“La banda es mucho. Con la Guardia de Honor de la Policía es suficiente”, decidió un funcionario llaryorista sobre la bienvenida en el Centro Cívico al ministro de Economía de la Nación, Luis Caputo, quien visitó este viernes al gobernador Martín Llaryora.
Un ministro llaryorista aclaró con ironía –por si hiciera falta– que no hubo un trato especial con Caputo. A la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y a la canciller Diana Mondino también les dieron la bienvenida con la Guardia de Honor de la Policía.
En la reunión de media hora, Caputo no aportó soluciones al principal reclamo que le hizo Llaryora. Pero tuvo dos gestos políticos con el gobernador: resaltó en la Bolsa de Comercio que el Gobierno de Córdoba tiene “superávit fiscal” y luego fue hasta la Casa de Gobierno a visitarlo.
Llaryora tenía planificado ir al almuerzo de la Bolsa de Comercio para escuchar al ministro de Economía. Antes de salir desde Buenos Aires, Caputo le informó que iba a pasar por el Centro Cívico. Un gesto que fue festejado por el oficialismo.
El elogio de Caputo a la gestión de Llaryora en su exposición en la Bolsa de Comercio pareció no tener destinatario. Pero el llaryorismo le encontró un blanco al mensaje: en una de las mesas principales del almuerzo de empresarios estuvo el opositor Luis Juez, quien acusa a Llaryora de “derrochar” fondos públicos.
Más contundente fue el titular de la Bolsa de Comercio, Manuel Tagle, quien al final del almuerzo dijo: “Córdoba se parece mucho al Primer Mundo”. Juez no lo escuchó, porque ya se había retirado.
En el Centro Cívico festejaron esa ponderación contundente de Tagle, que se pareció mucho a una venganza. El juecismo había denunciado presuntas irregularidades en la compra de automóviles para la Policía, que la Provincia había adquirido en la empresa de Tagle.
Luego de ser recibido por el gobernador, incluida la mencionada guardia de honor en la puerta, Caputo y Llaryora compartieron un café en el despacho principal del Centro Cívico.
Lo que trascendió de la reunión, de la cual también fueron testigos el ministro de Finanzas de Córdoba, Guillermo Acosta, y el secretario de Desarrollo Productivo de la Nación, Juan Pazo, es que fue “en muy buenos términos”.
Un funcionario provincial sintetizó la charla. “Era de cajón que Martín (Llaryora) le iba a reclamar por la deuda de la Anses a la Caja de Jubilaciones, pero también sabía la respuesta de Caputo: que tenga paciencia, que ahora es imposible atender ese problema”, fue el argumento repetido por las fuentes oficiales.
Entre los funcionarios provinciales y el propio gobernador, sobrevuela un clima de satisfacción. Hay dos motivos: los elogios y la visita del ministro de Economía, por un lado, y la firma del acuerdo salarial con los docentes, por el otro.
Hasta febrero del año que viene, Llaryora tendrá el horizonte despejado de reclamos salariales. No es poco en un contexto general de ajuste fiscal y recesión económica por las medidas del Gobierno nacional, que alimentan el inconformismo de los trabajadores, tanto estatales como privados.
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Si alguien esperaba una amenaza de nuevo juicio de Llaryora a Caputo por la deuda con la Caja, desconoce los planes del gobernador para el futuro cercano.
Para alivio de Caputo, en su relación con la gestión del presidente Javier Milei Llaryora priorizará otras cuestiones: aval para tomar deuda y poder así cumplir con los compromisos en dólares que le dejó su antecesor Juan Schiaretti, y acceder a financiamiento para obras de infraestructura.
Al menos por ahora, Llaryora abandonó su anhelo de proyección nacional. Hoy su objetivo es buscar la reelección en 2027.
Sabe que no será fácil pedir a la sociedad cordobesa otra prórroga del crédito luego de 28 años de gobiernos peronistas.
Su prioridad es la gestión provincial, y para eso debe revalidar los laureles de José Manuel de la Sota y Schiaretti: grandes obras de infraestructura.
Como hacían sus antecesores peronistas, Llaryora tiene anotados varios proyectos: el final de la autopista 19 (Córdoba-San Francisco), dos hospitales de alta complejidad en la ciudad de Córdoba, la finalización de la Circunvalación en Río Cuarto y Villa María, y la autovía Mina Clavero-Villa Dolores.
Son obras costosas, que sólo se pueden hacer con financiamiento externo. Y esos préstamos deben tener el aval de la Nación.
Caputo está dispuesto a firmar cualquier garantía con tal de que no le exijan fondos que puedan romper su plan estratégico: el superávit fiscal, que, según el titular del Palacio de Hacienda, lleva a la baja de la inflación.
Llaryora lo sabe. Por eso, le hizo el reclamo por la deuda con la Caja casi por compromiso. Y utilizó los 25 minutos restantes para hablar de “producción” y “obras”.
“Gestión, gestión y gestión”, repite el gobernador a sus íntimos.
En la vereda de enfrente, mientras los radicales están enredados en su propia interna, Luis Juez tiene su propio plan: ser un aliado de Milei para desalojar al PJ del poder provincial en 2027.
