El discurso que Martín Llaryora pronunció en Deán Funes se recordará por ser el primero que un gobernador dirigió a la Legislatura lejos de las comodidades capitalinas y por el modo en que transpiraron los protagonistas del tórrido inicio se sesiones 2025. También será la referencia obligada para constatar en los próximos años –el gobernador habló de la próxima década– si por primera vez en la historia se cumple un plan de desarrollo del pobre norte cordobés.
El programa de obras públicas e infraestructura productiva y educativa que anunció Llaryora se complementa con un plan de beneficios impositivos para radicaciones productivas que fomenten el empleo. Prometió “años y años” de inversiones (cinco puntos de Ingresos Brutos, equivalentes este año a $ 130 mil millones), compromiso y decisión política para equiparar el desarrollo de todo el territorio provincial. A Deán Funes también le quedaron los anuncios de un polo de Universidad Provincial y de un nuevo edificio para Tribunales.
El resto del discurso de Llaryora fue de estricta coyuntura y casi enteramente dirigido a sus acalorados adversarios políticos: Luis Juez y Rodrigo de Loredo, que sudaron en un palco del salón municipal de Deán Funes. La estrategia de usar videos para repasar las acciones de gestión del año anterior y para explicar los planes de gestión a futuro le permitió a Llaryora dedicar buena parte del mensaje a responder las cada vez más belicosas críticas opositoras, a remarcar las diferencias que quiere acentuar con el gobierno de Javier Milei y a defender sus decisiones políticas. Un discurso a tono con el año electoral que está comenzando.
La incomodidad del peronismo cordobés crece ante un electorado que mayoritariamente aplaude al gobierno libertario y ante una oposición que sólo se mantiene unida para facturarle a Llaryora los 25 años del oficialismo en el poder. Esa incomodidad fue evidente a lo largo del discurso de Llaryora, que tuvo un tono marcadamente defensivo.
Ajuste mediterráneo
La oposición y buena parte del círculo rojo cordobés objetan que Llaryora no haga suyo el discurso del ajuste que impuso Milei. El gobernador les respondió que la reducción del gasto que hizo la provincia de Córdoba fue superior al ajuste nacional y que el superávit de su gestión también es mayor. También subrayó que su administración cumplió esos objetivos sin recortes unilaterales a los municipios; sin desfinanciar la salud, la educación ni los programas sociales, y sin eliminar la obra pública. Recalcó que se invirtieron $ 800 mil millones en 2024.
Las señales de austeridad que anunció tienen título rimbombante, pero son insignificantes a nivel de gasto público: mantener la reducción salarial de los funcionarios y eliminar tres agencias. No explicó cuáles, pero serán las de menor estructura, y las funciones y cargos serán absorbidos por los respectivos ministerios. Apenas un gesto para cumplir con el mandato que exigen los tiempos libertarios.
No lo mencionó a Milei, pero abundó en reproches a las decisiones nacionales. Sólo que se las dirigió a la cada vez más libertaria oposición cordobesa que lideran Juez y De Loredo: les recordó que la Nación no mandó un peso para la Caja de Jubilaciones, eliminó los subsidios al transporte, cortó por completo la obra pública y casi fulminó cualquier envío por fuera de la coparticipación. Les reprochó la tibieza de los reclamos a la Nación por esos recortes y también les recordó que Córdoba logró superávit sin afectar ningún envío a los municipios.
En una jornada especialmente complicada para el gobierno de Milei y mientras en la ciudad de Córdoba concluía una marcha multitudinaria para repudiar los dichos discriminatorios del presidente en Davos, Llaryora celebró la diversidad y pidió respeto a los valores democráticos. “El silencio es cómplice”, les dijo una vez más a sus adversarios en el tácito diálogo que mantuvo Llaryora desde el estrado con Juez y con De Loredo.
Discurso con destinatarios presentes
Las críticas opositoras hacen blanco preferencial en dos temas sensibles: la inseguridad y la suba de impuestos que aplicó la Provincia. Hay legisladores que llaman abiertamente a una rebelión fiscal y ayer mismo el radicalismo anunció que presentará un proyecto de ley para poner topes a la suba del Inmobiliario. El Gobierno asegura que las subas por encima del 174% –que corresponde a la actualización de los salarios– sólo afectan al 1% de las cuentas del Inmobiliario y Llaryora en su discurso reiteró que Córdoba es la provincia que más bajó Ingresos Brutos desde 2017. En muchos momentos, el discurso fue un diálogo entre las críticas opositoras y la defensa del gobernador.
También defendió la política de seguridad y los cuerpos de guardias urbanos, dos de los ejes sobre los que se montan las más furibundas acusaciones de la oposición. Llaryora les dijo que critican por criticar y les reprochó que se opusieron a la ley de seguridad, que no acompañaron las guardias locales, ni la incorporación de armas de baja letalidad, ni las nuevas fiscalías anticorrupción. Les recordó que, pese a eso, más de 280 intendentes –muchos de ellos radicales– adhirieron a esa ley porque no miran para otro lado. También recalcó que, en materia de seguridad, el trabajo con la Nación no tiene fisuras: pidió un aplauso para Patricia Bullrich y se trató de la única referencia positiva de la gestión nacional.
Llaryora respondió a muchas críticas, pero a otras no. No mencionó el escandaloso manejo de contrataciones políticas en la Legislatura que dejó expuesta la detención del dirigente peronista Guillermo Kraisman. Fue una omisión que hizo mucho ruido: los legisladores que lo escuchaban no hablan de otra cosa desde hace dos semanas y los cordobeses también esperan una explicación. Casi nadie cree que ese esclarecimiento llegue de la Justicia: la causa pasó al fuero Anticorrupción.
Competencia mileísta
No hay dudas de que el peronismo cordobés vive con incomodidad los tiempos libertarios. Lo cierto es que los opositores cordobeses tampoco tienen paz y eso es evidente: la competencia entre dirigentes para posicionarse ante los ojos de los hermanos Milei es descarnada. Juez quiere ser el candidato a gobernador de Milei en 2027 y De Loredo quiere ser el primer candidato a diputado de Milei en 2025, mientras que el ex Coalición Cívica Gregorio Hernández Maqueda exagera hasta lo caricaturesco para ingresar al universo (y a la lista) libertaria. Ninguno sabe qué quiere Milei.
Las críticas al discurso de Llaryora comenzaron mucho antes de que el discurso fuera pronunciado, estallaron tras la finalización del mensaje hasta llegar al insulto puro y duro, y prometen multiplicarse durante todo el año, o al menos hasta las elecciones de medio término. Hasta ahora esas críticas mantienen unida a la oposición que sigue usando un nombre que ya no existe en otros lugares: Juntos por el Cambio.
Es seguro que las críticas se intensificarán. Que la oposición siga unida está por verse.