La pobreza en Argentina cayó al 38,1% en el segundo semestre del año pasado, marcando una mejora de casi 15 puntos porcentuales respecto al 52,9% registrado en los primeros seis meses de 2024, cuando el gobierno de Javier Milei recién comenzaba su gestión.
También bajó la indigencia, que quedó en el 8,2%, por debajo del 13,9% del primer semestre.
Nota: en Córdoba, la pobreza fue del 35,5% (son 14 puntos porcentuales menos que en el primer semestre de 2024, y es además la medición más baja desde el primer semestre de 2018, cuando dio 30,3%).
Los datos, revelados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), reflejan una baja significativa tanto en la pobreza -como en la indigencia- en los principales centros urbanos del país.
Según el informe oficial, el 28,6% de los hogares argentinos se encuentra por debajo de la línea de pobreza (LP), lo que equivale a 11.337.979 personas en los 31 aglomerados urbanos analizados.
Dentro de este grupo, 2.451.657 personas están en situación de indigencia; es decir, no llegan a cubrir siquiera sus necesidades alimentarias.
Si se proyecta a todo el país, el total de pobres llegaría a 18 millones de personas; lo que significa que 7 millones dejaron de ser pobres en un semestre.
El descenso es notorio en comparación con el primer semestre del año, cuando la pobreza y la indigencia habían alcanzado cifras alarmantes. En concreto, la pobreza cayó 14,8 puntos porcentuales y la indigencia, 5,7 puntos.
Un mapa desigual: las zonas más castigadas
El alivio en los números no se distribuye de manera uniforme en el país. Las regiones del Noreste (NEA) y el Noroeste (NOA) siguen liderando el triste ranking de pobreza, con un 47% y 42,8% respectivamente.
En el otro extremo, la Patagonia registró la menor incidencia de pobreza (33,5%), seguida por la región Pampeana (35,6%).
El Gran Buenos Aires, el conglomerado urbano más grande del país, mostró una tasa de pobreza del 37,3%, mientras que en la Ciudad de Buenos Aires -el más rico- los índices fueron sensiblemente menores, con un 16,7%.
El factor clave detrás de esta mejora fue la relación entre los ingresos de los hogares y el costo de la canasta básica. Según el Indec, el ingreso total familiar aumentó un 64,5% respecto al semestre anterior, mientras que las canastas regionales crecieron a un ritmo menor: 22,2% en el caso de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) y 26,7% en la Canasta Básica Total (CBT).
En otras palabras, los ingresos crecieron más rápido que el costo de vida, permitiendo que una parte de la población lograra salir de la pobreza.
Infancia en emergencia
A pesar de la mejora en los indicadores generales, la situación de los más chicos sigue siendo preocupante. Más de la mitad (51,9%) de los niños y adolescentes de 0 a 14 años vive en hogares por debajo de la línea de pobreza. En el grupo de 15 a 29 años, la pobreza alcanza el 44,9%, mientras que entre los adultos de 30 a 64 años la cifra baja al 33,6%.
En los mayores de 65 años, el porcentaje es menor, pero no despreciable: 16%.
El panorama deja en claro que, si bien hubo una mejora sustancial en los últimos meses de 2024, la pobreza sigue siendo un problema estructural y con un impacto desigual según la región y la edad.
Los próximos meses serán clave para determinar si la tendencia a la baja se consolida o si el rebote inflacionario y la situación económica vuelven a empujar a millones de argentinos por debajo de la línea de pobreza.