La situación se repite cada vez que en la provincia de Córdoba se vota para cargos nacionales. El fenómeno sucede desde octubre de 2015 y se manifestó con claridad, sin excepciones, hasta 2021: Juntos por el Cambio se hace del grueso del electorado que en las elecciones provinciales se inclina por el peronismo. La conclusión es obvia: ambos espacios comparten votantes, que fluctúan en sus preferencias en función de lo que se elige.
Dentro de dos domingos, en las Paso nacionales del 13 de agosto, ese patrón lineal se romperá por efecto de la precandidatura presidencial del gobernador Juan Schiaretti. La presencia del mandatario provincial en el cuarto oscuro pondrá en tensión a esa mayoría de electorado cordobés que regularmente opta entre los candidatos de Juntos por el Cambio y las propuestas del PJ cordobés.
El punto es central porque en la disputa que se dará dentro de 10 días en el segundo distrito electoral del país se solapan dos competencias fuertes: por un lado, la áspera interna cambiemita entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich. Por otra parte, la necesidad que tiene Schiaretti, y también Martín Llaryora, de que el peronismo cordobés logre en esta provincia el mejor desempeño electoral posible. Un mismo electorado tironeado por dos necesidades diferentes: la de Juntos por el Cambio y la de Schiaretti.
Tan parecido es el perfil de los votantes de ambos espacios que a nadie le parece extraño que Schiaretti asegure, antes de que se vote y con todas las letras, que luego de la primera vuelta del 22 de octubre llegará a un acuerdo político con Juntos por el Cambio para integrar un gobierno de unidad, en el caso de que la oposición logre una victoria en el balotaje previsto para el 19 de noviembre.
A qué número aspira Juan Schiaretti
La expectativa en el comando de campaña de Schiaretti es promediar los cinco puntos nacionales. El gobernador descorcharía champán si llegara a los siete puntos, lo que supondría una cosecha de un millón y medio de votos. Sin embargo, hay sondeos que también circulan en el Panal que sitúan el número en apenas tres puntos. De lo que no hay dudas en ese ámbito es de que Schiaretti superará sin problemas el piso requerido de 1,5% de los votos válidos para ser candidato en octubre.
El grueso del número nacional de Schiaretti saldrá de lo logrado en Córdoba. En Hacemos por Nuestro País trazan un cálculo optimista, que ronda los 30 puntos provinciales, lo que permitiría proyectar tres diputados para octubre.
Si llegara a esa volumen, Schiaretti estaría cerca de la marca que logró en 2015 José Manuel de la Sota, cuando participó de la Paso frente a Sergio Massa dentro de la alianza Una Nueva Alternativa.
Aquella vez, el exgobernador ahora fallecido ganó en Córdoba con el 33% de los votos. Ese guarismo hizo posible la única derrota que tuvo Mauricio Macri en la provincia, que esa vez sacó el 29%.
Ese piso del macrismo, obtenido en los albores de lo que luego fue el gobierno nacional de Juntos por el Cambio, es la principal dificultad para que se concrete el objetivo de Schiaretti de ganar la elección Paso en Córdoba. A priori, y en función de los antecedentes, asoma complejo que la sumatoria de las boletas de Rodríguez Larreta y de Bullrich no supere la individualidad de la propuesta que encarna Schiaretti.
Salvo aquellas Paso de 2015, nunca Juntos por el Cambio estuvo por debajo de los 48 puntos en Córdoba. ¿Tendrá Schiaretti en estas primarias el mismo efecto localista que De la Sota hace ocho años? El interrogante es clave para las expectativas de Rodríguez Larreta y de Bullrich.
La interna Larreta-Bullrich en Juntos por el Cambio
En el “mano a mano” entre los precandidatos de Juntos por el Cambio, Bullrich aparece por encima de Rodríguez Larreta en todos los sondeos.
Si, como marcan las encuestas, la exministra de Macri se encamina a ganar en Córdoba la interna de Juntos, Rodríguez Larreta podría verse beneficiado de un buen desempeño de Schiaretti. Esto sucedería porque, en la práctica, evita que ese voto en principio afín a la oposición termine en la canasta de Bullrich, mejorando las chances nacionales de la precandidata por la incidencia nacional que tiene Córdoba (8,8% del padrón) en la torta nacional.
El larretismo creyó que una eventual deserción de Schiaretti de la competencia le sería beneficiosa. En principio, esto parece un error. Si eso hubiera sucedido, el caudal de votos huérfano de esa propuesta se repartiría en Juntos con predilección de Bullrich y no de Larreta.
Otros dos aspectos son importantes de cara a las Paso en Córdoba.
Por un lado, existe inquietud acerca de qué porción del electorado terminará apoyando a Javier Milei. En este punto entra otra vez en juego Juntos por el Cambio. Por afinidad y tono de los discursos, parece lógico que si a Milei le va bien en Córdoba, la que podría sufrir un drenaje es Bullrich. Por el contrario, si el libertario tiene un desempeño por debajo de las expectativas, la favorecida sería la misma Bullrich.
El otro aspecto por dilucidar es el piso de votos del kirchnerismo en la provincia más anti-K del país. Salvo que suceda algo muy extraño, por el efecto Schiaretti –vehículo para el voto peronista que se resiste a apoyar a Juntos por el Cambio– el techo K en Córdoba podría situarse en torno del 10%.
Sergio Massa tiene dos desafíos: lidiar con un electorado que le ha sido esquivo y, además, confrontar en la interna con Juan Grabois, la alternativa más progresista de Unión por la Patria y que parece más afín al voto duro del kirchnerismo.
