En octubre de 2002, cuando el entonces gobernador José Manuel de la Sota decidió eyectar al molesto Luis Juez de la Fiscalía Anticorrupción provincial, en aquel momento el ahora senador nacional tuvo un meteórico ascenso político. En menos de un año, pasó de ser un dirigente de tercera línea del PJ provincial a intendente de Córdoba.
Cuatro años después, en septiembre de 2007, Juez quedó a 16.700 votos de desalojar al PJ del poder provincial.
Fue después de aquella larga noche del 2 de septiembre, cuando el escrutinio se extendió hasta la madrugada del día siguiente, con denuncias de fraude por parte del juecismo.
En ese trayecto de alta exposición política de Juez, convertido en el rival más encumbrado para el PJ provincial, hubo dos dirigentes que lo acompañaron a sol y a sombra, a quienes llamaba “hermanos de la vida”: Daniel Giacomino y Juan Pablo Quinteros.
Ambas relaciones personales y políticas terminaron mal. Con interpretaciones disímiles de los protagonistas. Para Juez, sus examigos fueron “desagradecidos” porque crecieron en la política gracias a él.
En la otra vereda, Giocomino y Quinteros coinciden en considerar a su examigo como un líder “personalista” que no tuvo capacidad para conducir al espacio político que fundó: primero, el Partido Nuevo, y luego, el Frente Cívico.
El primer roce fuerte entre Juez y Quinteros se dio en 2015. En aquel momento, Juez tomó una decisión que sorprendió hasta a sus dirigentes más cercanos: sin consultarlo con su equipo, conformó una alianza electoral con Olga Riutort, para intentar volver a ser intendente de Córdoba, con la misma exesposa de De la Sota como compañera de fórmula.
Por entonces, como un férreo opositor al oficialismo desde la banca de la Legislatura, Quinteros creía que había hecho los méritos suficientes para ser el candidato a intendente por el Frente Cívico. Le ofrecieron el sexto lugar en la lista de concejales, cargo que rechazó. Volvió a ser legislador provincial. No rompió con Juez, pero la relación quedó deteriorada.
El quiebre definitivo ocurrió cuatro años después, cuando Juez acordó con el radical Mario Negri, quien fue candidato a gobernador, y él fue nuevamente como postulante a intendente capitalino.
Quinteros decidió abandonar el Frente Cívico. Renunció a la banca de legislador provincial, y unos meses después fue candidato a intendente, por el espacio Encuentro Vecinal de Aurelio García Elorrio.
Quinteros obtuvo una banca de concejal, en aquella elección municipal en la cual Martín Llaryora se convirtió en intendente, derrotando a Juez y al radical Rodrigo de Loredo, que compitieron por espacio distintos.
Un dirigente juecista que mantiene su amistad con el senador y con el ministro llaryorista brindó una mirada sin las pasiones que hoy parecen embargar tanto a Juez como a Quinteros.
“La realidad es que luego del 2007, Juez se convenció que no podía llegar a ser gobernador sin un acuerdo con otras fuerzas opositores. Entonces, el Frente Cívico no podía imponer el candidato a gobernador, que era Luis, y el candidato a intendente. Eso perjudicó a ‘Juampi’ (Quinteros) que tenía aspiraciones lógicas de ser candidato a intendente. Por eso, cuando se fue del espacio no hubo peleas ni reproches. Ambos entendieron la situación. Por eso mantuvieron una buena relación hasta el año pasado, aunque ya no eran amigos. Pero cuando ‘Juampi’ se pasó al oficialismo todo se pudrió. Juez le no le perdonó ese salto y llegamos a esta situación de enfrentamiento, que no tendrá vuelta atrás”, resumió el exfuncionario municipal juecista.
Acercamiento con el oficialismo
En los cuatro años como concejal (2019-2023), Quinteros fue opositor a la gestión llaryorista, pero fue construyendo un muy buen vínculo personal con el viceintendente Daniel Passerini.
En la última campaña electoral municipal, Quinteros fue nuevamente candidato a intendente, ya por otro espacio, luego de distanciarse del vecinalista García Elorrio.
Durante el proceso electoral, Quinteros cuestionó más a De Loredo, el principal rival opositor, que al propio oficialismo. Ya era evidente su acercamiento con el PJ provincial, del cual fue muy crítico en la Legislatura.
Por el plan de seguridad que presentó como candidato a intendente, Passerini tenía anotado en primer lugar a Quinteros como su secretario de Seguridad. Aunque Llaryora tenía otros planes para el examigo de Juez: el Ministerio de Seguridad provincial, con lo cual buscó darle un golpe a su más enconada rival político.
Juez ya venía cuestionando el acercamiento de su examigo con el PJ, especialmente durante la última campaña municipal.
Las críticas en privado del senador se convirtieron en públicas, cuando el gobernador Llaryora lo anunció como integrante de su gabinete, en el sensible sillón del combate contra la inseguridad.
Juez no le perdonará nunca a Quinteros su paso al oficialismo provincial, aunque hoy, cuando compartió una conferencia de prensa con De Loredo, para pedir el juicio político del ministro de Seguridad, el senador se esmeró en aclarar que sus diferencias con Quinteros “no son personales”.
“No hay cuestiones personales. El ministro de Seguridad es un inútil y está a cargo de un área muy complicada, en la cual se muere mucha gente. No puede estar ahí alguien que no sabe nada del tema”, respondió el senador, cuando le repreguntaron por el pasado de militancia compartida con Quinteros.
Mientras, el funcionario llaryorista cuestiona en privado la “obsesión” de su exjefe político con él.
“¿Por qué debería renunciar? Porque Juez dice que soy un inútil. Está bien, son las reglas de juego y él es un opositor”, respondió el funcionario llaryorista, ante la embestida del senador, y también del radicalismo.
Quinteros repite en privado. “Nunca cuestioné, ni insulté a Luis en público. Lo sigo respetando, pese a que él parece que no”, dice ahora, con cierto dejo de desilusión con su examigo y exjefe político.
Diferencias políticas y personales
En esta disputa se mezclan cuestiones personales y políticas. Para Juez, su examigo se rindió ante los “beneficios” que brinda el poder.
Para Quinteros, su exjefe político no le perdona su ascenso de su carrera, que consiguió sin el respaldo de él.
El senador repite entre sus íntimos que Quinteros terminará mal, como los últimos responsables de la seguridad de Córdoba, que dejaron el cargo involucrados en distintas causas judiciales.
Mientras, Quinteros tiene una mirada cargada de optimismo. Tiene dos modelos por seguir: Patricia Bullrich y el gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro.
La actual ministra de Seguridad nacional llegó a ser candidata presidencial por su gestión durante el mandato de Mauricio Macri, mientras que el mandatario santafesino fue ministro de Seguridad del gobernador socialista Miguel Lifschitz.
Juez y Quinteros tienen dos miradas opuestas sobre el futuro inmediato en esta pulseada, en la cual dos dirigentes pasaron de ser “hermanos de la vida” a enemigos íntimos. Una historia que no está cerrada y promete más capítulos.