El Milei presidente y figura central de la economía y de la política argentina lo trastocó todo desde hace un año en la Argentina. En el plano político, el impacto se extendió hacia todas las provincias. No hay excepciones. Nadie quedó exento del cimbrón.
El ecosistema político cordobés, inserto en la provincia en la que más apoyo recibió el libertario en el balotaje, aún no termina de acomodarse por completo al nuevo orden. Hay matices en los posicionamientos respecto del Gobierno nacional, dependiendo el cargo y de los lugares que ocupen los actores y los espacios políticos.
De lo que no hay dudas es de una variable que hasta aquí lo ha ordenado todo: la alta adhesión que sostiene la gestión libertaria entre los cordobeses es un dique de contención que limita el nivel de cuestionamientos y, al mismo tiempo, fija condiciones y reglas para todo el sistema.
A pesar del impacto recesivo del fuerte ajuste económico que impuso Milei, ir en contra del Presidente implica correr altos costos con el electorado cordobés. Las diferenciaciones, en todo caso, deben ser equilibradas. Que se noten en el hacer y no tanto en el decir. Aún así, el riesgo existe.
El gobernador Martín Llaryora padeció en el inicio de su gestión y de la del libertario haberlo desafiado. Le costó caro en términos de imagen. Probablemente, el titular del Panal no ha ponderado del todo un dato insoslayable: fueron muchísimos más los cordobeses que votaron por el cambio que representaba Milei para el país que por la continuidad que encarna Llaryora dentro del proyecto político del peronismo ampliado ahora en el “cordobesismo”.
Con excepción del período de Mauricio Macri en el poder, el oficialismo peronista provincial se sintió siempre muy cómodo articulando con un electorado local refractario a la Casa Rosada. Eso cambió radicalmente desde el último 10 de diciembre. La complejidad que siempre representa gobernar suma esa dificultad política que a Llaryora le llevó largos meses ecualizar.
Incluso hoy, cuando la relación entre la Nación y la Provincia está estabilizada, Llaryora tiene fuertes límites para reclamar lo mucho que Córdoba ha perdido en materia de recursos financieros desde que Milei maneja la botonera económica desde Balcarce 50.
Cambios para todos
Los opositores locales también debieron redefinir su juego. Luis Juez y Rodrigo de Loredo, los máximos exponentes de ese espectro, fueron acomodándose al nuevo panorama. El senador siempre corre con ventaja. Sin jefaturas nacionales a las que responder ni intendentes a los que auxiliar, su flexibilidad y capacidad de adaptación −aún cayendo en contradicciones− ya no sorprenden a nadie. En menos de medio año, Juez se convirtió en un aliado clave del Gobierno en el Senado. Y es el cordobés con la llegada más directa al despacho presidencial.
Ese es el capital político más importante que tiene hoy el líder del Frente Cívico. Mientras, continúa con la recomposición de una fuerza propia que estuvo casi desaparecida durante años en la política cordobesa. El 2021 marcó una especie de resurrección, 2023 lo tuvo como protagonista peleando la gobernación palo a palo y su nuevo objetivo está puesto en el 2027. El 2025 será de entrega total al Presidente. Juez sembrará con la idea de cosechar dos años después. Todo puede pasar. Su ficha está jugada sobre el paño.
De Loredo, en cambio, padeció la incómoda posición equilibrada que representan los idearios radicales en momentos en que la moderación tiene escasísimos adeptos.
Fue azotado por el Presidente y sus hordas digitales. El radical termina mejor de lo que comenzó el año. Un símbolo de la incomodidad que vivió el jefe de bloque de la UCR quedó retratada cuando mientras era entrevistado por periodistas a la salida del Congreso un chofer le reclamó desde el colectivo en movimiento que diera cuórum en una sesión en la que se iba a tratar el presupuesto para las universidades.
De Loredo hizo equilibrio entre las tensiones de una conducción partidaria abiertamente contraria a Milei y un quinteto de gobernadores que le exigen conservar los puentes con el Gobierno nacional. Por momentos, esa posición fue una picadora de carne. Con menos diputados en su bloque de los que inició el año, De Loredo culmina 2024 parado en el tablero nacional y también en el provincial.
Su aspiración, asegura, es disputar la gobernación en 2027. Antes debe sortear el trance que representa atravesar las legislativas del próximo año, cuando expira su mandato. Ese desafío es central para su posicionamiento y sus chances futuras.
El riesgo implícito que representa para el sistema el resurgimiento de una fuerza política nueva aporta otro elemento a considerar. La Libertad Avanza es un factor que ya altera el tablero provincial y tendrá su debut, como fuerza pura, dentro de algunos meses.
El huracán Milei trastocó todo. Y apenas cumple el primer 25% de gobierno. El 75% restante espera por Llaryora, Juez y De Loredo. Esto recién comienza.