Es paradójico: los desafíos económicos que enfrenta la segunda etapa de Javier Milei están más atados a la cintura política que esté dispuesto a usar él y su reformulado equipo de Gobierno que a cuestiones exclusivamente ancladas en el plan económico.
Está claro que el sumar reservas y encontrar un tipo de cambio de equilibrio -el ministro Luis Caputo aseguró que con este dólar de $ 1.500 está “cómodo”- son intríngulis clave para abordar. Pero los reclamos van más allá y son independientes del resultado electoral. “Si el gobierno demuestra esa capacidad de reinvención y autocrítica, que hasta ahora no ha mostrado, podrá consolidar en la segunda mitad del mandato un programa que finalmente destrabe el crecimiento”, dice Miguel Kiguel, titular de Econviews.
“El resultado de las elecciones no es tan importante”, asegura Osvaldo Giordano, presidente del Ieral de Fundación Mediterránea. “Lo importante es cómo reacciona el Gobierno ante los resultados. La clave es si es capaz de sumar a parte de la oposición a un programa de gobierno que se base en darle sostenibilidad al equilibrio fiscal y avance en las reformas estructurales”, asegura.
“Será clave ver si el Gobierno deja de usar la tasa de interés como ancla cambiaria y permite que baje a niveles compatibles con la inflación; si lanza un programa para acumular reservas que ayude a calmar a los inversores; si avanza con la eliminación del cepo y recupera una tasa de política monetaria consistente, acompañada por la simplificación de regulaciones absurdas sobre los encajes bancarios que hoy generan volatilidad y restringen el crédito al sector privado”, agrega Giordano.
“La mayor dificultad es obviamente política y después de las elecciones se va a despejar cuál es el poder que tiene. Obviamente tiene que hacer reformas laboral, tributaria, de pensiones; pero tiene que definir, por ejemplo, el tipo de cambio. ¿Cómo va a ser el esquema cambiario? ¿Se pueden sostener estas bandas o no?”, dice el economista Fausto Spotorno. Un resultado “superpositivo”, a su entender, hará más sostenible este tipo de cambio y con un mal resultado, no podría sostenerlo.
Lo que viene
De todos modos, está claro que el equilibrio fiscal y una inflación en torno del 2% -“controlada”, al menos para la lógica argentina- no alcanzan. Hay que pasar de la estabilidad al crecimiento y para eso hay varias cuestiones por abordar.
El punto débil del programa económico ha sido la dificultad para acumular reservas netas en el Banco Central, algo que el propio Caputo reconoció en su presentación en la Bolsa de Comercio de Córdoba, aunque con sus argumentos.
“Es cierto que no pudimos retener tantas reservas. Obvio, porque decidimos pagar todas las deudas”, aseguró. Detalló que se compraron 29 mil millones de dólares y el segundo gobierno que le sigue en compras compró 13 mil millones. “Todos nos recomendaban defaultear y Plan Bonex, pero nosotros respetamos todas las deudas. Un país sin refinanciamiento es raro, entonces cada vez que hay un vencimiento de capital de deuda tenemos que pagarlo. Naturalmente, se retienen menos reservas”, explicó.
Una solución, siguiendo su razonamiento, sería rollear la deuda para que pudieran sumarse reservas efectivas. Caputo también se defendió cuando, después de la salida del cepo, no se compraron reservas. No dijo nada sobre Milei, que se vanagloriaba de no comprarlas hasta que perforara el piso de mil pesos, pero aseguró que se compraron alrededor de 300 millones de dólares promedio diarios.
“No se puede comprar más porque es un mercado chiquito, entonces nos levantaríamos nosotros solos el techo de la banda. Tenés que hacerlo con muñeca, para que sea razonable”, insistió.
De todos modos, está claro que faltan reservas, más allá de las justificaciones. Es el punto que no se cumplió del programa con el Fondo y ahí se ancla el reclamo del mercado y hasta el propio Tesoro de Estados Unidos. Se esperan, en el reseteo del Gobierno que se presume se hará desde este lunes, definiciones sobre cómo se sumarán esas reservas.
El dilema de la tasa
“Será clave ver si el gobierno deja de usar la tasa de interés como ancla cambiaria y permite que baje a niveles compatibles con la inflación; si lanza un programa para acumular reservas que ayude a calmar a los inversores; si avanza con la eliminación del cepo y recupera una tasa de política monetaria consistente, acompañada por la simplificación de regulaciones absurdas sobre los encajes bancarios que hoy generan volatilidad y restringen el crédito al sector privado”, apunta Kiguel.
El economista cordobés Diego Dequino también enumera las urgencias del corto plazo: “Primero, volver a los mercados voluntarios para poder rollear capital de deuda (riesgo país de al menos 500 puntos); segundo, eliminar las retenciones, con una reforma impositiva que le saque la pata de la cabeza a las pymes y a los autónomos y tercero, restablecer la ventanilla de liquidez para los bancos u otro mecanismo, para que vuelva el crédito de forma vigorosa”.
Lo que se pone en juego en esta elección es la capacidad del Gobierno de seducir en lugar de confrontar. Lo que sirvió en el 2024 está claro que no sirvió para este 2025 y que es necesario construir consensos porque aun haciendo una buena elección, no tendrá mayorías propias.




























