Una obra teatral inspirada en la Legislatura de Córdoba no podría haber estado este miércoles mejor guionada. Legisladores oficialistas y opositores se enredaron en una secuencia de escenas improvisadas, cuartos intermedios encadenados y un final abrupto: el retiro del recinto de radicales, juecistas, y de los legisladores Gregorio Hernández Maqueda y Rodrigo Agrelo.
El choque final llegó por algo que, en teoría, estaba acordado: la modalidad de votación. En Labor Parlamentaria se había pactado votar por sistema (a través de las pantallas), pero el jefe del bloque de Hacemos Unidos por Córdoba, Miguel Siciliano, anunció que sería a mano alzada. La oposición estalló.
Con Myrian Prunotto ya fuera del recinto, el presidente provisorio, el justicialista Facundo Torres, quedó a cargo justo cuando la tensión alcanzaba su pico. Desde las bancas opositoras llovían gritos: “¡Haga cumplir su cargo!”. “¡Cumpla la palabra!”. “¡Meta el pecho!”.
Torres intentó ordenar: afirmó que la votación que se estaba por tratar sería por sistema, pero aun así convocó a un nuevo cuarto intermedio en medio del griterío. “Me voy a tomar un café, arréglense”, se lo escuchó decir mientras la escena se desbordaba. Siciliano seguía sentado, firme en su banca, mirando a la presidencia y conduciendo a su bloque.
El PJ había dejado vacía la presidencia por unos minutos y el radicalismo estuvo cerca de tomar el control de la sesión, porque en ese momento no estaba la justicialista Nadia Fernández, la vicepresidenta de la Legislatura. Pero la situación duró poco: Fernández volvió al estrado y puso a votación a mano alzada.
La escena fue tan rápida que las miradas no alcanzaron a contar los votos oficialistas. La oposición se levantó en medio de los gritos. Agrelo, desde la última banca del recinto, movía los brazos y exigía: “¡Cumplan los acuerdos, no hay nada que discutir!”.
Fernández cerró la votación con un “se da por aprobado”, y el PJ respondió con aplausos. Siciliano se había impuesto en su postura, y fue Fernández quien terminó sosteniendo la decisión de no tomar el pedido opositor.
Pero detrás de este espectáculo hubo una mezcla de show y política.
La oposición sabía que el PJ está definiendo quién conducirá el bloque desde diciembre, cuando Siciliano deje la banca para asumir como diputado. Esa disputa interna -que atraviesa al oficialismo, pero también condiciona a la oposición- se observó.
La oposición confía más en Torres como un interlocutor. De hecho, fue aplaudido por radicales y juecistas cuando afirmó que se respetaría la palabra acordada.
La salida de Agrelo
Agrelo, que está en su último mes como legislador, también había decidido ir hasta el fondo. Como es uso y costumbre en Encuentro Vecinal, en diciembre dejará su banca e ingresará Gerardo Grosso. Tal vez por eso estaba dispuesto a pelear hasta la última coma para que se votara por sistema.
En el oficialismo algunos comentaron la derrota de octubre, pero la mayoría de las conversaciones giraron en torno a quién sucederá a Siciliano y si Torres se quedará en la presidencia de la Legislatura.
“La última palabra la tiene el gobernador”, repetían. Hay grupos que quieren la continuidad de Torres; otros sostienen que debe liderar el bloque.
Torres evitó hablar del tema en público y espera una señal directa con el gobernador. Una posible llegada de Juan Manuel Llamosas tampoco convence a todos los oficialistas, pero fue parte del menú de conversaciones del día. También hubo quienes aseguraron que Manuel Calvo no dejará el ministerio para ser legislador, pero que “está metido en la rosca”.
Los más mirados
Otros dos nombres captaron miradas privilegiadas.
Federico Alesandri, que ganó su banca en 2023 por Creo Córdoba, alineado con Cristina Fernández, confirmó hace días que se suma al bloque de Hacemos Unidos por Córdoba. Se movió en la sesión como pez en el agua: abrazos, saludos, sonrisas. Meses atrás el PJ lo rotulaban “opositor”.
El otro legislador fue Bernardo Knipscheer: hace tiempo que no va a las reuniones del bloque. “Si se va, lo anunciará”, dijeron cerca suyo. La decisión de armar una bancada alineada con el espacio de su pareja Natalia de la Sota está cerca. “Estoy muy preocupado en cómo manejan las cosas”, se lo escuchó decir.
El espectáculo terminó sin que se debatieran pedidos clave de la propia oposición: la Cuenta de Inversión 2024, es decir, los gastos del primer año de gestión Llaryora; la pauta publicitaria y las agencias. Nada de eso llegó al recinto. Legisladores que habían preparado discursos se quedaron con las carpetas cerradas.
Los más enojados aseguraron que en Labor Parlamentaria se fija una cancha y que, luego, en el recinto, se cambian las reglas. “El PJ no quiere que hablemos, nos dejaba un legislador por proyecto para exponer, por lo que la bronca venía de antes”, afirmó una radical.
“Esta Legislatura no puede funcionar si no se hacen cumplir los acuerdos”, dijo la radical Brenda Austin al retirarse.
La pelea quedó abierta porque en los próximos días llegará el debate en la primera audiencia del Presupuesto 2026 y la actualización impositiva. Nadie en la Legislatura apuesta a un clima más calmo. Todo lo contrario: se avecina un enfrentamiento mayor.























