El ajustado triunfo provincial, que aún debe ser confirmado por la Junta Electoral, sumado a la derrota en varios departamentos del interior generaron debates anticipados en la interna del PJ cordobés pese al convencimiento de que seguirán en el poder.
En el PJ hay una sensación ambivalente. Alivio por retener el poder provincial, pero también la certeza de que se vendrá una fuerte renovación, después de 24 años en el poder.
Esa sensación se alimentó con las últimas definiciones de Martín Llaryora, que seguramente el miércoles próximo será oficializado como gobernador electo por la Junta Electoral provincial.
“Somos una nueva generación que arranca de cero”, aseguró Llaryora, en la madrugada del lunes pasado, cuando le habló a la militancia peronista, a la que le pidió no festejar el resultado provisorio.
Llaryora también dijo que forma parte de una generación que “no tiene nada que ver” con los últimos 24 años de gestiones peronistas, que se repartieron José Manuel de la Sota y Juan Schiaretti.
En Voz y Voto le recordaron que él fue ministro de Industria de De la Sota, vicegobernador de Schiaretti e intendente de Córdoba impulsado por el actual gobernador, el intendente capitalino aclara que su referencia es sólo por una “cuestión etaria”.
“Acá, a nadie se lo tirará por la ventana, pero somos otra generación que llega al poder”, remarca el intendente capitalino.
El resultado en la Capital
No obstante, como también lo dijo Llaryora el viernes pasado en el lanzamiento de la candidatura a intendente de Daniel Passerini, falta el segundo tiempo: los comicios municipales en la ciudad de Córdoba.
El futuro y el alcance de la renovación en el PJ, como el rumbo de la alianza Hacemos Unidos por Córdoba, dependerán también del resultado en la Capital.
Si gana el candidato oficialista impulsado por Llaryora, el futuro gobernador tendrá más margen y poder para imponer lo que él denomina “el partido cordobés”, un espacio político en el cual el PJ parece desdibujado, para desasosiego de no pocos peronistas.
Si el radical Rodrigo de Loredo (Juntos por el Cambio) se queda con la Capital, el escenario político cordobés será otro. Un gobernador que buscará construir poder, ya no tanto desde el PJ, y una oposición que después de muchos años tendrá un referente político ineludible.
De todos modos, antes de festejar el triunfo provincial, dirigentes enrolados en el llaryorismo se apuraron en adelantar que se viene una fuerte renovación en el oficialismo.
Sin nombrarlo, los llaryoristas tratan de contrastar la visión de Llaryora con la de Schiaretti. Sin embargo, en el mismo acto del viernes pasado, el mandatario provincial se mostró como el “primer renovador”.
“Hemos producido la mayor renovación de dirigentes de la historia política de Córdoba. Este año hubo 290 intendentes que ya llevaban más de dos períodos y, por lo tanto, no pudieron ser reelegidos. Y lo mismo pasó con 25 legisladores provinciales”, especificó Schiaretti.
“En Córdoba, nadie se perpetúa en el poder. Hemos puesto en igualdad de condiciones a toda la dirigencia política. Y lo hemos hecho sin caer en la tentación de derogar la ley que impedía las re-reelecciones”, reafirmó el gobernador.
No hay dudas de que la resistencia de Schiaretti a cambiar esa ley generó una saludable renovación política en Córdoba, no sólo en el PJ.
Pero muchos peronistas, que desde hace años están al calor del poder, se resisten a esta nueva realidad. Lo que produce –por lo bajo– un debate interno en el PJ.
Para muchos peronistas, la baja en la cosecha de votos en el interior tuvo que ver con que, de los 190 intendentes oficialistas que no pudieron ir por otro mandato, entre 40 y 50 perdieron en sus localidades.
Llaryora está convencido de que la apertura del oficialismo a otros espacios políticos es el camino por seguir en el futuro. Una estrategia compartida por el gobernador Schiaretti.
Este debate quedará congelado hasta los comicios capitalinos del 23 de julio. Las urnas marcarán la profundidad y el rumbo de una renovación que parece inexorable en el oficialismo provincial.
