Intentaron sorprender, pero los llaryoristas dicen que sólo fue a “a medias”, porque media hora antes se enteraron de la presencia. Luis Juez y Rodrigo de Loredo fueron a escuchar a Martín Llaryora, que con traje de candidato a gobernador oficialista dio el jueves pasado su último mensaje como intendente de la ciudad de Córdoba ante los miembros del Concejo Deliberante.
Fue el primer frente a frente a la distancia, antes del arranque de la campaña. Llaryora desde el escenario, como protagonista. Juez y De Loredo marcaron presencia desde la platea de invitados especiales.
“Estaban invitados por una cuestión de protocolo. No avisaron que vendrían, pero no nos sorprendieron. Intentaron sacarle protagonismo a Martín (Llaryora), pero no lo lograron”, esgrimió un llaryorista puro.
Los tres enviaron un mensaje en el acto institucional: Llaryora, con un potente y estudiado discurso, habló de su gestión como intendente, a la que calificó de “transformadora”. También disparó algunos dardos para exintendentes; entre ellos, Juez, que escuchó sin inmutarse.
El intendente tiene un equipo de asesores en comunicación. En situaciones importantes, como fue este caso, también escucha a dos hombres con mucha experiencia en comunicación, que trabajan con el gobernador Juan Schiaretti: Roberto Sposetti y el consultor Luis Dall’Aglio.
Llaryora se reserva la última palabra en cuestiones de comunicación. Le apasiona el tema. Sus funcionarios reconocen que fue él quien propuso que la enumeración de las obras de su gestión fuera a través de un video.
Algunos asesores lo desaconsejaron, por temor a que fallara por cuestiones técnicas. Llaryora no los escuchó. “Vamos para adelante con el video”, le dijo al consultor Pablo Jaitt, el responsable de producirlo. Le salió bien. El video tuvo un alto impacto en el mensaje.
Por su parte, aún con el rótulo de precandidatos a gobernador, en medio de la incertidumbre por la falta de definiciones en la principal alianza opositora, Juez y De Loredo dieron una señal de presencia y unidad.
Unos minutos antes del acto, ambos se reunieron con el Foro de Intendentes Radicales. Como para alimentar las intrigas –siempre latentes–, el diputado nacional hizo trascender que fue él quien invitó al senador al encuentro radical.
No obstante, ambos hicieron otra promesa de unidad. Aunque sin indicios concretos sobre lo que fueron a escuchar los radicales: cómo resolverán la pulseada por la candidatura a gobernador.
“Por una encuesta”, respondió De Loredo ante la consulta de un intendente, con una mirada cómplice hacia Juez, que estaba sentado a su izquierda. El fundador del Frente Cívico asintió con la cabeza.
Los intendentes radicales se fueron con una convicción débil, en un contexto de inquietud en la oposición.
“Algo deben tener acordado. Schiaretti oficializará la fecha de las elecciones en unos días, y estos tipos no pueden mostrarse juntos y después seguir peleándose por la candidatura. No sé qué, pero dieron la impresión de que ya no están disputando nada”, graficó un intendente del sur provincial.
“Ahora nos vamos al acto de Llaryora, para que les quede claro (a los peronistas) que los enfrentaremos unidos”, dijo De Loredo al salir con paso apurado de la sede del Foro de la UCR, junto a Juez, rumbo al acto que tuvo a Llaryora como protagonista.
Las versiones indican que un radical le anticipó a un llaryorista que De Loredo y Juez se dirigían al acto. El aviso licuó –en parte– el “efecto sorpresa”.
Más allá de la incertidumbre que siembran los dos opositores, en el oficialismo no tienen dudas. Decidirán cuándo se votará para gobernador e intendente de Córdoba, con la certeza de que Juez será candidato a gobernador y De Loredo, a intendente capitalino.
Diferentes visiones
Este convencimiento en el peronismo no alcanza para ocultar las diferencias de criterio entre Schiaretti y Llaryora en la estrategia electoral: el gobernador prefiere comicios despegados, y el intendente, que coincidan en un mismo domingo.
Ambos tienen parte de razón. Schiaretti considera que no hay que arriesgar que Juez y De Loredo hagan campaña juntos y que sus nombres figuren en la misma boleta única.
Llaryora está convencido de que con la alta imagen de su gestión municipal, y con la del gobernador a nivel provincial, el PJ se impondrá en ambos comicios.
Como habitualmente ocurre en el PJ, la sangre no llegará al río. Las divergencias se transformarán en acuerdo en una reunión sin testigos entre ambos referentes peronistas.
A diferencia de los radicales, los peronistas siempre se las arreglaron para ocultar sus desavenencias. José Manuel de la Sota y Schiaretti dieron cátedra en ese sentido durante dos décadas. Quienes los conocieron bien y trabajaron con ambos admiten que tenían profundas diferencias en muchas cuestiones, pero nunca pusieron en peligro la sociedad política cordobesa más exitosa de la historia reciente.
Ahora Schiaretti y Llaryora tampoco harán públicas sus visiones distintas en cuanto a las fechas de los comicios. La discordia se convierte en acuerdo cuando está en juego la permanencia en el poder. Una regla de oro para el PJ cordobés, que hasta ahora nunca se rompió.
