“Nos trataron de kirchneristas cuando votamos en contra del ajuste universitario y ahora nos tratan de libertarios porque acompañamos el acuerdo con el Fondo. Hay algunos que no lo van a entender nunca”. El gobernador Martín Llaryora sostiene que es un “error” remarcar, como si se tratara de una estrategia de su parte, que busca diferenciarse constantemente de las políticas del gobierno de Javier Milei. “Lo único cierto es que tenemos un modelo propio”, resume.
Tres diputados que le responden en el Congreso –iban a ser cuatro, pero Juan Brügge llegó tarde– votaron este miércoles a favor del DNU presidencial que habilita al Estado a cerrar un nuevo préstamo con el Fondo Monetario Internacional. El monto de ese desembolso aún se desconoce, al igual que las condiciones que impondrá Kristalina Georgieva para que drenen nuevos dólares que el mercado comenzó a demandar con más impulso y renovada inquietud en los últimos días. Que la cotización del blue vuelva a ser un insumo de consulta permanente es una amenaza concreta para el corazón del programa económico y político de Milei: la baja de la inflación.
Llaryora no desconoce los efectos adversos que tendría para el país y para Córdoba que el esquema libertario de contención de precios basado en contener el tipo de cambio se quedara sin combustible a mitad de camino.
Dos paros docentes con alto acatamiento de la UEPC, mucha bronca de maestros y maestras, y un desgaste que ningún gobernante quiere afrontar a las puertas de un año electoral marcan lo dura que fue esa negociación para la administración provincial.
Llaryora cuida la caja que hizo el año pasado con el ajuste a los estatales y a los pasivos provinciales, y también el colchón de ingresos que está haciendo con la recaudación del Inmobiliario Rural y del Urbano, foco de críticas de la oposición, que se hizo eco del reclamo de quienes consideran que al gobernador “se le fue la mano” con la suba de los impuestos.
Sostener el margen fiscal logrado el año pasado y mantener las previsiones actuales desvelan a Llaryora. Ese modelo “propio” del que se ufana el titular del Centro Cívico sólo funciona sobre la base de una gestión que contradice el precepto mileísta de “no hay plata”. En el ideario llaryorista, sin plata no hay proyecto.
Esa disponibilidad de dinero, ya sea con liquidez de caja o bajo la posibilidad de tomar deuda para nuevas obras de infraestructura, o ambas, actúa como inhibidor de parte de otros serios problemas que acechan al peronismo y que han tenido alta repercusión en las últimas semanas.
El escándalo Kraisman, por ejemplo, devolvió a la superficie la podredumbre sistémica del uso de cargos públicos para sostener militancia rentada. La Unicameral está bajo la lupa por eso, pero no es la única área del Estado excedida de contratos y conchabos políticos.

La imagen de la vicegobernadora Myrian Prunotto de paseo por Nueva York en momentos en que desde su despacho se niegan a informar el listado completo de los 1.043 contratos de la Unicameral potencia el nivel de desconexión de la clase política con la gente. Hay encumbrados peronistas que no ocultan la satisfacción que les produce el mal momento que atraviesa la exintendenta radical.
Bonos, obra pública y Macri
Ante importantes inversionistas que se reunieron en el Iefa Latam Forum 2025, realizado en Buenos Aires, Llaryora no dudó en ponderar que los bonos de la deuda de Córdoba tienen una mejor cotización que los títulos públicos del Estado argentino. “Confían en una administración responsable, con sentido común y que nunca cayó en default”, lanzó al exponer.
El gobernador espera que el nuevo acuerdo con el FMI habilite una nueva “ventana de oportunidad” –así la define– para tomar créditos en el exterior para nueva obra pública. La proyectada finalización de la autopista que une la Capital con San Francisco es un hito en ese sentido. Llaryora licitó los tramos, pero necesita todavía conseguir parte del financiamiento.

Siguiendo la receta de sus antecesores en el cargo, y la propia que también ejecutó tanto en San Francisco como en la Capital, el combustible del “cordobesismo” que lidera se mide en kilómetros de nuevas rutas, en apertura de universidades provinciales en el interior y en infraestructura en general, como “motor de desarrollo”. “El grueso de la gente valora lo que ve y le mejora la vida al momento de votar”, recuerdan siempre como máxima cerca del gobernador.
En el plano electoral, y si bien Juan Schiaretti no ha dado ninguna nueva señal sobre sus próximos pasos, cerca de Llaryora creen cada vez más improbable que el exgobernador anote su apellido en la lista del oficialismo. Igual, nadie tirará la toalla hasta que expiren los plazos legales, en agosto.
Con el escenario de base de un “no” del “Gringo”, la idea es multiplicar canastas para evitar que Milei se imponga en los niveles que supo hacerlo Mauricio Macri en épocas de Cambiemos o de Juntos por el Cambio, cuando ganó en Córdoba por paliza.
Hablando del expresidente, el líder del PRO estará el 28 de marzo en Córdoba como figura central de un almuerzo organizado por la Bolsa de Comercio. El empresario Manuel Tagle tiene el OK de su amigo, quien aprovechará su estadía en la provincia para intentar hacer resucitar lo poco que queda del partido que fundó hace más de 20 años. Que Macri levante algo del vuelo perdido en Córdoba es una noticia bien recibida en el Panal. Todo lo que pueda comerle votos a Milei es bienvenido.