Martín Gill decidió ponerle punto final a toda la discusión en torno a su licencia como intendente de Villa María, al no volver a presentar un nuevo pedido para renovar el permiso ante el Concejo Deliberante de la ciudad.
Este lunes 27 se vencía el plazo otorgado por el legislativo (cuarto consecutivo), pero esta vez el mandatario no pudo reunir la cantidad de votos suficientes.
La postura de votar en contra que siempre mantuvo la oposición (PRO más la UCR) contó esta vez con la adhesión de los dos concejales del bloque escindido Somos, espacio liderado por el ministro provincial Eduardo Accastello.
De esta manera, Gill deja la secretaria de Obras Públicas de la Nación y retomará su función como intendente de Villa María.
La noticia fue confirmada a La Voz por fuentes municipales del entorno de Gill.
Luego, el propio Gill usó Twitter para explicar su decisión.
Interna
La interna peronista pesó fuerte en esta disputa. En ocasiones anteriores, ese sector había acompañado, o al menos facilitado con su abstención, que Gill lograra la requerida licencia.
Durante las últimas elecciones legislativas, en las que el intendente en uso de licencia fue candidato a diputado del Frente de Todos y Accastello se postuló a senador en Hacemos por Córdoba, las diferencias se ensancharon.
De esta manera, no hubo negociación que hiciera posible alcanzar un acuerdo para votar una nueva licencia.
Gill había recibido el respaldo del presidente Alberto Fernández y de varios intendentes cordobeses, incluso radicales, para continuar en el Ministerio de Obras Públicas de la Nación.
Sin embargo, al no contar con los votos suficientes en el Concejo, tuvo que dar marcha atrás y retomar las riendas del gobierno municipal, cargo para el que fue reelecto hace poco más de dos años atrás con un porcentaje histórico.
Esta novela política comenzó a mediados de diciembre de 2019, con el armado por parte del presidente Alberto Fernández de las segundas líneas de su gabinete.
De antemano se especulaba que Gill tendría legada directa al nuevo gobierno, por su buen diálogo con varios de los que serían finalmente ministros. Lo que no se esperaba era que saliera proyectado al segundo escalón de la cartera de Obras Públicas de la Nación.
En contexto de pandemia que comenzaba a manifestarse, su salida de la Municipalidad de Villa María -vía licencia por seis meses- parecía algo aceptable en ese momento, más allá de las primeras discusiones que comenzaban a darse.
Había asumido apenas unos días antes su segundo período consecutivo, y con todo ese crédito a favor decidió dar un paso, que fue el primero de varios hasta llegar a este 27 de diciembre.
Dos años
Estos dos años fueron atravesados por una discusión legal y otra política. La interpretación que el oficialismo el dio a la Carta Orgánica Municipal en sus artículos referentes a las posibles razones y permisos para que se ausente el intendente tuvieron su contraparte en la oposición, que siempre vio en esto una violación flagrante a la normativa.
Para el oficialismo, el marco legal siempre estuvo a su favor.
Ese aspecto casi no tuvo variantes estos dos años. Donde sí hubo oscilaciones fue en lo político. Los dos concejales del bloque escindido Somos, no tuvieron siempre la misma postura. Algunas veces apoyaron, otras se abstuvieron, y luego se plantaron en decir que votarían en contra.
Por debajo de todo esto corrieron siempre negociaciones en las que la interna peronista, local y provincial, estuvo en juego.
Como secretario de Obras Públicas, Gill encabezó la puesta en marcha de las obras que la Nación impulsa en Córdoba, y especialmente en Villa María.
Si bien se alejó del manejo diario del gobierno local, siguió teniendo la última palabra en muchos aspectos. Internamente, el municipio comenzó a sufrir la falta de un liderazgo más claro y firme, algo que sólo podría recuperarse con Gill sentado nuevamente en el sillón de intendente.
