Restan apenas 10 días. Córdoba se asoma a un recambio político significativo. La etapa De la Sota-Schiaretti concluye. Si Martín Llaryora vence a Luis Juez, la política cordobesa también cambiará, pese a la continuidad de signo político. Llaryora representa un nuevo liderazgo. Por supuesto que el sacudón sería de impacto histórico si el triunfador, en cambio, fuera Juez, quien desde 2003 viene desafiando la hegemonía iniciada en 1998 por el fallecido exgobernador.
La estadística favorece a los oficialismos: de las 10 elecciones provinciales que se realizaron hasta el momento, en ocho hubo ratificación y en las otras dos –Neuquén y San Luis– se impusieron candidatos que fueron parte de los gobiernos que ahora perdieron. Cambio, con poco de cambio. Ergo: los oficialismos distritales hacen valer el peso de sus gestiones, que en general parecen ser bien valoradas por los gobernados.
A Llaryora lo ayudan las administraciones de Juan Schiaretti. Las dos últimas gestiones han tenido niveles de aprobación ciudadana elevados. Nunca por debajo del 55%. Pero Llaryora le sumó un valor que le es propio: su gobierno capitalino también es bien considerado por los cordobeses. Y eso sí es una novedad, luego de gestiones del municipio muy cuestionadas. Ese es el aporte determinante de Llaryora a este proceso y que buscará ratificar en las urnas.
Posiblemente, si no ocurre algún hecho impensado de acá al domingo 25 de junio, Llaryora logre un triunfo en la Capital similar o aun mayor al que conquistó Schiaretti cuando en 2019 fue reelegido para el Panal. Llaryora quiere exhibir ese número como una ratificación de su éxito como gestor. En caso de ganar, buscará mostrar que, si bien heredará el grueso del poder que construyeron otros, su lugar no fue causa del azar ni de un golpe de suerte.
En la arenga motivacional del martes por la noche en el club Unión Eléctrica, Llaryora expuso esa ambición en busca de hacer la diferencia en la Capital. “Hay vecinos que demuestran y se sienten más orgullos de lo que hicimos en la Capital que algunos de los que están adentro (del gobierno)”, planteó el candidato en tono de reto, buscando tocar la fibra íntima de funcionarios y candidatos de la lista que él lidera.
Schiaretti obtuvo hace cuatro años casi el 50% en la Capital para la categoría gobernador, mientras Llaryora logró el 37%, para intendente. Ahora este pretende alcanzar aquella cifra de Schiaretti. Sería, además de un logro personal de ratificación de lo hecho en la Municipalidad de Córdoba, casi un jaque mate para la elección provincial: es casi imposible perder los comicios generales si se arrasa en esa magnitud en la Capital, con una incidencia en el padrón del 37%.
Se entiende por qué Juez concentró sus últimos días en recorrer la ciudad que gobernó entre 2003 y 2007.
Pronóstico de polarización
Al margen del resultado final, en lo que sí hay coincidencia entre el oficialismo y la oposición es en que el escenario será “competitivo” hasta el último minuto. Significa que será diferente en ese sentido al tablero de 2019, con Schiaretti por encima del 57%. La elección se avizora en extremo polarizada entre las dos principales fuerzas. Se espera que entre ambas cosechen el 80%/85% de los votos.
A priori, y con la salvedad de que aún resta el tramo final de la campaña, el piso del peronismo y sus aliados no estaría por debajo del 40%. Y el de Juntos por el Cambio, en torno del 35%. Vale una aclaración: siempre se habla de pisos y no de techos. Será precisamente el nivel de los techos lo que defina la elección a favor de Llaryora o de Juez.
Entre las dos boletas que dicen representar el pensamiento de Javier Milei (Rodolfo Eiben y Agustín Spaccesi), aunque sin apoyo del economista, la de Aurelio García Elorrio (Encuentro Vecinal), la del peronismo no schiarettista (Federico Alesandri, de Creo en Córdoba) y las del espectro de izquierda deberán repartirse el resto. Queda poco.
Ese efecto polarizador que se presume tendrá la elección impactará en el reparto de bancas en la Unicameral. Por efecto de los cocientes de reparto del sistema D’Hondt y de la mayor cantidad de votantes, obtener una banca será más costoso que cuatro años atrás. Los cálculos de los expertos sitúan el “precio” de un escaño entre 40 mil y 45 mil votos, cuando en 2019 fue de unos 30 mil. Malas noticias para los partidos más chicos.
El juecismo no desconoce el favoritismo de los oficialismos, pero considera que el fracaso de la incorporación de Schiaretti a Juntos por el Cambio quebró la pasividad inercial que traía la campaña. Creen que el sacudón los favoreció. En el Centro Cívico admiten el cimbronazo y esperan por los números de las nuevas encuestas, ya impactados por lo que pasó.
El martes próximo, Juez compartirá actividad con Patricia Bullrich. Ambos vienen de verse el lunes, en una acción conjunta que tuvo como centro San Francisco, la tierra de Llaryora. Allí hablaron del flagelo del narcotráfico y de la inseguridad. Bullrich, quien fue clave con su oposición para evitar la anexión de Schiaretti a Juntos por el Cambio, ya cuenta a Juez como aliado político para su batalla mano a mano contra Horacio Rodríguez Larreta. El camino de paloma a halcón parece inevitable.
Todo está por suceder.
