“Cuando pase la preocupación por la inflación, seguramente la sociedad comenzará a percibir que estos tipos son impresentables”, graficó un funcionario llaryorista. La ácida referencia fue para el gobierno del presidente Javier Milei, que alimentó su interna con la vicepresidenta Victoria Villarruel en medio del escándalo por la expulsión del senador Edgardo Kueider.
Si bien se trata de una discusión nacional, desde el Centro Cívico siguen de cerca los movimientos de los indescifrables libertarios. En definitiva, la lista de candidatos que impulsará el gobernador Martín Llaryora deberá enfrentar en Córdoba a la apadrinada por Milei en los comicios legislativos del año próximo.
En un contexto de números favorables de la macroeconomía, con los mercados financieros en calma y un ascenso en las encuestas, el Presidente y su vicepresidenta libran otra batalla que siembra incertidumbre política.
El “caso Kueider” volvió a enfrentar al Presidente y a su vice por la validez de la sesión en el Senado, en la cual se expulsó al peronista entrerriano devenido en oficialista.
Es un caso que incluye presuntos actos de corrupción de un integrante de “la casta” que los libertarios no pudieron aprovechar. Por el contrario, están pagando un costo político. Además de profundizar la grieta entre el Presidente y la vicepresidenta.
Ninguno de los dos bandos en pugna busca purificar a la política. Sólo los mueve la tentación de apoderarse de la banca del senador expulsado por el escándalo de intentar ingresar a Paraguay con 211 mil dólares sin declarar.
La política no deja de sorprender. El kirchnerismo se puso al frente de la lucha contra la corrupción para echar de un plumazo a Kueider. Aunque el objetivo real es sentar en esa banca a Stefanía Cora, una militante de La Cámpora y fiel cristinista.
En la otra vereda, los libertarios y los bloques aliados querían la suspensión del senador hasta marzo, sin goce de sueldo. Esto le hubiera permitido al entrerriano defenderse, un derecho que está garantizado por la Constitución Nacional.
Ese era el camino institucional. Aunque detrás estaba el verdadero propósito de los libertarios: que el kirchnerismo no sumara otra banca, para quedar a sólo tres votos del cuórum propio en la Cámara Alta.
El proceso quedó enterrado en el barro de la política. Desde Italia, Milei aseguró que la sesión es nula porque la vicepresidenta Villarruel debió estar a cargo del Ejecutivo y no en el Senado conduciendo el debate por Kueider.
Más allá de las idas y vueltas, quedó claro que Cristina Kirchner amplió su poder en el Senado, mientras que los libertarios quedaron enredados en su propia interna.
Mirada cordobesa
Desde el Centro Cívico observan con asombro –sin ocultar cierto regocijo– la temeraria interna en la cúpula del poder libertario.
El gobernador Llaryora no hará ninguna referencia a los desaguisados en el Senado, pero está atento. Está convencido de que fue toda ganancia para sus intereses políticos, que se concentran en Córdoba.
Luis Juez, quien votó a favor de la expulsión de Kueider, quedó mal parado con Mauricio Macri, quien lo acercó a Milei.
El fundador del PRO ordenó votar la suspensión para Kueider para evitar fortalecer el bloque K. Este viernes, el expresidente dio indicios concretos de enfrentar a los libertarios en las urnas.
El senador cordobés tuvo un fuerte cruce con algunos senadores libertarios, que finalmente también votaron la expulsión. Voceros juecistas aseguran que “quedó todo bien” con el Presidente, a quien el senador le habría adelantado su cambio de postura en la votación.
Los llaryoristas tienen otra mirada. El episodio en el Senado aleja la posibilidad de que Juez tenga la bendición de Milei para pelear el poder provincial, en 2027. También creen que el senador priorizará a los libertarios, por sobre los radicales.
Más allá de las cuestiones electorales, el oficialismo provincial padece en la Legislatura la paridad con la oposición.
En la aprobación del Presupuesto provincial 2025, en la votación por artículos, el oficialismo fue salvado otra vez por dos legisladores que fueron votados como opositores: la radical Graciela Bisotto y el liberal Agustín Spacessi.
Fueron algunos artículos sensibles, como el de las Agencias, que hubieran sido un dolor de cabeza para la gestión llaryorista.
El ministro de Gobierno, Manuel Calvo, y el secretario General de la Gobernación, David Consalvi, tuvieron que llegar de urgencia a la Legislatura en la noche del jueves para negociar y salvar esos artículos clave.
En el Gobierno no quieren seguir sufriendo esta paridad en la Legislatura. Dividir al bloque radical es la meta del oficialismo desde hace un año.
Quienes lo consigan tendrán ganado el cielo del universo oficialista. Hay tres funcionarios que están trabajando por ese premio.
No habrá resultados hasta el año próximo. Ahora, los oficialistas están embarcados en otra tarea que les encomendó el gobernador: conseguir votos opositores para que Jessica Valentini llegue al Tribunal Superior de Justicia (TSJ) con el mayor aval político posible.
Por ahora, el pronóstico es de otra votación ajustada. Aunque en el Centro Cívico se entusiasman y aseguran que serán entre 38 y 39 los avales para la abogada propuesta por Llaryora.
Lejos de los escándalos de los libertarios en el Congreso nacional, el oficialismo cordobés también tiene sus propias penumbras en el Parlamento cordobés.