A 45 años de haber recibido el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel reapareció con una carta dirigida a la venezolana María Corina Machado, flamante ganadora del mismo galardón en 2025. En el texto, el referente argentino (cercano al kirchnerismo) defendió al régimen de Nicolás Maduro, reivindicó el legado de Hugo Chávez y cuestionó duramente a la dirigente opositora, a quien acusó de alinearse con Estados Unidos.
“Me sorprendió tu designación como Premio Nobel de la Paz”, comienza la carta, en la que Pérez Esquivel repasa su trayectoria y la compara con la de Machado, y le advierte: “Me preocupa tu postura y tus decisiones sociales y políticas”.
Luego afirma, polémico: “El gobierno venezolano es una democracia con sus luces y sombras. Hugo Chávez marcó el camino de libertad y soberanía del pueblo y luchó por la unidad continental”.
El documento ratifica el posicionamiento que el Nobel argentino mantiene desde hace años respecto de los gobiernos del eje bolivariano. A lo largo del texto, atribuye a Estados Unidos las causas de la crisis venezolana y denuncia un “bloqueo” que, según dice, amenaza la soberanía del país.
“No puedes ignorar que Estados Unidos no tiene aliados ni amigos, sólo intereses”, escribió, en un tono que remite a los años de la Guerra Fría.
En cambio, hacia Machado —premiada por su lucha no violenta por la democracia y los derechos humanos— el mensaje es de fuerte desaprobación. Pérez Esquivel la acusa de haber “pedido una invasión” norteamericana y le reprocha haber dedicado el Nobel a Donald Trump, a quien define como “el agresor de tu país”.
“Debes analizar dónde estás parada, si eres una pieza más del coloniaje de Estados Unidos”, sostiene.
El texto se inscribe en una línea de defensa del chavismo que contrasta con el diagnóstico mayoritario de organismos internacionales y de buena parte de la comunidad de derechos humanos, que han denunciado en Venezuela graves violaciones, persecuciones políticas y colapso institucional.
Pérez Esquivel, sin embargo, presenta un cuadro opuesto: “Donde antes había chabolas en los cerros que sobrevivían en la pobreza e indigencia hoy hay viviendas dignas, salud, educación y cultura”, asegura.
A los 94 años, el Nobel argentino parece reafirmar un ideario tercermundista que alguna vez lo vinculó con los movimientos de liberación de los años setenta. Pero su lectura sobre la “democracia venezolana” y su defensa de Maduro lo ubican hoy en un punto de tensión incluso con sectores del progresismo latinoamericano, que reconocen en el chavismo un proceso autoritario.
La carta, difundida este fin de semana en Página 12, no sólo marca un contrapunto simbólico entre dos Nobel de la Paz separados por casi medio siglo. También expone la distancia entre dos concepciones de la democracia en América Latina.