A 8 días del vencimiento del plazo para presentar las alianzas, Juntos por el Cambio cruje, como casi nunca ocurrió antes en sus 8 años de existencia. La discusión central de la crisis de la coalición opositora no es por ampliarla o mantenerla inalterable. Se trata del interés electoral de los dos principales precandidatos presidenciales: Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich.
Ambos tienen en sus miradas puestas en Córdoba, el segundo distrito electoral del país, que junto a la decisiva provincia de Buenos Aires, definirán cuál de los dos precandidatos del PRO se convierte en aspirante presidencial.
La pelea bonaerense es otra novela. Esta historia pone la mirada en los electores cordobeses, que en 2015 le dieron el triunfo a Mauricio Macri, en la segunda vuelta electoral.
Parece una paradoja: una porción de los votos que le dieron aquel triunfo histórico a la entonces alianza Cambiemos, ahora pone en crisis a la actual Juntos por el Cambio.
Larreta y Bullrich creen que los votos de Córdoba serán vitales para decidir su disputa interna. Con ese convencimiento vienen actuando en los últimos días.
El jefe de Gobierno porteño busca sumar al gobernador Juan Schiaretti a la alianza opositora. Pero con la aspiración de convencerlo de que lo acompañe en la fórmula. Necesita como el agua sus votos cordobeses.
Mientras que Patricia Bullrich, con el aval imprescindible de Mauricio Macri, trata de evitar que el cordobés juegue adentro de Juntos por el Cambio, para que retenga una porción importante de votos que no podría sumar su rival interno.
Ese es el punto central de la pulseada que pone a Juntos por el Cambio en los umbrales un posible quiebre. Un precipicio electoral al que los opositores comenzaron a asomarse, desde el viernes pasado.
El radical Gerardo Morales tiene parte de razón cuando asegura que la pulseada interna del PRO tiene “paralizada” a la alianza opositora, que el año pasado parecía tener todo encaminado para volver al poder nacional.
Tal vez la palabra justa no sea paralizada, pero sin dudas que la disputa entre los dos precandidatos del PRO atraviesa a la alianza opositora.
En esa concentración de intereses de los precandidatos está el dato que desató el vendaval interno: los votos que Schiaretti puede sacar en Córdoba, en las Paso nacionales del 13 de agosto.
La mayoría de las encuestas dan una paridad entre Larreta y Bullrich. Un empate técnico, aunque con la exministra de Seguridad macrista en ascenso, lento, pero crecimiento al fin, y con el jefe de Gobierno porteño, en leve declinación, respecto al año pasado.
Ante ese escenario, Larreta tiene encuestas que le indican que está mal posicionado en Córdoba, por debajo de Javier Milei, Schiaretti y la propia Bullrich.
Su apuesta de respaldar en todos los sentidos - verbal y económicamente en la campaña- a Luis Juez como candidato a gobernador opositor, parece no haber tenido el efecto esperado.
Según los sondeos de Larreta, y también los de Schiaretti, en esta provincia, Bullrich casi lo duplica en intención de votos.
De allí, la decisión del jefe de Gobierno porteño de acelerar en la decisión de impulsar la incorporación de Schiaretti a Juntos por el Cambio, aún con el riesgos de volar todos los puentes con Juez en Córdoba.
Larreta no sólo quiere que el gobernador cordobés juegue en la alianza: su aspiración de máxima es que sea su compañero de fórmula.
A Larreta no le sirve que Schiaretti compita como precandidato presidencial dentro de la alianza, porque retendría sus votos en Córdoba, que el jefe de Gobierno porteño necesita para derrotar a Bullrich en las Paso.
No hay certezas de que ya tenga un acuerdo electoral con Schiaretti, pero un hombre muy cercano al mandatario cordobés admite que “es una posibilidad”.
“El Gringo puede acordar con Larreta, como también con (Gerardo) Morales, si logra encolumnar a todo el radicalismo detrás de su candidatura, o competir dentro de una gran alianza opositora. Nada está descartado, porque al país que viene no lo podrá gobernar un único espacio”, argumentó un hombre que conoce de los pasos de Schiaretti a nivel nacional.
El “frente de frentes” que Schiaretti lanzó como propuesta el 11 de mayo pasado, es casi un eufemismo.
Es cierto que con su incorporación, junto a la del liberal José Luis Espert, y la progresista Margarita Stolbizer, se ampliaría Juntos por el Cambio, pero la base electoral e ideológica sería la de la actual alianza.
El “frente de frentes”, o “algo nuevo”, según repite el cordobés, es un argumento para escaparle a la incoherencia.
Desde el año pasado, el cordobés viene sosteniendo su plan de armar un nuevo espacio nacional que no tenga nada que ver con el Frente de Todos y con Juntos por el Cambio.
“Todos puede estar en este frente de frentes, salvo aquellos que alimentan la grieta”, dice ahora Schiaretti. No da nombres, pero sí indicios que se refieren al cristinismo, pero también a Patricia Bullrich y a Macri.
Paso al costado
El primero que cree que este posible frente amplio tiene mucho que ver con Juntos por el Cambio es Juan Manuel Urtubey, el primer socio político nacional de Schiaretti.
El salteño ya avisó que no cuenten con él, si hay que compartir espacio con dirigentes radicales y del PRO.
“El compromiso que asumimos con “el Gringo” fue armar algo nuevo, que no tenga nada que ver con las dos coaliciones que ya fracasaron en sus gestiones. Respetuosamente, yo seguiría mi camino si hay que compartir lista con radicales y macristas”, dice el salteño a todo quien lo quiera escuchar, en los últimos días.
Schiaretti ya sabe de la postura de Urtubey. Por eso no le informó de sus conversaciones con Larreta y el radical Morales.
Si estas negociaciones no prosperan, podría volver al espacio inicial, que comparte con el salteño, Florencio Randazzo, Alberto Rodríguez Saá y Roberto Lavagna, entre otros.
El exministro de Economía también puso condiciones para seguir avalando al cordobés: no compartir espacio con Macri ni Bullrich.
El cuarto intermedio que puso la mesa nacional de Juntos por el Cambio no será el último intento de Larreta y Morales por abrir la coalición.
Este miércoles o jueves, el mandatario cordobés volverá a Capital Federal para acordar con los mencionados dos dirigentes, más Espert y Stolbizer, un documento con 10 puntos, para un eventual futuro gobierno de coalición.
Larreta y Morales seguirán metiendo tensión en la alianza opositora. Tienen el respaldo de los otros socios; Elisa Carrió (Coalición Cívica) Miguel Ángel Pichetto (Encuentro Republicano). Sólo se oponen Macri y Bullrich, “la mitad del PRO”, recitan los larretistas, tratando de quitarle influencia al expresidente.
La tensión da la coalición opositora se extenderá hasta el miércoles que viene, cuando haya que presentar las alianzas.
Hay una pequeña luz para llegar a un acuerdo. Por ahora, más que una puerta de salida, se parece una hendija, por lo pequeña: que Schiaretti compita como precandidato presidencial, sin acordar con nadie dentro de la alianza, y que Espert compita como precandidato a gobernador bonaerense.
Bullrich considera que esa movida no la perjudicaría. A Rodríguez Larreta no lo entusiasma esta propuesta, pero sería algo mejor que el actual escenario. O peor aún, que se produzca un quiebre definitivo de Juntos por el Cambio.
