Javier Milei aterrizó en Córdoba el pasado 19 de septiembre. Y no pudo haber elegido un momento más turbulento. En ese fatídico “viernes negro”, el Banco Central se vio obligado a inyectar 678 millones de dólares para tratar de contener el indomable dólar oficial. Apenas pasó una semana, pero el panorama político dio un giro inesperado: el respaldo granítico de los Estados Unidos y los 7.000 millones de dólares que el campo volcó tras la eliminación “exprés” de las retenciones, oxigenaron el clima de la gestión libertaria.
En este nuevo contexto, los principales referentes de La Libertad Avanza en Córdoba activaron gestiones para lograr que el Presidente vuelva a pisar suelo cordobés en los próximos días. La expectativa no es menor: Milei ya les habría confirmado su presencia para cerrar la campaña, el miércoles 22 o jueves 23 de octubre.
Sin embargo, los libertarios admiten que ya no corren con el viento a favor que los empujaba en junio pasado, cuando las encuestas los proyectaban con más del 50 % de intención de voto en la provincia. En aquel entonces, la imagen del Presidente se encontraba en su punto más alto y todo indicaba que Juan Schiaretti no competiría en esta elección.
Hoy el escenario es otro. La gestión libertaria tambaleó tras una corrida cambiaria y una seguidilla de derrotas legislativas. Tal vez por eso, Schiaretti decidió subirse a la lista de Provincias Unidas, lo que alteró el tablero político cordobés.
Pese a los tropiezos, los libertarios cordobeses no se dan por vencidos. Confían en que aún hay margen para arrebatarle el triunfo al exgobernador. Pero para lograrlo, insisten, Milei debe volver a Córdoba al menos un par de veces antes de los comicios, para polarizar con Schiaretti.
Centro Cívico, de la euforia a la mesura
El lunes pasado, tras la tormenta financiera que azotó al Gobierno durante tres días, en el Centro Cívico algunos ya se animaban a saborear una victoria “segura” en Córdoba, el próximo 26 de octubre. Las manos se frotaban; el optimismo se respiraba en los pasillos.
El inesperado respaldo político y financiero de Donald Trump a Javier Milei trajo un alivio momentáneo al gobierno nacional. Con ese golpe de realidad, el entusiasmo inicial en el Panal comenzó a enfriarse.

En el oficialismo provincial tomaron nota del nuevo escenario y bajaron el tono. “No hay que cantar victoria hasta que se cuenten los votos. Si nos relajamos, nos vamos a equivocar. Si el Gobierno logra controlar el dólar y la inflación, será competitivo en octubre, sobre todo en Córdoba”, advirtió un funcionario peronista que forma parte del comando de campaña de Provincias Unidas.
Esa cautela se tradujo en silencios estratégicos. Ni el gobernador Martín Llaryora ni Juan Schiaretti, primer candidato a diputado nacional, emitieron declaraciones tras el zafarrancho libertario de las retenciones. El mensaje fue claro: mostrarse como una alternativa seria, comprometida con la gobernabilidad.
“Milei sigue midiendo bien en Córdoba”, deslizó otra voz desde el Centro Cívico, para sintetizar con pragmatismo la postura del cordobesismo, que observa con atención las idas y vueltas en la Casa Rosada, mientras afila su estrategia para octubre.
De la Sota, sorprendida
por el misil de Schiaretti
En su primera entrevista exclusiva con La Voz en Vivo, Juan Schiaretti no se guardó nada. El exgobernador lanzó una definición que retumbó en la política cordobesa como un verdadero misil: “Ella es kirchnerista”, dijo sin rodeos, en alusión a la diputada Natalia de la Sota, quien decidió tomar distancia del oficialismo y buscar su reelección por fuera de la alianza Provincias Unidas.

En Córdoba, cargar con el rótulo de “kirchnerista” no es cualquier cosa: en la provincia más refractaria al kirchnerismo del país, esa etiqueta puede convertirse en una losa electoral difícil de levantar. Y eso lo sabe, mejor que nadie, el propio Schiaretti.
La reacción de Natalia de la Sota no se hizo esperar. Cercanos a la diputada aseguran que la frase del exgobernador la tomó por sorpresa. No sólo por su contenido, sino por quién la dijo: el antiguo socio político de su padre, el fallecido exgobernador José Manuel de la Sota.
“Lo desconozco a Juan”, confió la diputada en la intimidad. “Él no suele hacer esto. Eso no es cierto. Mintió o le mintieron a él; eso no se hace ni siquiera en campaña. Lo que sí es cierto es que nuestra lista es incómoda. Schiaretti dice que somos kirchneristas y los kirchneristas dicen que somos una lista del oficialismo provincial. Que se pongan de acuerdo”, repite la diputada nacional.