La sucesión de Martín Gill en la intendencia de Villa María es una carrera que largó por anticipado, con nombres que comienzan a mostrarse, algunos muy de a poco, y otros como si la campaña ya estuviera a pleno.
Aún con la fecha de elecciones de 2023 como un dato insondable y muy lejano, las calles de la ciudad ya muestran cartelería, afiches y pintadas de precandidatos que apuntan a posicionarse para el Palacio Municipal
Villa María: en busca del sucesor
La Carta Orgánica Municipal fija que nadie puede ocupar más de dos períodos consecutivos el sillón de intendente. Gill cumplirá su segundo mandato en diciembre del año próximo. Por la misma normativa, los comicios locales no podrían ser antes de septiembre de 2023. A casi un año y medio de ese límite, hay candidatos asomando desde distintos sectores.
Todo esto, incluso, sin que aparezcan resueltas –ni mucho menos– las cuestiones internas de los partidos y alianzas que participaron de las últimas elecciones municipales. Oficialismo y oposición tienen cuentas pendientes hacia adentro.
La división de unos favorecerá a otros. La expectativa en el peronismo es saber si radicales, macristas y juecistas podrán unirse como en 2015 o seguirán dispersos como desde 2019.
Lo mismo se observa para la actual principal oposición, que apuesta a que el reciente acuerdo partidario entre accastellistas y gillistas no resista mantenerse el año próximo.
Eduardo Accastello (exintendente y actual ministro provincial) es el principal referente regional de Hacemos por Córdoba. Y Martín Gill (que debió regresar de un cargo en el gabinete nacional a la intendencia porque ediles accastellstas no le renovaron la licencia como jefe municipal) lo es del Frente de Todos. Aunque enfrentados desde hace varios años en esa interna del peronismo, llegaron a un acuerdo semanas atrás para integrar en una sola lista el PJ departamental.
Villa María: danza de nombres por la intendencia
Mientras tanto, asoman nombres y rostros que buscan perfilarse, para instalarse en la consideración del posible votante desde temprano.
Uno de los primeros que presentó su candidatura a intendente es el abogado Manuel Sosa, exintegrante del consejo provincial del PJ y asesor letrado de la delegación del Ministerio de Trabajo. Su historia familiar lo liga estrechamente al peronismo, pero se lanzó por fuera, con el apoyo del Partido Villamariense y del funcionario provincial Raúl Costa, actual síndico de la Agencia Innovar y Emprender del Gobierno cordobés.
Dice que busca representar algo más que solo peronismo y que intenta responder a una demanda social de “aparición de nuevos actores”. En su presentación, el también presidente del Jockey Club Villa María apuntó contra “los liderazgos unipersonales”, en alusión a quienes gobernaron la ciudad en las últimas décadas.
Sosa asegura que no busca negociar un lugar dentro de la lista del oficialismo, sino que irá por su cuenta hasta el día de la elección. Su rostro y su nombre aparecen en gigantografías por toda la ciudad y abrió local partidario.
A quien también se ve lanzado es al legislador provincial de Juntos por el Cambio, el macrista Darío Capitani, quien hace tiempo viene con contactos cara a cara con vecinos, comerciantes y emprendedores. Lo muestra en sus redes. En las últimas semanas pareció acelerar el paso. Su cara y su nombre cubrió muros en el centro y en los barrios. “Falta mucho, pero todo se precipita”, comentan en su entorno.
Referente del PRO en Villa María desde los tiempos en que Mauricio Macri era jefe de Gobierno porteño, Capitani sostiene el espacio en la ciudad con un grupo de concejales que le responden. Hace un tiempo, personalizó y “municipalizó” su imagen, sin referencias ni colores partidarios que lo vinculen a los armados nacionales o de Córdoba. Su idea –dicen en su grupo– es “seguir construyendo y trabajar a fondo, independientemente de los acuerdos provinciales”, explicaron.
Del mismo espacio entre UCR y PRO podría insistirse nuevamente con el médico Juan Zazzetti, quien fue dos veces candidato a intendente, y en ambas quedó en segundo lugar, detrás de Martín Gill. “Nada se descarta”, avisan.
Villa María: por dentro del peronismo
Quien también mantiene frecuentes reuniones con instituciones de la ciudad, y hasta con intendentes de la zona, es Marcos Bovo, actual secretario de Comunicaciones de la Provincia. Ante cada consulta sobre si será precandidato, sostiene que su futuro en la política “lo decidirá la gente”.
En Villa María, Bovo ocupó en varias gestiones cargos de Prensa en el Municipio y encabezó la organización del Festival Internacional de Peñas, hasta que el gobernador Juan Schiaretti lo convocó para el gabinete provincial.
Cada vez que el gobernador llega a esta región, le otorga un lugar en la cabecera de los actos oficiales. Se desempeñó durante las intendencias de Accastello y de Gill, con quienes mantiene relación, sin dejar de insinuar un camino propio. “Mi principal capital es mi trabajo, y está a disposición de los villamarienses”, aseguró en las últimas horas.
El propio ministro Accastello, tres veces intendente de esta ciudad, se ha mostrado crítico de la gestión actual en algunos momentos y no descartaría volver a postularse para la intendencia.
A todo esto, el oficialismo local referenciado en Gill no ha mostrado hasta ahora prisa en instalar un candidato propio. El concejal Pablo Rosso estuvo a cargo del municipio el tiempo que Gill ejerció como secretario de Obras Públicas de la Nación. Recibió apoyo interno para proyectarse, y tal vez la idea regrese más adelante, en un segundo intento.
Otros funcionarios se muestran mucho en redes, en ensayos individuales, pero que también son medidos en sondeos.
El nombre más resonante que el círculo de Gill puede ofrecer hoy es el de Luis Negretti, rector de la Universidad Nacional de Villa María. Fue el cargo que también ocupó el actual jefe municipal, cuando Accastello era intendente, y desde el que se lanzó a la política.
A Negretti se lo considera conocido, con gestión y estructura, y algunos apuntan que daría nuevos aires al proyecto.
La campaña largó para la oposición, mientras el oficialismo espera su turno para empezar a mover sus fichas. En ambas veredas intuyen que su acceso o conto nuidad en el poder local dependerá, en buena medida, de no fracturarse con sus propias internas.
