El senador nacional y presidente de la UCR, Martín Lousteau, valoró la importancia de la ayuda financiera que logró el presidente Javier Milei para detener la crisis cambiaria, aunque alertó por la pérdida de independencia del país a manos de Estados Unidos.
En diálogo con La Voz en Vivo, el dirigente radical abordó las implicancias de esta ayuda para la estabilidad económica, el impacto en las familias y en las Pymes.
También se refirió al rol de la oposición y dijo sentirse entusiasmado con la construcción del espacio Provincias Unidas, que impulsa Juan Schiaretti y donde hay tres gobernadores radicales.
–¿Qué representa para el país el respaldo financiero y político que Trump le brindó al presidente Milei?
–Es muy importante. Es una señal contundente de ayuda de Estados Unidos que provee cierta tranquilidad, porque el Gobierno iba caminando hacia un abismo. A pesar de que un montón de economistas le advirtieron durante mucho tiempo que la falta de acumulación de reservas iba a desencadenar una crisis, el Gobierno hizo oídos sordos. Ahora, con esto –que es una señal inédita y muy importante, mérito del Presidente en su relación con Trump–, esperemos que el Gobierno corrija el rumbo. Ahora tiene más margen y más respaldo para modificar aquellas cosas a las que antes se negó, y esto es muy relevante desde dos perspectivas. La primera, porque quemar reservas permanentemente –igual que imprimir billetes de manera constante, como ocurría con el kirchnerismo– engendra crisis. Por lo tanto, el Gobierno debe acumular reservas y cambiar la manera en que aborda la política macroeconómica. La segunda, porque ya vemos un impacto significativo en la vida cotidiana.
–¿Qué impacto tiene esta ayuda en las economías de las familias?
–Esto es un rescate a los bonistas, pero no es una solución para quienes padecen dificultades: los que no llegan a fin de mes, las Pymes que ven que no tracciona la demanda, que deben bajar precios y, aun así, venden menos; las que sufren tasas de interés por las nubes; o la morosidad de las familias, que se duplicó dos veces y media en los créditos familiares. En tarjetas de crédito pasó lo mismo. Una de cada ocho familias tiene problemas para pagar sus deudas. Eso el Gobierno lo tiene que corregir.
–Se habla mucho de las condicionalidades que habría para la ayuda de Trump. Usted fue embajador en Estados Unidos. ¿Qué pueden incluir esas condiciones?
–Bueno, ahora somos rehenes, independientemente de si Milei coincide o no todo el tiempo con Trump. Puede pasar que un día no coincida, o que ya haya otro gobierno en Argentina. Y si el país no hizo el trabajo para liberarse de esta condición –de depender de alguien que te presta para rescatarte–, sos más dependiente, con menos grados de libertad y de soberanía. Eso, para mí, es muy significativo.
–¿Cree que después de esta ayuda determinante de Trump el Gobierno ampliará su base de sustentación política, sumando algunos aliados?
–Eso depende mucho de los aprendizajes que haya tenido el Gobierno, porque yo creo que hay tres cuestiones distintas. La primera es que el Gobierno, y el Presidente en particular, han insultado a todo aquel que piense diferente. Aunque sea en un solo tema, se desata la furia de los trolls y golpean a cualquiera que disienta, incluso si está tratando de contribuir o de buscar una mejor salida. El segundo elemento es que, en los cierres de listas, hubo mucha gente que llegó al Gobierno y se sintió herida o lastimada porque no fue reconocida en su tarea. Y el tercero es que muchos gobernadores ven que en sus provincias la economía no tracciona y la gente la está pasando mal. Entonces también es una manera de decirle al Presidente: “No es por acá, hay que corregir cosas”. El Gobierno debe reconstruir una alianza que le permita avanzar en reformas más importantes para la Argentina: laborales, previsionales, impositivas. Pero eso solo se logra con diálogo y un debate más profundo.

–¿Qué le interesa a Estados Unidos de Argentina en el tablero de la geopolítica?
–Estados Unidos tendrá más peso para forzar, debatir o sentarse a la mesa. Lo que le interesa primero es que China no aumente su presencia en Latinoamérica, porque es lo que Estados Unidos considera su “patio trasero”. Desde hace mucho tiempo no existía una potencia capaz de rivalizar con Estados Unidos en términos globales y de desembarcar en cualquier país. Hoy esa potencia es China. Entonces, a Estados Unidos le interesa que China no esté en la región. También le importa el desarrollo tecnológico futuro, particularmente en telecomunicaciones, que quede bajo su órbita de control. No quiere que el 5G y lo que venga después tenga a China como actor central.
–El Presidente dijo que tenía el mejor plan de estabilización de la historia, pero terminó pidiendo ayuda a Trump. ¿Cómo afecta al país esa falta de credibilidad?
–La pérdida de densidad y credibilidad de la palabra presidencial es parte de la crisis que vivimos. El Presidente les hizo una promesa a los argentinos cuando el 56% lo votó: “Yo sé cómo terminar con los problemas económicos del país”. Esa promesa no se cumplió. Es cierto que bajó la inflación y que Argentina, al tener un problema de reputación, necesita superávit para recuperarla. Porque si no, se emite deuda o dinero y se termina en crisis de deuda o de inflación. Entonces sí, Argentina necesita superávit. Pero la verdad es que la economía no está funcionando para la gente. Y, por otro lado, el Presidente –que se presenta como experto en crecimiento y fenómeno global– primero acudió a un blanqueo, después al Fondo, y ahora fueron al “fondo del fondo”: tuvieron que pedir plata directamente a Estados Unidos para evitar una crisis financiera en estas semanas previas a las elecciones. Esa es la fragilidad a la que entró el Gobierno. La Argentina no está creciendo. Y, además, la palabra presidencial se degradó cuando dijo que les iba a “cortar la mano” a los corruptos y estalló el escándalo en la Agencia Nacional de Discapacidad, que involucra a su hermana. El Presidente ya dio cinco explicaciones distintas.
–¿Cómo está la relación del radicalismo nacional con Provincias Unidas, la fuerza que lidera Juan Schiaretti, donde hay tres gobernadores radicales?
–Para resolver los problemas de Argentina debe haber capacidad de gestión. No se resuelven destruyendo el Estado, sino gestionándolo mejor. Se tiene superávit cuando se gasta bien. Si se gasta mal, tarde o temprano aparece el déficit, porque la sociedad tiene necesidades, y si se destinan más recursos sin eficiencia para resolverlas, el déficit llega igual. Creo que allí hay algo muy importante: gobernadores de distintas provincias y de distintos signos políticos, con experiencia de gestión y capacidad para resolver problemas manteniendo el superávit fiscal, se han unido.

–¿Lo entusiasma el esquema de Provincias Unidas a futuro?
–Me entusiasma. Creo que la solución de muchos de los problemas de Argentina es la capacidad de gestionar el Estado. Esta discusión sobre “Estado sí o Estado no” queda aclarada con el propio Milei, que acaba de descubrir para qué sirve un Estado: para rescatarlo a él. Fue a pedirle plata al Estado de Estados Unidos para cubrir su mal plan económico. Entonces es evidente que los Estados tienen potencia para resolver problemas. Pero además, si el Estado no funciona, no importa si una sociedad es de izquierda o de derecha, o si transitoriamente eligió un gobierno de un signo u otro: cuando el Estado no funciona, nada funciona.