Las elecciones legislativas de Córdoba dejaron una fotografía elocuente del actual mapa político provincial. Mientras La Libertad Avanza y el oficialismo provincial (bajo la denominación Provincias Unidas) mostraron su predominio, una larga lista de partidos y alianzas apenas logró un lugar testimonial en las preferencias de los cordobeses.
Los datos muestran que más de 14 fuerzas políticas quedaron por debajo del 5% de los votos, sin posibilidades reales de acceder a bancas y con margen estrecho para disputar espacios de poder en el futuro en la provincia. Si se acerca un poco más el zoom, 10 no lograron superar el 1% de los votos.
La tendencia no es nueva, pero se profundiza con cada elección. Córdoba, el segundo distrito de mayor peso electoral del país, mostró en las urnas para las legislativas nacionales una composición concentrada, donde el voto se polarizó entre unos pocos polos de atracción y dejó escaso margen para las opciones intermedias, muchas de las cuales tuvieron un desempeño testimonial.
Oferta y marginalidad electoral
Córdoba se destacó en los comicios del domingo por su amplia oferta electoral: 18 propuestas, entre partidos y alianzas. Eso fue posible por efecto de la suspensión de las Paso, lo que pausó el filtro de 1,5% de los votos necesarios que disponían las primarias cuando estaban activas para poder acceder a la disputa por las bancas en la elección general.
Sin ese colador, todos los anotados pudieron anotarse en la disputa directa por los nueve escaños de Diputados. De haber existido las primarias, el menú se hubiera contraído a solo ocho opciones, ya que hubo una decena que no logró superar el mínimo exigido (1,5% de los votos) por la ley suspendida.
Los 10 que pudieron participar de los comicios pese a haber logrado menos de ese umbral fueron: el Partido Fe, el PRO, la Alianza Ciudadanos, el partido Pais, Acción para el Cambio, el Partido Demócrata, el Movimiento Avanzada Socialista, la Alianza Córdoba te Quiero, el Frente Federal de Acción Solidaria y Unión Popular Federal. Entre todos reunieron 72.605 votos, lo que representa 3,69% del total de sufragios.
Va una referencia para tener una idea de lo escaso de esa cosecha: para lograr un escaño en la Legislatura de Córdoba, se necesita un 3% de los votos. Es decir que ninguna de estas fuerzas, repitiendo este desempeño –que vale aclarar puede cambiar en una elección ejecutiva provincial– no lograría ingresar ni la Unicameral. El Congreso, como se observa, es una empresa imposible.
Menos de 5% y más de 1%
Entre las 18 ofertas, hay cuatro fuerzas que estuvieron por encima del 1,5% del piso de referencia que establecían las Paso, aunque con un techo bajo menor al 5%.
Entre ellas figuran el Partido Libertario (que tuvo como cabeza de lista a Agustín Spaccesi), la Unión Cívica Radical (con Ramón Mestre), el Frente de Izquierda y de Trabajadores Unidad (Liliana Olivero) y la Alianza Encuentro por la República (Aurelio García Elorrio).
La diversidad ideológica de este grupo es amplia: desde expresiones liberales hasta sectores de izquierda y partidos de tradición histórica como el radicalismo.

El caso de la Unión Cívica Radical resulta paradigmático. Protagonista central de la política cordobesa y con 170 intendentes al frente de gobiernos locales en la provincia, la candidatura de Mestre evidenció las fuertes disputas internas y el corrimiento del voto radical hacia La Libertad Avanza, como años anteriores lo había hecho hacia las propuestas lideradas por Mauricio Macri. Sin respaldo de la conducción partidaria, la situación derivó en la peor performance electoral de la historia.
El Partido Libertario, con Spaccesi a la cabeza, quedó por debajo del 5%, pero por encima de las expectativas que había sobre el legisladores liberal. Claro que su desempeño quedó inmerso en la polémica porque hay electorales que admiten haberse confundido al votarlo, ya que creyeron que estaban eligiendo a La Libertad Avanza, con colores similares y en la primera ubicación de la boleta, lo que podía confundir a los electores. Spaccesi rechaza esa mirada y asegura que el 4,8% obtenido es genuino.
La izquierda sigue sin levantar cabeza. Con su 2% estuvo por debajo del magro desempeño de 2023. Está lejos de su la marca lograda en 2015 (5,7%), que la dejó cerca de pelear por una banca.

La Alianza Encuentro por la República, del vecinalismo, se encontró atrapada en un espacio político ya saturado de ofertas y retrocedió respecto de sus anteriores elecciones. La boleta de Milei le comió unos 50 mil votos.
En todos estos casos, los resultados –entre el 1,6% y el 4,8%– los dejaron muy lejos de cualquier posibilidad de incidencia legislativa.
Los que no llegaron al 1%
Más abajo en la tabla se ubicaron tres agrupaciones que apenas superaron el umbral del 0,5% de los sufragios, sin alcanzar el 1%. Se trata de FE, del PRO y la Alianza Ciudadanos, que llevó como candidato al diputado Héctor Baldassi.

El dato más llamativo de este grupo es la presencia del PRO, el partido que a nivel nacional lidera el expresidente Macri y que en Córdoba logró resultados holgados como parte de Cambiemos y de Juntos por el Cambio. Su muy mal desempeño en la última elección expone un retroceso evidente y una pérdida de identidad dentro de la oferta política provincial. El diputado Oscar Agost Carreño, que desde diciembre volverá a su banca en la Unicameral, se quedó con el partido, pero sin los votos del electorado que terminaron en la canasta de la boleta de Milei.
Presencia testimonial
Aún más relegadas quedaron las siete fuerzas que no alcanzaron el 0,5% de los votos. Son espacios de presencia mínima, muchos de ellos de reciente creación o con una existencia casi simbólica. Entre ellas figuran Pais (Política Abierta para la Integridad Social), Acción para el Cambio, el Partido Demócrata, el Movimiento Avanzada Socialista, la Alianza Córdoba Te Quiero, el Frente Federal de Acción Solidaria y Unión Popular Federal.
En conjunto, su votación equivale a una fracción mínima del total de sufragios emitidos: apenas 1,5% de lo votos. Aun así, su participación no carece de valor político. La existencia de múltiples alternativas –aunque pequeñas– garantiza la posibilidad de representación y el principio de pluralidad. Sin embargo, su bajo desempeño evidencia una creciente dificultad para que nuevas voces se consoliden en un escenario cada vez más cerrado.


























