“Abrir la economía antes de realizar las reformas estructurales no parece lo más adecuado y añade riesgos de fractura en el sector productivo, que pueden agravar la situación social y repercutir en el empleo”.
La fuerte advertencia corresponde a un informe del Ieral-Fundación Mediterránea que evalúa la decisión del Gobierno nacional de abrir el mercado a 3.000 posiciones de alimentos y bebidas, en un intento por competir con la industria nacional para bajar los precios.
Un alerta similar fue emitido días atrás por la consultora Abeceb, la cual consideró que la idea del ministro de Economía, Luis Caputo, colisiona contra un dato de la realidad: la demanda está muy caída, lo cual se traduce también en una menor actividad industrial.
El trabajo del Ieral realizado por los economistas Marcelo Capello y Marcos Cohen Arazi analiza las medidas tomadas en los primeros meses del gobierno de Javier Milei y señala que las mismas “han apuntado a los principales problemas macroeconómicos de largo plazo, y a otros existentes de corto y mediano plazo”.
La inflación pasó de 25,5% en diciembre a 13,2% en febrero, “y es posible que se ubique en un dígito en abril”, apuntó el trabajo. La base monetaria, en términos reales, cayó un 24% y los pasivos monetarios del BCRA un 30%, entre noviembre de 2023 y marzo de 2024.
También como resultado de esas medidas, las reservas del BCRA “pasaron de ser negativas por cerca de 10 mil millones de dólares en noviembre pasado, a la posibilidad que vuelvan a resultar positivas en algún momento de abril o mayo próximo”.
La brecha cambiaria pasó de 160% a poco más de 10% en los últimos meses. Finalmente, en enero y febrero se alcanzó superávit financiero en el sector público nacional, y comenzó un proceso de racionalización de tarifas de servicios públicos, detalló el Ieral.
Las “malas” también están a la vista: la devaluación, el inicio de la normalización tarifaria, el sinceramiento de precios pisados, licuaron un 20% las jubilaciones y un 30% las pernsiones. Con ello, “la actividad económica agravó su declive, y casi todos los sectores se ubicaron en los números rojos, en algunos casos de dos dígitos”, resalta el trabajo.
Los economistas estimaron que a partir de marzo o abril de este año los salarios podrán ganarle levemente a la inflación, aunque a fin de año no habrán recuperado lo perdido en 12 meses.
Desde mayo, además, estará impactando una mejor cosecha que la del año previo, y durante todo 2024, el sector energía y minería “seguirán traccionando a muy buen ritmo”.
“Queda entonces un segundo trimestre complicado, económica y socialmente, pero luego de ese período podrían visualizarse algunos resultados positivos en términos de actividad e ingresos”, subrayaron.
¿Abrir la economía?
La reducción de la inflación y la mejora en la competitividad “deberían preceder a la apertura de la economía”, apuntaron como condición previa.
No es que la Argentina no necesite una apertura, avanzaron en el análisis, pero primero hay que hacer los deberes. “Esto es, en la medida que la economía sea más estable y se haya avanzado en las reformas estructurales (laboral, tributaria, previsional, educativa, desregulación, productividad pública, etc.), de modo que brinden mayor competitividad estructural a la producción local, una progresiva mayor apertura comercial ayudará a generar los incentivos adecuados para una economía más productiva y con mejor asignación de recursos”, agregaron.
“Pero aquí alterar el orden de los factores si puede afectar el producto”, advirtieron los economistas del Ieral. “Intentar usar una apertura comercial rápida sólo como herramienta de contención de precios de bienes locales, sin haber realizado antes las reformas estructurales que mejoren la competitividad de la producción local, podría generar fuertes reducciones en la actividad y el empleo, o directamente el cierre de empresas potencialmente competitivas”, explicaron.
La apertura recientemente anunciada para una cierta variedad de productos, sólo con el objeto de contener o inducir reducciones de precios en bienes finales, es decir “pensada como estrategia antiinflacionaria más que como instrumento de largo plazo” podría “afectar negativamente y en poco tiempo a muchos productores locales, que con una macro ordenada y reformas estructurales, sí podrían resultar competitivos”.
La situación podría agravarse en un contexto en que el crawling peg del dólar se mantiene en 2% mensual, amenazando nuevamente con un próximo atraso cambiario, y con todavía escasos avances en materia de competitividad estructural.
Mencionaron, en esa línea, que se permitirá importar “más rápido y con menores restricciones ciertos bienes finales que competirán con productos” que, además “deben importar sus insumos con mayores restricciones y costos que lo que lo harán sus competidores importados”.
“Vale recordar que, en los últimos 10 años, se ha reducido en 30.000 el número de empresas empleadoras, según cifras de Afip”, recordaron Capello y Cohen Arazi.