Hay una frase que ambos repiten, tanto en público como en privado: “No soy un necio”. Lo aseguran mutuamente para enviarse señales entre ellos y a terceros. Habrá que ver si lo cumplen, pero el mensaje implícito es uno solo: no habrá ruptura de la sociedad política que se inició en 2021 por descarte de opciones. Luis Juez y Rodrigo de Loredo seguirán juntos por más que compitan por lo mismo: intentar terminar, dentro de dos años, con el ciclo de poder que acumulará 28 años seguidos al final del mandato de Martín Llaryora.
Se trata de un pacto tácito entre el senador y el diputado. Ambos saben que, de otra manera, el partido estaría prácticamente terminado de antemano. La división del adversario es el sueño de cualquier oficialismo.
En 2007, Juan Schiaretti sacó provecho del escenario de tres. Así y todo, ganó con lo justo. Cuatro años después, José Manuel de la Sota obtuvo el pasaje a su tercer mandato gracias a otra fragmentación. Y en 2019, Schiaretti arrasó, favorecido también por otra división opositora. Juez y De Loredo conocen esos antecedentes. También el más cercano, de 2023.
El viernes pasado, volvieron a mostrarse juntos en la Bolsa de Comercio de Córdoba, el día en que el ministro de Economía de la Nación, Luis Caputo, expuso en detalle la nueva apuesta libertaria de “remonetizar” la economía apelando a los dólares ahorrados sin declarar.
Juez y De Loredo estuvieron lado a lado en una mesa contigua a la principal, reservada para “Toto”, los anfitriones y las figuras libertarias de Córdoba: Gabriel Bornoroni, jefe de los “violetas” en la provincia, y Franco Mogetta, recientemente arribado y empoderado desde la Casa Rosada. Los libertarios son hoy socios locales de los opositores, pero nadie puede asegurar que no sean adversarios en el futuro. Es política.
La relación entre Juez y De Loredo no es la misma que cuando el tándem se constituyó hace cuatro años. Hay un desgaste evidente. Incluso, meses atrás hubo declaraciones cruzadas que generaron molestias mutuas. Sin embargo, las hostilidades verbales se aplacaron en el último tiempo. La intención es no pasar límites de los que sea difícil volver. La carrera que corren ambos entre sí no se definirá este año.

“Cuando llegue el momento, verán quién está mejor y allí tendrán que definir. Los dos saben que hay mucho por negociar: la senaduría, la vicegobernación, la mitad del gabinete, la Capital. Hay un combo grande. Los dos saben que van a ganar más unidos que separados”, razona un radical de diálogo con los dos, que observa la situación desde afuera.
Urgencias y juegos distintos
De Loredo tiene por delante meses de decisiones difíciles. Su 2027 dependerá, en buena medida, del octubre que se avecina. El campamento radical está cada vez más agitado. Mientras se propagan precandidatos que quieren encabezar una propuesta 100% radical y con cero mileísmo en sangre –aunque eso no garantice a priori ni una banca–, el diputado sigue escaneando el tablero y estirará lo que más pueda para tomar una decisión. Lo único que sabe el excandidato a intendente capitalino es que sí o sí debe ser candidato este año.
Sin ningún reloj corriéndole en contra, Juez espera y cincela casi a diario su vínculo personal con el presidente Javier Milei. Se trata de su principal activo para lo que viene dentro de dos años. En paralelo, busca apuntalar una construcción territorial capitalina que fue el talón de Aquiles de su último intento provincial. El líder del Frente Cívico es consciente de que perdió la elección en la Capital, territorio que premió con el voto a la gestión de Llaryora. En ese punto, hay reproches varios hacia su socio radical.
Hace unas horas, Juez y De Loredo volvieron a dar señales de una coordinación política que sigue viva en el plano parlamentario provincial. La exhibieron al ordenar a sus bloques en la Unicameral votar en conjunto, en contra de un proyecto del oficialismo que volvió a pedir la reducción de las retenciones al campo, en momentos en que el Gobierno nacional restituye los niveles máximos que tenían la soja, el maíz y el girasol antes de la reducción momentánea dispuesta en enero pasado.
En la Legislatura, pasó lo obvio: el peronismo acusó a los opositores de “traicionar” al campo por no acompañar el proyecto y defender la caja de Milei a cambio de lugares en la lista libertaria. La respuesta del juecismo y el deloredismo fue de manual: si tanto defienden al campo, no hubieran dispuesto un “impuestazo” al sector en este 2025.
En el Panal, como siempre, apuestan a una división que, por ahora, no se producirá. La oposición unida siempre es el escenario menos querido. Creen que todavía (y siempre) hay tiempo para trabajar por la desunión.