a la decisión la tiene Juan Schiaretti. Ninguno de los movimientos del exgobernador anticipan si será candidato en octubre.
En la semana en que Cristina Fernández de Kirchner confirmó que será candidata a legisladora bonaerense –si es que la Corte Suprema de Justicia de la Nación no obstruye esa vía habilitando la detención domiciliaria y la inhabilitación política–, también reapareció Schiaretti en Buenos Aires con un discurso muy crítico del “ajuste a los hachazos” y una reivindicación cordobesista de equilibrio fiscal “con la gente adentro”.
En los últimos seis días, Schiaretti protagonizó una disertación en la Universidad de Morón, una reunión de tres horas con el radical Facundo Manes –luego de señales elocuentes de cercanía con el gobernador santafesino Maximiliano Pullaro–, un encuentro con más de 70 dirigentes peronistas en Tigre, y su agenda se multiplica en el Gran Buenos Aires, pero ilusiona al peronismo de Córdoba, que lo quiere de candidato en octubre para no perder por goleada.
Sin Schiaretti, además, el peronismo tendrá problemas adicionales. Por ejemplo, el muy probable desafío de Natalia de la Sota a Llaryora. La diputada –muy crítica del habitual posicionamiento de su bloque– ratifica que será candidata y que de ningún modo lo será en la lista del kirchnerismo. Puede haber tres variantes del PJ.
Sin el exgobernador, la complejidad mayor será la que deba asumir Llaryora a la hora de hacer la lista.
