Es muy probable que el martes próximo, por primera vez en un año y medio, todos los gobernadores y el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires protagonicen el primer planteo conjunto a la administración de Javier Milei. Hay muchas diferencias entre ellos y frecuentes acusaciones entre los opositores acérrimos y los dialoguistas que de modo sistemático le salvan las papas a La Libertad Avanza en el Congreso, pero todos miran la caja: la caída de más del 23% en la coparticipación de mayo fue el disparador de esta primera avanzada conjunta. Se reunirán en son de protesta en el Consejo Federal de Inversiones e insistirán en pedir lo que saben que no obtendrán.
La situación de Martín Llaryora entre los gobernadores es muy singular. Es uno de los más activos en el chat donde los jefes provinciales hacen tronar los reproches por el ajuste, la caída de programas nacionales, la desarticulación de organismos con base en las provincias y el corte de la obra pública. Pero en simultáneo, suele ser el primero en adherir a las grandes apuestas de Milei –Rigi, blanqueo, compensación de deudas y ahora Régimen Simplificado de Ganancias, las más recientes– y es uno de los colaboradores más estratégicos en el Congreso.
Llaryora apostó desde el primer día a ese rol, que le ofrece la ventaja de la ambigüedad. Ante el peronismo y los sectores críticos de Milei puede exhibir sus facetas opositoras y ante el electorado cordobés –que sigue siendo el más mileísta del país– también puede mostrarse dialoguista, colaborando con los lineamientos principales de la Nación. Ante los suyos, suele desplegar un pesimismo cada vez más marcado sobre el resultado final del proyecto libertario.
Lo cierto es que ese juego de dualidades se pone cada vez más difícil para el cordobesismo, por varias razones. La inminente campaña electoral y la decisión de Karina Milei de apostar fuerte en Córdoba es la primera. El posible alineamiento de la oposición mayoritaria en un frente mileísta que anticipe el desafío 2027 también fuerza a Llaryora a marcar diferencias, y los ineludibles efectos del ajuste nacional hacen el resto.
Lejos de la recuperación
Muy lejos de la recuperación prometida, los logros de la macroeconomía nacional apenas se insinúan en Córdoba mientras que sus perjuicios se multiplican en un clima de conflictividad creciente en las calles y una situación social que cada vez exige más recursos a provincias y municipios.
Los beneficios sobre la actividad económica se agotan por ahora en algunos sectores muy puntuales –la venta de autos repuntó 60% interanual en mayo–, mientras que el consumo masivo se desplomó y los sectores más dinámicos de la industria cordobesa presagian tormentas severas. La metalmecánica, en primer lugar, pese a la millonaria inversión anunciada por Stellantis en Ferreyra (que no tuvo Rigi ni apoyo nacional alguno).
La llegada de nuevas aerolíneas al aeropuerto Ambrosio Taravella y la habilitación de nuevas rutas prometen una nueva “revolución de los aviones”, pero de momento los turistas que llegan son muy pocos y los dólares que se van de esta provincia turística son muchos.
La semana pasada la Nación anunció que el sector privado invertirá U$S 6.600 millones en la red eléctrica de todo el país. Una línea de alta tensión entre Malvinas Argentinas y San Francisco será la primera obra de la gestión Milei, siempre que el plan de inversión privada llegue a buen puerto esta vez. Los antecedentes no son buenos.
Cuando se observa el frente fiscal, en un año y medio Córdoba no recibió un solo ATN y tampoco un peso para las jubilaciones. Los $ 5.000 millones mensuales para la Caja acordados en la Corte Suprema de Justicia en el marco de una demanda de U$S 1.000 millones todavía están lejanos: las cuotas de mayo y junio llegarán recién en julio, después de que la Legislatura provincial apruebe el acuerdo alcanzado a principios del mes pasado.
Mientras tanto, ramifican en el mapa provincial conflictos vinculados a la desarticulación de instituciones tan arraigadas como el Inta o el Conicet. Fadea sigue en terapia intensiva, las rutas nacionales empeoran a gran velocidad luego de 18 meses sin mejoras y el Hospital Nacional de Clínicas sobrevive por los recursos extra que se extraen del diezmado presupuesto de la Universidad Nacional de Córdoba.
La masiva y conmovedora protesta contra el ajuste del Gobierno nacional que el jueves pasado realizaron personas con discapacidad, sus familias y los profesionales que las asisten frente a la Catedral fue casi ignorada por buena parte de la dirigencia política: tanto del cordobesismo como de la oposición que busca su lugar junto a Milei. Tal vez sea la postal más cruel de estos 18 meses, tanto de los efectos de los recortes que siempre se anuncian como si fueran virtuosos, como de todo lo que Córdoba deja pasar cuando gobierna un antikirchnerista.
Críticas estratégicas
Un día antes, en la Legislatura, el juego de criticar en unos lo que de deja hacer a otros tuvo un momento insuperable. Bajo la bandera de la defensa del campo, el peronismo cordobés armó una sesión especial sólo a los efectos de estrechar vínculos con las entidades del agro, que están en pie de guerra por la anunciada suba de las retenciones al límite máximo del 33% a partir de julio.
De paso, en la misma jugada, se propuso exponer a la oposición de Juntos por el Cambio, que accedió negándose a votar un inconducente proyecto de declaración para que los legisladores nacionales rechacen esa medida de Milei. Juecistas y radicales no apoyaron, porque exigían que también se vote el repudio a la presión impositiva provincial que soporta el campo. Un show innecesario e inútil: el campo cordobés tributará al menos 400 millones de dólares extra al Gobierno que hace bandera de la baja de impuestos, pero que baja los que debe coparticipar a las provincias y sube los que se quedan íntegramente en el Tesoro nacional.
Algo de todo esto empezarán a plantear los gobernadores el martes. Si el show no le gana al sentido común.