Argentina está cumpliendo en París 100 años de participación en los Juegos Olímpicos, al mismo tiempo que la economía trata de encontrar un perfil que dejé atrás la decadencia que se profundizó en los últimos años.
Más allá de las subas y bajas, existe un consenso generalizado en que desde hace 60 años el país retrocede en sus principales indicadores y en su inserción en el mundo.
Un botón de muestra: aún no existen acuerdos básicos sobre cuál debe ser el rol del Estado.
El kirchnerismo pone la gestión estatal como eje de la producción y de la prestación de servicios, incluso en mínimas actividades que podrían ser realizadas por privados.
Bajo administraciones K, hay provincias que administran un cine y hasta una cancha de golf, sin mencionar empresas metalúrgicas, de aviación y de emergencias médicas, como pretende crear Axel Kicillof en Buenos Aires.
La gestión de Javier Milei apunta a destruir “el Estado desde adentro”, lo que implica dejar de lado la prestación de servicios mínimos para necesidades primarias o disponer subsidios para los más vulnerables.
La carrera del dólar
El ministro de Economía, Luis Caputo, corrió su propio maratón en las últimas horas golpeando la puerta de los principales organismos multilaterales de crédito.
La carrera de 100 metros –la prueba más importante de los Juegos Olímpicos– la protagonizó con Janet Yellen, la secretaria del Tesoro de Estados Unidos e influyente en el mundo financiero.
¿Cuál es el objetivo? Conseguir de esos organismos un préstamo de entre U$S10 mil millones y U$S15 mil millones para desarmar el cepo cambiario.
Javier Milei estimó que la medalla se ganará hacia fin de año. El Presidente anunciará este domingo –en la apertura oficial de la Rural de Palermo– que la eliminación (o la reducción) de las retenciones sobrevendrá una vez que vuelva el crecimiento.
Para el Gobierno, la eliminación del cepo facilitará la actividad económica y las operaciones de exportación y de importación. Esa dinámica dejaría atrás la fuerte caída que registra la economía desde hace un año.
¡Ay, la inflación!
Uno de los interrogantes sobre la eliminación del cepo es el nivel que tendrá el dólar oficial, que impacta en numerosas variables.
En la cartera económica, sostienen que los precios no deberían subir, sino que, por el contrario, deberían bajar.
“Muchos precios están fijados en relación con un dólar entre 10% y 20% por encima de la actual cotización”, afirman. Por contrapartida, para analistas privados, el valor oficial está retrasado.
Esa cotización en relación con el “dólar MEP” (de uso en las operaciones comerciales) tiene una brecha de 40%.
La desaceleración de la inflación en relación con los últimos meses de Alberto Fernández-Sergio Massa (alrededor del 12% mensual) es el principal capital político de Milei, que no está dispuesto a perder.
Desarmar el cepo requerirá, entonces, una microcirugía, ya que los sectores productivos tienen distintos comportamientos.
En esos ámbitos, impactan los precios de los insumos importados. La industria local necesita entre 65% y 70% de esos componentes.
En el colchón
La esgrima entre salarios y precios no es una disciplina olímpica, pero en la Argentina es una práctica que se agudizó con la inflación incontrolable.
Un mal ejemplo: la decisión de Epec de indexar mensualmente las tarifas en función de la inflación es una práctica que generará una suba de precios en la cadena que tiene un uso intensivo de energía.
Hoy, ese insumo es clave para miles de pymes que no pudieron avanzar en la reconversión de la producción a gas o a energías alternativas.
Además, ¿qué sucederá con el costo de los servicios de la administración provincial, que anunció el mismo esquema salarial que Epec para empleados públicos y docentes?
Empresarios pymes del sector metalúrgico y de los servicios revelaron a La Voz que en junio debieron vender ahorros para afrontar el pago de salarios y del aguinaldo. La situación es harto complicada para los próximos meses.
Las Olimpíadas de la economía argentina no tienen aún un reglamento sobre cuál debe ser el rol del Estado ni sobre cómo desindexar los precios, que son caros en dólares.
Para darle dimensión, sólo basta mirar las largas colas de automóviles y de ómnibus que todos los fines de semana trasladan a Chile a miles de consumidores.
