La macro manda. Al menos ese es el diagnóstico que funciona de piedra basal para el gobierno de Javier Milei.
Sostiene que su equipo debe crear condiciones de estabilidad económica y que después –sólo después– habrá chances de discutir otras urgencias, como puede ser el financiamiento de la educación, de la ciencia o hasta de las obras de infraestructura.
Suena temerario para un país que desde hace dos décadas junta las manos y le reza al Estado presente, pero lo cierto es que esta receta no nos ha funcionado. El empleo formal está estancado desde hace 18 años y los que trabajan lo hacen en condiciones cada vez más precarias. El campo aportó U$S 200 mil millones en retenciones y no desarrollamos ni una red de autopistas ni de ferrocarriles. Atrasar las tarifas de servicios públicos nos consumió dólares genuinos que fueron a pagar los barcos que trajeron la energía que nos faltaba.
Esa piedra basal que es ordenar la macro puede convertirse en un menú indigerible para los socios del PRO, cuya cabeza visible en el plano económico, Hernán Lacunza, salió el fin de semana a celebrar todo lo bueno hecho en el plano fiscal, pero a ponerle apenas un 4 en el plano cambiario.
Al exministro de Economía se lo comieron crudo en las redes: le enrostraron que cuando fue ministro no sacó el cepo, que desde la tribuna es fácil y que se fue del gobierno de Mauricio Macri defaulteando la deuda en pesos. Hasta Patricia Bullrich lo cruzó feo: le dijo que, en vez de poner puntajes, que se fije cómo achuran al ministro Luis Caputo y le pidió que dejara de hablar del “excelentísimo” Caputo. Y siguió con que todos los que comparten las ideas “a fondo y sin especulaciones tienen que ser parte del cambio, los que titubean, no”.
Esa es la gran dificultad de la alianza que presuntamente le propone Javier Milei al macrismo: la receta no se discute.
Es cierto que las críticas de Lacunza pueden sonar desacertadas y que podría haber sido más cauto. ¿De verdad cree Lacunza que el Gobierno no ha querido sacar el cepo?
Es evidente que Caputo y equipo reconocen que el cepo es una materia pendiente, pero las restricciones operan siempre en materia económica y política. Todo no se puede y menos todo a la vez.
Si la gran promesa electoral fue bajar la inflación y para ese orden macro había que cortar el gasto, cualquier descontrol del tipo de cambio puede hacer naufragar el plan del Gobierno, que ha logrado anclar las expectativas de incremento de precios.
También es cierto que Lacunza tiró algunos elogios: dijo que se dieron varias batallas con “audacia y valentía” y que “no era obvio que iba a salir bien”. Pero advirtió: “Lo peor del Gobierno es esta intolerancia a la disonancia, ni siquiera a la crítica. Pareciera que dijeran ‘como tuve razón el primer año, voy a tener razón el segundo’”, lanzó en la entrevista con el diario Clarín.
Dio a entender que el equipo económico debiera ir aflojando el cepo de a poco, testeando la demanda de dólares, aunque no dijo que eso es lo que se ha estado haciendo, sacando por capas las restricciones.
Vení, pero callado
La fricción con Lacunza demuestra que la invitación que le hace La Libertad Alianza al PRO es para anexarse, no una integración en la que puedan discutirse las ideas.
Ahí está el quid de la cuestión. Si la Libertad Avanza se amplía para ganar votos y derrotar al kirchnerismo, diluye su identidad. Si prioriza su identidad y la construcción propia ninguneando al macrismo, puede dejar vivo al kirchnerismo y no lograr las bancas que necesita para encarar las reformas que faltan. Y si pretende diluir al macrismo y al kirchnerismo a la vez, sin alianzas, puede perder la elección.
La estrategia política para este 2025 es de otra naturaleza, muy diferente a lo que fue surfear en minoría los debates en el Congreso.
Si se suma el PRO sin permitirle la discusión en nada, ¿para qué se lo suma? ¿Querría el PRO ir bajo esas condiciones? Lacunza está pidiendo sentarse a la mesa. ¿Para qué, si al macrismo no le funcionó? ¿Entiende de verdad Lacunza que la macro manda o tiene algún pero sobre el equilibrio fiscal? Y a Milei, ¿lo que sirvió en el primer año, le servirá igual en el segundo? ¿Ni siquiera Caputo está dispuesto a fingir demencia y escuchar? ¿Ninguna sugerencia sirve?
Y los votantes, ¿qué quieren? ¿Alianza ahora o en 2027? ¿Sólo en Buenos Aires? ¿Con la misma receta libertaria o con algún condimento que aporten los invitados?