Se sabe: la política no siempre es lo que parece o se ve. Martín Llaryora es uno de los gobernadores que más impulsaron la aprobación de la Ley Bases. También confirmó que firmará el “pacto de mayo”, el próximo 9 de julio, en San Miguel de Tucumán.
Por esos dos acontecimientos políticos, se podría llegar a concluir –de manera apresurada– que el mandatario cordobés es un aliado del presidente Javier Milei. Nada más alejado de la realidad. Llaryora ya arrancó el proceso para tomar distancia política de la Casa Rosada.
El gobernador inició el jueves esta nueva etapa de la cambiante relación con el líder libertario, en Santa Fe, cuando en la Cámara de Diputados de la Nación comenzaba el prolongado debate para sancionar la Ley Bases.
En la capital santafesina, rodeado por sus colegas –el anfitrión, el radical Maximiliano Pullaro, y el entrerriano del PRO, Rogelio Frigerio–, Llaryora lanzó el reclamo más duro contra el Gobierno nacional por la deuda que la Anses mantiene con la Caja de Jubilaciones de Córdoba.
El mandatario provincial estimó en la friolera de $ 431 mil millones la deuda de la Nación con el sistema previsional cordobés.
Pullaro y Frigerio hicieron el mismo reclamo a la Nación. Pero, sin dudas, Llaryora fue el más enfático en su discurso.
El mandatario cordobés irá el 9 de julio a Tucumán para firmar el “pacto de mayo”. Tal vez sea el último gesto de acercamiento con el presidente Milei. Después marcará diferencias, con críticas al rumbo de la gestión libertaria.
En el Centro Cívico no descartan ir más allá. Pasar a las acciones, más allá de los cuestionamientos políticos. Por ejemplo, si no hay respuestas al reclamo por la deuda de la Anses, presentar otra demanda ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación por la falta de pago de los últimos siete meses. El año pasado, Juan Schiaretti inició dos juicios contra el gobierno central.
La pregunta del millón: ¿por qué Llaryora endurecerá su postura con la gestión libertaria si el Presidente aún conserva altos niveles de acompañamiento social?
Hay dos motivos: uno es ideológico; el otro, electoral.
En el marco de las ideas, Llaryora no comparte casi ninguna de las que expone habitualmente Milei. En privado, dice que está en las antípodas. La única coincidencia con el Presidente es el equilibrio fiscal. No gastar más de lo que ingresa al Estado.
Las diferencias ideológicas se pueden reducir en la concepción que ambos tienen del Estado. Para Milei, el Estado “es criminal”. Llaryora, en cambio, cree en un “Estado presente”. Lo repite en cada discurso oficial de su gestión.
El lejano 2025
Detrás de las diferencias ideológicas, también está la cuestión electoral, que para los políticos suele ser el límite más potente: Llaryora está convencido de que debe enfrentar en las urnas a Milei el año que viene en Córdoba. Y se prepara para ello.
Será una elección nacional. En Córdoba se elegirán nueve diputados, pero, como en toda elección legislativa de medio término, la pulseada en las urnas será territorial.
El presidente Milei necesita sumar legisladores nacionales en el Congreso para sacar leyes. Pero los gobernadores también deben defender sus distritos.
Es a lo que está obligado Llaryora el año que viene en Córdoba, cuando el PJ provincial ponga en juego dos bancas: las que ocupan el llaryorista Ignacio García Aresca y la oficialista –a veces crítica– Natalia de la Sota.
El gobernador apuesta todas a sus fichas a convencer a Schiaretti de que encabece la lista del oficialismo provincial.
Con ese objetivo, ya lanzó al exgobernador como un potencial candidato presidencial. Usinas llaryoristas tratan de presionar a Schiaretti, con una conclusión. “Si ‘el Gringo’ aspira a tener proyección nacional, no puede no competir el año que viene en Córdoba”, repiten por lo bajo funcionarios cercanos al gobernador.
Las mismas fuentes lanzaron un globo de ensayo: que el exgobernador podría ser candidato a legislador en Capital Federal el año que viene. En realidad, lo que quiere –y necesita– Llaryora es que Schiaretti sea candidato en Córdoba.
El gobernador considera que la lista libertaria será la más competitiva como rival. No tiene certezas aún sobre si Milei armará en esta provincia una lista con candidatos propios o si buscará un acuerdo con lo que quedó de Juntos por el Cambio.
Para ser concretos: si los libertarios buscarán acordar con Luis Juez, con el radical Rodrigo de Loredo y con lo que queda del macrismo.
Hoy, parece difícil esta alianza electoral, más allá de que Juez y De Loredo se vienen mostrando cerca de Milei. A Llaryora le conviene un escenario de oposición dividida: los libertarios con lista propia y el resto de la oposición local por otro lado.
Las eventuales alianzas electorales para el año que viene son hoy simples especulaciones. Lo único seguro para Llaryora es que competirá con Milei el año próximo. Por eso, inició el proceso de despegue de los libertarios. Ni hablar respecto del kirchnerismo.
Contrariando todas las encuestas que hoy muestran una polarización entre Milei y el kirchnerismo, incluso más fuerte que la que en el pasado reciente protagonizaron Cristina Kirchner y Mauricio Macri, Llaryora se muestra moderado y remarca su perfil dialoguista.
En coincidencia con Schiaretti, el gobernador busca asfaltar la avenida del medio. Para eso, Llaryora invita a que la transiten radicales y exmacristas. Aunque para los opositores locales sólo se trata de cooptación (hasta hablan de “compra”) de dirigentes opositores.
