En muchos lugares de Europa y Asia se pueden encontrar hoy caminos, puentes y otras obras viales que tienen unos 2.000 años y fueron el esqueleto para que Roma se convirtiera en imperio.
En nuestro Norte, se puede transitar en la actualidad por sendas estratégicas sobre las que los incas, desde Cuzco, cimentaron su imperio.
La Argentina que tanto pregona el presidente Javier Milei como la de la época dorada (y que hasta tiene discusiones públicas subidas de tono con historiadores) es la de finales de siglo 19 y principios del siglo 20, con una aluvional expansión de la red ferroviaria y de carreteras.
Es muy difícil encontrar en el pasado y en el presente ejemplos de sociedades o naciones que se desarrollaran, crecieran, se expandieran, tuvieran niveles de vida aceptables sin vías de comunicación. Primero fueron fluviales, después terrestres en sus diferentes variantes, y luego aéreas.
De ahí que cueste entender esa definición como una política de Estado que tiene el presidente Javier Milei de desentenderse de la obra pública y dejarla sujeta al interés de los privados para la ejecución.
El planteo podría llegar tener alguna lógica si se parte de la idea de la necesidad de priorizar el equilibrio fiscal para generar estabilidad macroeconómica y a partir de allí empezar a ordenar las funciones que debe tener el sector público.
No obstante, Milei está aferrado a eso de que no hace obra pública porque está asociada a la corrupción.
Es obvio que los hechos le dan la razón en ese sentido. El único caso en la historia argentina de un expresidente con condena firme por corrupción es por una causa de obra pública. Es Cristina Fernández, pero bien podría haber sido la mayoría de sus antecesores.
Pero el argumento carece de lógica. Porque si no hace obra pública porque ella está asociada a la corrupción, ¿por qué no prueba hacerla de manera transparente?
Es como si un padre o una madre le dejan de dar de comer a su hijo porque este se intoxicó con un alimento. Se supone que, en cambio, probarán con productos más saludables.
El tema de la obra pública, en especial la infraestructura vial, ya está instalado como una discusión de campaña en la elección nacional de medio término que se viene.
Ya lo anticiparon los gobernadores de dos provincias centrales, como Córdoba y Santa Fe. Martín Llaryora y Maximiliano Pullaro, ambos sin una estructura nacional que los cobijen, coinciden en enfrentar al oficialismo nacional, que se presume fuerte en esta región del país.
De ahí que Pullaro mandó a llenar de carteles las rutas santafesinas para diferenciar lo que es de jurisdicción nacional de lo que es provincial. Llaryora dijo esta semana que hacer rutas es hoy “un acto de rebeldía”.
El más dialoguista de los funcionarios de Milei, el jefe de Gabinete Guillermo Francos, los acusó de “desagradecidos”. Lo que será cuando la que responda sea el ala dura del Gobierno.
La campaña está entre nosotros y cada posicionamiento deberá pasar por el tamiz de la etapa electoral.
Por caso, en este tema de la infraestructura vial y la transparencia, cada uno podrá alegar que tiene parte de razón, aunque suena muy evidente que hay más lógica en el reclamo de los gobernadores que en los planteos del Gobierno central.
Detrás del quebracho
Ahora bien, cada uno deberá repasar sus actos. Por caso, en Córdoba la obra vial se mantiene; lejos del ritmo de otras gestiones, pero sigue. Pero habrá que revisar conceptos de transparencia en este más que delicado asunto de la obra pública.
El meneado tema del quebracho de la avenida Padre Luchesse, que conecta la ciudad de Villa Allende con el aeropuerto Córdoba, puso sobre el tapete cuestiones que no tienen nada que ver con lo ambiental.
Esa obra provincial, como la mayoría de los proyectos viales que está impulsando la actual gestión, es realizada por una empresa estatal como Caminos de las Sierras, no sometida a los controles previos y posteriores de gastos que tiene el Ministerio de Infraestructura, que es de dónde salen los fondos para esos emprendimientos.
La ejecuta una empresa cuyos titulares estaban a cargo de la obra de ampliación de la Circunvalación de Villa María, donde se produjo la explosión de un caño de gas que costó la vida a dos personas.
Cuestiones que quedan fuera de los enfervorizados discursos de campaña.