Los cinco diputados radicales que se reunieron con el presidente Javier Milei el martes –día previo a la sesión en la que el oficialismo logró evitar la reversión del veto que frenó la actualización de las jubilaciones– mostraron una instantánea reveladora del errático presente en el que se inscribe el devenir de la Unión Cívica Radical.
A la foto, de la que participó el cordobés Luis Picat, le sobraron sonrisas y le faltó coherencia.
Al igual que otros cuatro diputados de la UCR, el legislador nacional y exintendente de Jesús María modificó su voto bajo el argumento de que mantener su posición era ser “funcional al kirchnerismo”. Es curioso que Picat no haya razonado de la misma manera en junio, cuando no sólo defendió y votó una posición contraria sobre la necesidad de auxiliar a los jubilados, sino que también estampó su firma en el dictamen que luego fue aprobado en el recinto por 33 de los 34 miembros que forman parte de la heterogénea bancada que preside el también cordobés Rodrigo de Loredo. Ayer, los votos radicales se redujeron a 26.
Picat explicó su postura en X (anteriormente Twitter). Antepuso la defensa del equilibrio fiscal, recordando que la Ley de Administración Financiera prohíbe aprobar leyes sin el debido financiamiento, aunque obvió esto cuando firmó el dictamen.
Desde que Milei gobierna el país, ha sido sumamente desconsiderado con el radicalismo. Ya lo era cuando participaba en programas de televisión y golpeaba muñecos con la cara de Raúl Alfonsín, uno de los íconos del partido. Hay archivos suficientes para hacer películas completas con descalificaciones de ese tipo, un maltrato que aún continúa.
Sin embargo, en nombre de una institucionalidad necesaria pero que desde hace un cuarto de siglo no ha sido recompensada por la sociedad con un aluvión de votos en las urnas, el radicalismo sigue poniendo la otra mejilla.
Hay dirigentes que parecen extraviados. Algunos parecen haber cursado maestrías en resistir los azotes de Milei, quien ha dicho hasta el hartazgo que los desprecia. Algunos, incluso, creen posible fundirse en alianzas para las elecciones legislativas del próximo año.
Un favor inconmensurable
A pesar de ser reducidos a la categoría de “ratas” por el jefe del Estado, importantes dirigentes de la UCR siguen esperando un “gracias” que parece difícil que llegue en algún momento. Y eso que Milei tiene motivos sobrados para estar agradecido al radicalismo.
Por ejemplo, sin la presencia en el recinto del senador Martín Lousteau, La Libertad Avanza no hubiera reunido el cuórum suficiente para aprobar la Ley Bases, el corazón de las reformas del gobierno libertario. En Diputados, el bloque radical aprobó en general y mayoritariamente esa norma fundamental para el Gobierno, y aun así fueron azotados mientras el texto era debatido.
Ayer, el favor fue inconmensurable. Al margen de colaborar con la defensa del veto jubilatorio, un sector de los radicales sumó su voluntad para otro veto que subyace en la reciente votación y que, en términos políticos, es aún más relevante para el Presidente. Y es así porque la decisión le garantiza salir de la zona de peligro en la que había quedado por su minoría parlamentaria, la cual incluso había envalentonado a algunos kirchneristas con la desmesurada amenaza del juicio político.
Milei demostró ahora que puede resistir los dos tercios de la oposición. Y exhibe ese trofeo no con cualquier ley: si hay diputados de la UCR dispuestos a votar en contra de que los jubilados reciban una actualización de 15 mil pesos en promedio, no parece difícil imaginar qué harían esos mismos legisladores si lo que está en juego es el cargo presidencial. Al fin un blindaje radical como la gente.
Gracias a este estado líquido en el que naufraga el radicalismo, el Presidente se da el gusto de exhibir ese poder una semana después de haber expulsado a un senador y a una diputada de su minoritario bloque legislativo. Ni a los guionistas de la aclamada serie política House of Cards se les hubiera ocurrido un giro de ese tipo. Como Menem, Milei lo hizo.
Las ayudas radicales no terminan ahí. En el Senado, el bloque de la UCR aún no ha sentado postura sobre la nominación a la Corte Suprema de Justicia del controversial juez Ariel Lijo. Síndrome de Estocolmo le llaman a la reacción afectiva que tiene una víctima ante el sometimiento de quien abusa de ella.
Impacto local
Ese posicionamiento errático a nivel nacional también tiene connotaciones en el plano local. El oficialismo provincial se frota las manos. No dejó pasar ni una hora para difundir en las redes sociales mensajes con imágenes de pasacalles en los que se acusa a De Loredo y Picat de “traicionar” a los jubilados. El apuntado es el jefe de bloque, quien a pesar de mantener su voto para revertir el veto, quedó señalado por no controlar a su propia tropa.
En el peronismo, sin embargo, hay quienes creen que hay que regular el nivel de ataque contra el líder del radicalismo. “Pegarle mucho a Rodrigo significa dejarle la cancha servida a Juez. No nos tenemos que pasar de rosca”, ajustan en el Panal, siempre ocupados en lo que pasa en la vereda de enfrente.
