Luego de oficializar que no será candidato en las próximas elecciones, con su equipo de colaboradores más cercanos, el presidente Alberto Fernández planificó una estrategia comunicacional para mostrar una imagen distinta, para los ocho meses de gestión que quedan.
“Una imagen del presidente más descontracturada, más humana, más cerca del ciudadano común”, admitió uno de los colaboradores de los ministros más cercanos al Presidente. Una denominada “agenda blanda” para llegar a la sociedad.
El debut del plan fue la entrevista que el lunes por la mañana Alberto Fernández brindó al actor y conductor Mex Urtizberea, para la radio estatal Nacional Rock.
Pero “pasaron cosas”, parafraseando una definición del extodopoderoso jefe de Gabinete macrista Marcos Peña. El impacto público de la entrevista no fue el esperado por los funcionarios albertistas, y por el propio Presidente.
El primer error del Presidente y sus colaboradores fue no haber percibido la realidad. Tal vez, el peor de los pecados de cualquier gobernante.
Hasta los ciudadanos menos informados esperaban con expectativas –y con cierto temor– cómo abrirían los mercados financieros el lunes pasado, luego de la complicada semana anterior.
Muchos miraron azorados los primeros minutos de la entrevista. Creían que se trataba de una nota grabada. Pero no. Era en vivo. Y con el helicóptero presidencial esperando al jefe del Estado, en el campo de juego de la cercana cancha de Ferro Carril Oeste.
Después, desde la Casa Rosada aclararon que el Presidente no se subió a la aeronave “por problemas climáticos”.
El problema no fue que no subiera. Lo cuestionable, en todo caso, fue el costo del despliegue, en un momento de crisis económica. Los gestos de austeridad nunca vienen mal. No fue este caso.
Alberto Fernández tuvo algunas definiciones desopilantes, como que le gustaría que Robert De Niro protagonizara una película sobre su vida.
Una aclaración necesaria. Fue luego de una pregunta del entrevistador, que esperaba que Alberto Fernández respondiera con el nombre de un actor argentino, Ricardo Darín, por ejemplo. Pero al Presidente le gusta De Niro y, sobre gustos, no hay regla escrita.
Alberto Fernández también habló de política. Y sus definiciones no colaboraron con calmar los mercados, siempre sensibles a las internas oficiales.
El Presidente mencionó y remarcó que el jefe de Gabinete, Agustín Rossi, podría ser un candidato presidenciable de “su sector”, como adelantó La Voz, el viernes pasado.
Dejó claro sus diferencias con la vicepresidenta Cristina Fernández. Cuando le preguntaron por una eventual candidatura de su ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, el Presidente respondió: “Puede ser candidato, pero del otro sector”.
Suena raro en boca del Presidente hablar del titular de su cartera política, precisamente, como un rival. Es decir, siguió la pelea interna con los K justo en el momento que tenían que abrir los mercados.
El peor momento
Si el Presidente y su equipo intentaron mostrar una imagen distinta para comenzar a despedirse del poder, eligieron el peor momento.
Alberto Fernández ya no es un presidente débil. Por varias horas se convirtió, además, en un meme en las redes sociales.
Todas las crónicas de los periodistas acreditados en la Casa Rosada comentaron que la semana pasada, la despedida del ahora exasesor presidencial Antonio Aracre fue no cordial con algunos de sus colegas del Gobierno.
Dicen que el ex-CEO de Singenta encaró a Gabriela Cerruti y le lanzó: “Trata de complicar menos a Alberto con tus declaraciones horrorosas”, según escribió el periodista de Clarín Ignacio Ortelli.
La portavoz presidencial no se quedó atrás. “A veces meto la pata, pero soy la ministra del área y tengo ordenada la comunicación”.
Cerruti, tan afecta a las desmentidas, en este caso no lo hizo, por lo cual, el diálogo habría existido.
Lo de ordenada la comunicación está por verse. La entrevista del lunes no dejó bien parado al Presidente. Y la gestora fue la propia portavoz.
El tono de aquella entrevista no colabora para hacer creíble la dura acusación de este martes del Presidente, quien apuntó “a la derecha” y “a economistas vinculados con la oposición”, por los rumores que generaron la corrida cambiaria.
La crisis financiera no da para hablar de internas, política ni de películas. Hay una sociedad alarmada y preocupada por la situación económica.
En un año electoral y con una fuerte debilidad política, Alberto Fernández y su equipo deberían analizar muy bien cada declaración o exposición pública; además de tomar medidas acertadas
“El horno no está para bollos”, dice el refrán popular. Cuiden al Presidente, sería el primer pedido bien intencionado para sus colaboradores más cercanos.
