El gobernador electo se fue de vacaciones con algunas certezas de lo que espera del escenario nacional. Martín Llaryora y los suyos auguran un triunfo de Javier Milei en primera vuelta y ya comenzaron a diseñar todo un armado en consecuencia.
Lo del flamante jefe del peronismo es una combinación de datos, conjeturas y deseos.
Empecemos en orden inverso. Llaryora hace rato que necesita debilitar a Juntos por el Cambio y apuesta en ese sentido, según se desprende de cada acción comunicacional de sus voceros formales e informales.
Aquel estrecho resultado electoral del 25 de junio, que vino acompañado de paridad en la Legislatura y minoría en el Tribunal de Cuentas, llenó de incertidumbre al PJ cordobés, en especial por la posibilidad de que se completase con una gestión municipal capitalina y una presidencial de Juntos por el Cambio.
El nuevo gobernador ya cumplió el primer objetivo de retener la administración de la Municipalidad de Córdoba y dejar a la oposición provincial sin una referencia o liderazgo claro.
El poroteo en la Legislatura que asumirá el 10 de diciembre, con una representación en las urnas de 33 a 33, se da casi a diario. Los operadores de Llaryora dicen ya estar en 35.
La incógnita de Juntos por el Cambio aún está planteada, mientras se van produciendo novedades en esa bancada antes de asumir.
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El segundo objetivo (que Juntos por el Cambio no sea gobierno en la Nación) parece más posible de alcanzar a partir del resultado de las primarias.
Llaryora usará el paraguas de la candidatura de Juan Schiaretti para evitar pronunciarse por uno de los tres que tienen chances: Milei, Patricia Bullrich y Sergio Massa.
Pero no quiere que haya segunda vuelta, para no tener que tomar partida por nadie.
Y prefiere a Milei ganador en primera vuelta porque imagina que no sólo dinamita a Juntos por el Cambio sino porque se ve posicionado como garante de la gobernabilidad, al administrar la segunda provincia del país y como un referente del peronismo, eclosionado después de un eventual resultado como tercero.
Los cálculos que se hacen en el Palacio 6 de Julio son que la bancada federal que ahora tiene a Schiaretti como uno de los principales referentes pasará a Llaryora en términos de jefatura política, con unos pocos escaños que tendrán valor en un escenario tan extraño como el que puede darse desde el 10 de diciembre.
Por eso, el gobernador electo viene tendiendo puentes casi invisibles hacia Milei. Importantes dirigentes del peronismo cordobés se reunieron con el círculo más cercano del líder de La Libertad Avanza, en especial con la hermana de aquel, Karina.
Y desde Córdoba, ven a Mauricio Macri en un pacto muy avanzado con Milei, que podría reflejarse en un acuerdo parlamentario.
En tal sentido, los llaryoristas recuerdan aquel difundido encuentro de Macri y Llaryora y se ocupan de aclarar que la relación del líder del PRO está deteriorada con Schiaretti, no con el gobernador electo.
Por eso, creen que es posible un diálogo político-institucional entre Llaryora y Milei, con Macri como facilitador.
Y ahí, el futuro gobernador cordobés se ve construyendo una alternativa opositora, pero con diálogo con el posible nuevo oficialismo libertario.
Tal vez sea demasiada alquimia para un país que cada mañana no tiene precios ni de los caramelos.
